lunes, 20 de octubre de 2008

Como han pasado los años ...



El Barrio.
 

Uno de los primeros recuerdos que tengo de las fiestas de San Roque, es a Manolin enseñándome su peña, allí en la plaza de la iglesia, justo en frente de las gradas, en una vieja casa.

Se llamaba, la Bota, o el Trago o el Porron, o algo así, y tenia el nombre sobre la puerta en una talla de madera, y una bodega que parecía sacada de una película de Fumanchu, daba miedo, y lo recuerdo por que en aquellos años, la plaza todavía era el centro de las fiestas y allí, en un chiringuito, me compraron, mi primer revolver. ( Caramba como suena esto, si en lugar de haber nacido en Calamocha hubiese nacido en un pueblo perdido del interior de Texas, daría que pensar).

Un buen día Manolin dejo la adolescencia, pero no por eso dejo de llamarse Manolin, por que iba hacerlo, y apareció en el pueblo como recién llegado de Marte, como la reencarnación de Mazinguer Z, con su casco, sus botas, su mono … a lomos de una ruidosa moto, seria una Ossa, una Bultaco o una Montesa, … no lo sé, un vespino no era, eso si que lo tengo claro.

Para entonces ya era el ídolo indiscutible entre todos nosotros, y lógicamente, dar una vuelta en la moto, nuestra ilusión.

Como bien diría el Tío Jesús:

Joder con el pardal este, ya me lo veo venir, esta noche dirá, tío, que me bajo al pueblo a ver a los amigos, que vuelvo enseguida, y yo le diré, Tete, vete andando.

Ya veras, querrá irse con la moto para subir y bajar la cuesta de la Cerrada Sancho con los autobuses de Zuriaga, que es la moda en las cuadrillas de ahora, ya veras, mañana el nano este vendrá sin dientes, che que valientes que somos la Virgen del Pilar
.

No se dejo los dientes, ni aquel día, ni ninguno otro, pero tal vez de regreso a casa, el mono ya no era de un blanco inmaculado y los lomos de la moto se llevasen algún rasguño.

No tardaron los padres responsables en colocar unas piedras enormes en lo alto con el fin de evitar practica tan peligrosa entre la juventud. Visto lo que se ve y oye hoy, no era nada más que un juego de niños, como cambian los tiempos.

Una mañana apareció por casa el Tío Jesús, y dijo en tono sentencioso y de resignación:

Hostia puta, al Manolin lo han echado a Canarias para hacer la puta mili, mecaguen el copon bendito, la mili de los cojones. En fin, ya me paso a mi, que teniendo enchufe en aquellos años acabe en Murcia, pues el Tete se va Canarias, y mas lejos por que no se puede. Che que mala suerte.
Dos cosas que recuerde de dicha mili:

La primera,

Seria Navidad y el Tío Jesús y Manolo padre volvían del guiñote, bien cargados, ósea, con alguna copa de más por no hacer dos viajes. Al parecer habían quedado con Manolin en que llamaría y allí en casa esperaban la llamada.

Quiso el azar que la primera llamada fuese mi abuela Xaltación, y Manolo padre, todo un carácter cachondo y desenfadado, agarro el teléfono y le contó a mi abuela tal milonga, … bueno esto ya es otra historia, casi le da algo.

Tras la calma, por fin volvió a sonar el teléfono.

Venga cuñao que llama el chico que necesita perras.

Trae, trae el teléfono, ahora si, lo voy a joder vivo, ya veras…

Que follón, la abuela Rosa ya no tenia ganas para mas bromas, y se fue a llamar a la madre de Manolin y acto seguido echo de casa a gritos a los dos, y poco menos que a escobazos.
“Desustanciados, mas que desustanciados, a la calle a despejaros, … redios”.

Y dos:

Durante años y años, y hasta que se mudo a la Canadilla, el Tio Jesús lucio en la muñeca con orgullo el reloj que el Tete Manolin le trajo de las Canarias, lo típico de aquel entonces, un seiko, o radiant o casio, de esfera azul y considerables proporciones, nada del otro mundo, habría costado cien duros, pero por alguna extraña razón había resultado atemporal, y bonito, y sobre todo bueno.

De vez en cuando le provocaba y le decía:

Jo tío, que reloj mas bonito le trajo Manolin, mira que no pasan los años por el

Calla, que no sabes lo mejor. La otra mañana, voy a echar mano a ver la hora, y digo, coño, si se ha parao. Joder que disgusto me lleve, y todo era tocarlo, mirarlo y nada, que no chutaba, claro tantos años, así que lo deje en la mesilla y me puse otro.


Pero yo no me convencía, y me lo eche al coche y dije, cuando pase por Ciruelo entro y que lo mire, total me dirá que lo tire, que valdrá mas la salsa que los caracoles, pues si lo trajo Manolin de los moros, hace ya casi treinta años si no vale na, y un día entre y me dijo el relojero:

Hombre Jesús, le cambiamos la pila y ya esta

Que pila le vas a cambiar si no lleva. Le dije yo

Hombre Jesus, que lleva pila

Que no lleva pila maño, que lo trajo Manolin de las Canarias cuando hizo la mili, