martes, 17 de octubre de 2023

Universidad Maestro Gargallo

 Contaba Fermín Ezpeleta en su último libro en torno a la inmensa figura del maestro Alejandro Gargallo una anécdota que me ha hecho recordar lo que más tarde querido lector podrá leer. 

Muchos años atrás, cronista de su tiempo, a través de un artículo el maestro cometió la temeridad de salir en defensa del hombre frente al animal. Los hechos habían ocurrido en Villalengua, lugar donde nació en 1876. Cuando su alcalde multó a un labrador por “maltratar a una yegua a palo limpio”. Alejandro comentaría lo sucedido en la prensa a resultas de lo cual hubo un juicio de faltas y debió pagar al alcalde diez duros más las costas al juzgado. 

El condenado maestro venía a decir que no le parecía mal la multa por pegar al animal, si no que el alcalde “no tuviera tanto afán caritativo para proteger a los proletarios de su pueblo”. 

Alejandro murió un significativo 13 de abril del 1947 enterrado en Calamocha, había vuelto a su pueblo “nobleza obliga” después de su aventura pedagógica en Cataluña, la guerra, ser depurado y pasar por la cárcel. Corría el año 1943. Para salir adelante comenzó a dar clases particulares. 

Por aquellos años tales clases solían servir de refuerzo a los ya de por si buenos estudiantes que se preparaban para dejar la escuela y entrar al bachillerato. Pero a su vez había otra clase de alumnos que acudían a última hora cuando sus tareas como pastores se lo permitían mientras su mujer preparaba la cena. 

Mi padre (1936-2020) fue uno de ellos. Tras un breve paso por la escuela lo justo para aprender a leer, escribir y las cuatro reglas, se jopó. En casa necesitaban de su trabajo. Mis abuelos habían decidido tener un rebaño de ovejas propio. Junto a él un montón de zagales en otras tantas casas estaban en las mismas.

Al recordarlo siempre lo llamaba “Alejandro, el maestro”, lo cual quizás denota que para él era alguien especial, no había esa barrera clasista del tratamiento formal de respeto si no del familiar y del cariño. Al salir de estampida el pelotón de nuevos pastores de la escuela el maestro reacciono rápido y decidió pasar a la acción. 

Salió en defensa de los pobres, de los niños, de la carne de cañón, de los que calzaban albarcas y peducos y parecían condenados a llevar la vida de sus padres. Casa por casa fue convenciendo de la necesidad de que los hijos siguieran yendo a la escuela al tiempo que cuidaban las ovejas (nada contra ellas) y que una vez las encerrasen, cambiasen el morral por la cartera y los tebeos del Capitan Trueno, Roberto Alcázar y Pedrín y el Guerrero del Antifaz por el cuaderno. Que aprendiesen bien la letra y los números era tan necesario como el comer y a largo plazo más importante de lo que pudiera parecer. Solo con educación podrían evitar que los de siempre les engañasen y así salir adelante, dejar de ser unos destripaterrones, ser algo más de lo que fueron sus padres a los que nadie defendió. 



El mensaje calo, acudían todos en rebaño, Alejandro era uno de los suyos. Debía el maestro tal vez pasar cada tanto por las casas a cobrar y charrar de los avances académicos del pastor pues mi padre lo recordaba frente a mis abuelos recalcando que este chico ha nacido para los números, déjenle estudiar. Como casi todos los de los sabañones y matahormigas del campo aviación, saqueadores de la Dehesa y los zafranes de Navarrete seguiría con las ovejas de rastro en rastro hasta que se marchó a la mili. Desgraciadamente el maestro murió y no pudo insistir más ante mis abuelos. Ya no hubo más clases. Mi padre, hay que decirlo, como casi todos de su quinta, fue feliz con las ovejas. En cualquier caso, en la familia el mensaje pervivió: estudiar para salir adelante. Gracias por cuanto le debemos.

Y se reía cuando contaba con todo lujo de detalles la cencerrada que le cascaron la noche de bodas a su maestro al casar en segundas nupcias alentados por sus padres unos pasos atrás. 

Querido lector para saber más lea los libros que don Fermín Ezpeleta ha escrito recuperando la colosal figura de un maestro a quien la vida dio unos palos tremendos a cambio de hacer el bien y en cuya defensa, más vale tarde que nunca debemos salir. Además, fue un cronista calamochino como no habrá otro: Alejandro Gargallo: La palabra encendida de un maestro republicano, Centro de Estudios del Jiloca, 2018. Alejandro Gargallo Un símbolo del magisterio republicano. Taula Ediciones. 2021


Publicado en El Comarcal del Jiloca el 12 de octubre de 2023

martes, 26 de septiembre de 2023

Hazañas Poéticas

 

El Centro de Estudios del Jiloca nacido en 1987 no lo hizo de la nada”. Así comenzó el joven y prolífico calamochino José María de Jaime la presentación de su último libro JILOCA Publicación comarcal del diario Lucha (Teruel, 1956-1963) el pasado jueves 14 de septiembre víspera de la fiesta del Santo Cristo del Rabal cuya hoguera pone fin al verano y a la presencia de los agosteros en la villa. En una tarde envuelta por el primer fresco otoñal y esa lluvia que hoy parece nunca caerá. A la hora en que el sol se jopaba por Santa Bárbara. Del mismo modo se presentó el número 51 de la Revista Xiloca y se animó a la numerosa concurrencia a ser socio del CEJ. Al acabar asistimos a la inauguración del Martinete a orilla de ese rio Jiloca que nos dio la vida.

 

En dicho libro y a lo largo de cuatrocientas paginas el entusiasta calamochino nos dará cuenta de todo aquello que se publicó a lo largo de aquellos años en el Suplemento Jiloca del diario Lucha. Un milagro escrito por un puñado de voluntades empeñadas en ver en letra impresa el devenir de sus días. Toda una joya literaria. Escritores y escritoras maravillosos a los que José María ha venido a rescatar del olvido. Pasen y lean, imposible nombrar a todos. Rescate, que no será efectivo hasta que no se haya leído por todos y cada uno de los que disfrutan del paso del rio que nos une.  

 

Con centro en Calamocha, cuando no en Monreal, huérfanos de Daroca y Cella localidades a las que no lograron involucrar en tan enorme aventura con eje en la ribera del Jiloca, (apenas se usaba el termino comarca) y con una periodicidad semanal, luego quincenal. Con un primer fin sin más y posterior vuelta, constituyó en su día toda una hazaña, no bélica, si no poética, desbordante de calidad humana, literaria y sentimiento por la tierra.

 

Lastrados constantemente por la falta de colaboradores, con lamentos principalmente que llegaban desde Calamocha por querer hacer del suplemento algo más que unas páginas locales. Nunca temieron a la autoridad, pero si al vecino. Seudónimos, números sacados adelante por uno o dos colaboradores y con suerte anuncios publicitarios. A lo largo de los años la lista de nombres, hombres y también mujeres, bien merecía la pena ser sacada del olvido de las viejas hemerotecas de papel como magnifico reflejo de unos días que alumbraron a la “generación Coca Cola”, la llegada de la radio a los hogares, el eterno llanto por la emigración, el feminismo, piropo, puntapié y decoro, esos mozos que no sabían comportarse en el baile y echaban a los forasteros, la constante dejadez de las instituciones, la deprimente falta de implicación de los vecinos, la censura de los besos en el cine y no de la violencia, los coches que pasaban por las calles de tierra a toda pastilla, ciclistas que ya recorrían el Jiloca recaudando fondos y tantas otras cosas… En suma, todo un compendio mayormente de problemas, tal es el periodismo, que leídos hoy no dejan de sorprendernos pues son en su mayoría los mismos que nos asolan. Asombroso, cuanto hemos avanzado a pesar de estar prácticamente en el mismo punto de partida.

 

Mas allá de los consabidos problemas el suplemento alcanzo el éxito y era esperado con devoción pues traía secciones más o menos fijas. Una editorial, Cada Semana Un Rostro, encuestas, buzón, Monrealerías, Jiloqueñas, Retraticos, El Chispa, con la chispa del enorme monrealero don José Hernández Benedicto (A quien la misma Revista Xiloca 51 rinde homenaje). Noticias de todo tipo, agricultura, industria, la luz en la Fuentes Claras de Modesto Parrilla que va y viene, obras son amores, barrizales, agua va, deportes, vida social, fiestas.

 


Sus cronistas tenían claro que las reclamaciones debían ir todas al Maestro Armero. Es decir, sabían perfectamente lo que podía y no podía decirse o escribir, a quien podían criticar o no. Pero si leemos entre líneas, los palos que daban a todos aquellos que bien se lo merecían hemos de convenir que eran unos valientes que no se callaban una. Amén de los pocos piques locales. Si a todo ello añadimos que escribían maravillosamente el resultado que nos ofrece el libro, crónica de aquellos días que hace años olvidamos resulta tan de obligada lectura como impagable. José María irá desgranando año por año los diferentes temas. Tan didáctico como entretenido, en un par de tardes lo habremos leído, nos sabrá a poco y pensaremos si hubo o no más suplementos posteriormente. Para estas navidades puede convertirse en el regalo perfecto, no encontrar allí en su índice final a un pariente, o algo que ataña a la familia de uno, créame querido lector del Jiloca, resulta imposible, allí estamos todos los que nacimos a orillas de dicho rio. Allá en el CEJ podrán comprarlo. Mejor, háganse socios de un centro que tuvo en aquellos cronistas olvidados uno de sus primeros pilares y que por cosas como estas necesita de toda nuestra ayuda.

 

Acabo ya. De entre todos tan solo destacar mi consabida predilección por el calamochino don Amable Moragriega y tras la lectura de hoy por Hernández Benedicto quien desde Monreal escribió en aquellos años casi con toda seguridad, lo mismo que escribiría hoy: “Seguimos con los problemas de tiempos pasados, con la mentalidad anacrónica, con el vivir que nos sitúa a la cola del progreso”.“ En cualquier pueblo encontramos los aspectos de siempre: La falta de ilusión hacia empresas colectivas, la carestía y afán de superación, la cacicada dominante y negativa, la mezquindad estrecha que ya hizo hundirse a Atenas”

 

PD Recordar que aquella misma tarde el segorbino José María de Jaime, pues por tal lo tienen nuestros vecinos, cedió al Archivo de la Villa de Calamocha casi 4000 negativos del gran fotoperiodista Gerardo Sancho Ramo (1911 Navarrete del Rio -2006 Valencia). Un tesoro colosal.

 

JESUS MANUEL LECHON MELENDEZ Cronista Oficial de la Villa de Calamocha. Castellón, sábado 23 de septiembre de 2023

Publicado en el Diario de Teruel el martes 26 de septiembre de 2023

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Una noche de verano

 

Fue en aquella primera verbena del Santo Cristo cuando llega la Virgen del Carmen a Cala Mocha cuando de un modo u otro me di cuenta, Paquito paternalmente me abrazaba a la altura del hombro mientras me hablaba y caminábamos hacia casa. Habíamos vuelto la esquina de Inocencio y dejado atrás tal vez la vida. “Se ha girado el tiempo, ojo que vienes de Valencia, no te fíes, no dejes la ventana de par en par, te tocara volverla”

Serian cerca las dos. Había intentado el Raba que saliésemos a pasear por la vía verde por donde antaño pasaba el ferrocarril de Jon Lauko, a la mañana siguiente, hasta Luco. El corriendo, yo andando y a la vuelta un cortado en el Amariello o un vermú en el Mirador. Paco, no me fastidies, para mi llegar a San Roque es como alcanzar Santa Bárbara, imagina llegar a Luco. Ve solo. Nos íbamos a la cama felices de verdad como tras una noche de farra en nuestros años mozos.

Pero aquellos tiempos ya pasaron, también su música, la cerveza quizás sea lo único que no haya cambiado, o eso me pareció a mí, de buena que estaba a pesar del frio, solo bebí yo. Hacia frio para ser julio, camisa y chaqueta. Odio el frio. Claro que hace muchos años ni lo hubiera notado, pantalones cortos, chanclas, camisetas de tirantes, no parece que eso del fresco vaya con el resto de los mortales.

Ni con los que ya no están, con esos, menos aún. Que ya ni sienten ni padecen. En cambio, nosotros, lo uno y lo otro. Pero estamos de fiesta y de vez en cuando hasta reconocemos alguna canción y tarareamos. Nada de bailar. Nos conformamos con mirar caras conocidas, caras que te recuerdan a uno u otro. Mira ese es hijo de tal, aquella la hija de tal, y a esos ¿no los conoces? En algún momento te ves a ti mismo décadas atrás, ya muchas. Tantas que empiezan a ser demasiadas.



Entonces mis padres tal vez tenían la edad que yo tengo ahora, y mis hijas la mía de aquellos días y quien sabe si ellos como yo ahora se preguntaban, que había pasado, como era posible que el tiempo hubiese transcurrido tan rápidamente, y por qué, sobre todo eso, por qué, ¿acaso lo merecíamos? Ni nosotros ni nadie. Eran aquellas vidas de nuestros padres junto a las nuestras paralelas, ahora en cambio se cruzan a todas horas y en todos lados. Padres e hijos salimos juntos de marcha, de fiesta, hacemos planes, ¡ver para creer! me acuerdo de Labordeta cuando cantaba, “a veces me pregunto qué hago yo aquí”

Paquito, alardea menos pero en realidad sabe más que Manuel a cuya hija acabamos de saludar y termina sentenciando al modo en el que lo hacían resignados los abuelos: “nuestro tiempo ya paso, poder ver como los jóvenes se divierten es la mayor de nuestras felicidades. No cale darle más vueltas”. Y añade:

“Tengo ganas de que llegue la fiesta y hacer la paella. Este año me apetece cantar algo de Barricada el cuerpo no me pide baladas como antaño, no sé qué me pasa: “Veo todo en blanco y negro, el vaso acaba siendo amigo mudo, las mismas caras, los mismos gestos, amigo mudo...Quiero ser más rápido que ellos, echar todo a perder un día tras otro y un buen rato después saber llegar a casa, antes de que el sol me diga que es de día”. Calla tío no sigas, vas a despertar a Máximo. Y el bailó más de lo que jamás bailaremos todos.

El Comarcal del Jiloca Santo Cristo 2023

jueves, 24 de agosto de 2023

En la riera del Ajutar

 

Hoy la columna, balcón abierto a todos, abre de nuevo su puerta por segunda vez a Paquito Tío Raba. Y me da la impresión de que habrá una tercera y quien sabe si más si le da por contar tanto como teme olvidar a causa de la edad.

En esta ocasión nos hace cómplices de un recuerdo de aquellos días del despertar a la vida de los maravillosos setenta. El Jiloca, el verano y las chicas de la mano de su inseparable amigo Fermin, a quien tanto echa de menos desde el día que dejo Calamocha. Y un tesoro en forma de paquete de tabaco Fortuna.

Si meses atrás fue uno mismo quien edito su artículo, esta vez ha sido la magnífica escritora calamochina Cristina Jimenez. El caso es que también me lo había pedido a mí, pero como me retrasaba, con prisa por triunfar en su faceta literaria, el último de los rabaleros pensó en Cristina. Debería de tomármelo como un acto de infidelidad, pero no lo hare, es comprensible, Paco siempre busca la excelencia.



Paquito, con gafas, sueño y frio de madrugada y Fermin 

Dice así:

“¡Jo, qué tarde tan buena”, le dije a mi amigo Fermín. Ese día aprendí a nadar. Estaba seguro de que, cuando vinieran las amigas, se ilusionarían. Por lo pronto, ya teníamos suerte: ¡nos habíamos encontrado 17 pesetas! Serían de alguna pareja que se había dado algún revolcón… ¡Ya teníamos para comprar golosinas ese domingo!

Las oí por la senda. Yo flotaba en el agua. Era mi segundo verano en la práctica natatoria. Al año siguiente, terminaríamos la E.G.B. ¡Qué brillo de ojos! ¡Qué piel tiritando!

El sol caía. Ellas no se metieron al agua. De las cuatro, dos iban en bikini y las otras dos, más pudorosas, no se desvistieron. Mi amigo jugueteaba y hablaba con ellas.

“¡Mañana, doble celebración!”, decían. “Ha aprendido a nadar y, para colmo, se han encontrado calderilla en el verdín del prado. ¡Qué bien! Nos compraremos los chicles Cosmos y, si sacamos el cromo 36, ya tendremos para un balón de los que tanto le gustan a Paquito.

Como son tan de compartir las pelas…”, comentó una. “O estos pillines se irán a escondidas a comprar una cajetilla de tabaco a la Encarna “La Miércolas”, con la excusa de que es para su tío Pepe, y la esconderán en una teja del bajo pajar de Mariano para ir a echarse unos cigarrillos los domingos siguientes”, sugirió otra.

“Bueno, quién sabe. Hasta mañana, ya lo pensaremos”, contesté. Una tarde de verano. Feliz. Como la mayoría de esa época.


Publicado en El Comarcal del Jiloca el 18 de agosto del 2023

jueves, 10 de agosto de 2023

Cosas Nuestras

 

Leo Cosas Nuestras, revista editada por la Asociación de Mujeres de Calamocha “Santa Maria La Mayor”. Va por su numero cuatro, el tiempo pasa muy rápido a pesar de ser una publicación anual, se edita en papel y son 32 páginas a todo color. Resulta de principio a fin una maravilla. A uno se le acaban las palabras, todo elogios, a este milagro en papel que de proponérselo no solo llegará lejos, sino que tarde o temprano será la única revista en papel del universo. Hay que ser ambiciosos, como lo es la publicación, ambiciosa y de calidad desbordante.

Magnifica es su editorial, (en adelante prescindiré de los adjetivos por no dar en la reiteración), a continuación, aparecen un buen puñado de firmas: Pilar Ortega recordando una noche de Reyes en el Casino más de medio siglo atrás, mi debilidad como escritora Cristina Jimenez llamada a escribir la novela que todos soñamos con la villa como protagonista. Maria Ángeles Escriche, Agustina C, y Lucia Roy comparten una página para leer una y otra vez.

Pero no es una publicación literaria, es algo más, es una revista completa, no le falta de nada, trae incluso artículos de divulgación: Pilar Franco escribe en torno a la obesidad y Maria Ángeles Escriche prosigue dando consejos a la hora de tomar el sol y en el Rincón de Yogui, leemos sobre la gratitud ¡Y es que a veces no cuesta tanto dar las gracias! Pasas páginas, das las gracias y te puedes relajar haciendo Zentangle de la mano de Pilar Lagunas, relaja lo suyo, doy fe. Ni siquiera falta un artículo en torno al mundo del arte, firmado por la artista calamochina Cala, ¿es Calamocha nombre de mujer? ¿es masculino o femenino? Buena pregunta, la respuesta es sencilla.



La cosa prosigue y se pone harto interesante cuando avanzas y llegas a las páginas de cocina, te resuelve la próxima comida en la que tengas invitados y quieras sorprender. Y de postre páginas de moda.

Y acaba a lo grande con la crónica en imágenes del año donde se recogen las actividades realizadas por la asociación y a sus protagonistas. Viajes, conferencias, cenas, talleres. Los pasatiempos y curiosidades ponen final a una revista detrás de la cual hay un trabajo enorme y bien hecho envuelto en un puñado de firmas que ponen de manifiesto que la villa goza de una generación de escritoras igualmente colosal, más aun cuando uno recuerda firmas de números anteriores que en el número actual no han escrito, y otras muchas que a buen seguro nunca habrán publicado y a las que habrá que convencer de que se pongan a escribir, para ello basta con ser uno mismo de modo que lo que uno escriba puede ser sentido por otro, otra, como propio. La revista debería agotarse este verano, cada año y guardarse, encuadernase, coleccionarla y seguir alejada de la red.

Sin embargo, la revista, sino de nuestros tiempos comienza con un llamamiento a la participación, a la implicación y acaba igualmente animando a quien no sea socia para que lo sea. Mañana será tarde. (Tal y como siempre remata, no sin razón, su columna de El Mundo de Castellón el insigne cultivado periodista de Pozuel, don Ximo Gorriz Plumed).

Articulo publicado en el Comarcal del Jiloca 4 Agosto de 2023

martes, 8 de agosto de 2023

Crónica Taurina Calamocha San Roque 1956 por Don José Sancho Cetina

                                                        

Por don José Sancho Cetina

San Roque 1956

CRONICA TAURINA 

     Francho, era el ayudante del herrero de La Balsa, asiduo a las tertulias de la barbería de Santiago “El Blanquillo”, en las Cuatro Esquinas, cuando acababa su jornada acudía, y si el ambiente estaba animado, allí lo teníamos hasta que mi tío decidía cerrar. 

    Se aproximaban las fiestas de San Roque y la Comisión de Festejos estaba preparando una novillada para los aficionados del pueblo. En principio todos apostaban por que sería “El Coto” el novillero, pero pronto y por la fuerte oposición de su familia desistió y es entonces cuando entra en juego Francho que con todos sus temores y sus inseguridades trataba de encontrar el apoyo  en los demás para auto convencerse de sus posibilidades.  

En el centro de la barbería, con el periódico en la mano a título de muleta o con un paño de los de cortar el pelo, como capote, hacía demostraciones de toreo de salón, en este caso salón de barbería: Naturales, pases en redondo y acababa con el pase de pecho, citaba de lejos e incluso rodilla en tierra recibía al supuesto toro, mientras Santiago seguía afeitando al cliente de turno, los demás aplaudíamos. Lo preguntaba todo, estaba lleno de dudas y buscaba siempre la aprobación de los espectadores. Una de las tardes, un cliente que era de Báguena, le dio unos consejos, parecía enteradillo: “Francho” muy bien con los pases pero lo mas importante es que no te coja el toro y para eso no tienes que meterte en su terreno, si lo haces te pillará.  Ahí comenzaron sus dudas.

         - ¿Cómo se yo cual es el terreno del toro y cual el mío?-

- Es difícil de determinar, lo da la práctica y el instinto, desde luego, cuanto más lejos del toro, mejor .-

         Todo esto dejó muy preocupado al principiante, de todos modos todavía la comisión de fiestas no había decidido quién iba a ser el novillero titular…


Fotografía Archivo de Calamocha. Plaza de la Iglesia. Años 50

        Llegaron las fiestas y en el programa, en su página 45 aparecía el cartel anunciador de la “Gran Novillada” en la que figuraba como titular “Francho” y en su cuadrilla los amigos , “El Nene de Aragón”, “El Coto”, “Pujillos”, “Gorriso y “El Chato”.

       Llegó el día,  hicieron el paseíllo y en el centro desfilaba mas chulo que un ocho nuestro novillero, muy estirado, mirando al frente saludó a la Presidencia con elegancia, se miraba el traje de luces que le habían alquilado los de la Comisión, era grana y bordado en oro con algún que otro zurcido, resultado de otras aventuras como esta.

       Sonó el clarín, salió el novillo a la plaza, un ruedo hecho con carros en un solar al lado del cuartel de la Guardia Civil.  Casi hubo que empujarle para que con el capote diera un par de pases, otros de la cuadrilla lo hicieron por él,  destacó “El Coto”, se le notaba más oficio, las banderillas las puso el Director de lidia que había contratado el Ayuntamiento un par de intentos de los subalternos fueron fallidos

Cambió de tercio y nuestro novillero con la muleta en la mano derecha le plantó cara al novillo y le sacó unos cuantos pases en los cuales se evidenciaba que el brazo le resultaba corto para ponerle al novillo la muleta en el morro, lo del terreno lo llevaba a rajatabla, eso sí remataba con una serie de pases en redondo y el consiguiente de pecho, la plaza que estaba abarrotada se volcó en aplausos y “Francho”  se vino arriba le subió la moral y hasta parecía que había perdido el miedo. Cuando tuvo que cambiar el palo por la espada de matar, el color se le cambió y creo que hasta el del traje de luces. Se lo pensaba, miraba al toro por un lado y por otro pero desde ningún ángulo lo veía bien para entrarle, por fin se decidió ante el griterío del publico que opinaba: “por ahí no”, “por ese cuerno te cogerá”, “no está cuadrado”, “trabájalo un poco más” “no te acerques tanto” los gritos y los comentarios lo desconcertaban y decidió hacer oídos sordos y  terminar. Hizo frente al novillo, le tiró la muleta al morro y antes de que el estoque apuntara sobre el lomo del toro se le arrancó, el estoque salió por los aires y él por el suelo , los de la cuadrilla le apartaron el novillo y a él lo sacaron del ruedo,  insistía en continuar, no había sido nada, argumentaba el novillero y así lo hizo, con coraje y rabia se enfrentó al novillo y después de varios intentos, los mozos sujetaron al astado y el Chato lo apuntilló. 

       El espectáculo estaba servido y la “charlotada” no tenía parangón, el público decidió concederle una oreja y sacarlo a hombros, lo habían pasado muy bien.

       Así lo cuento,  porque estuve allí, de todos modos, como decía mi abuelo “ aun vive quien lo cuenta”.   


CARTEL ARCHIVO DON JOSE SANCHO CETINA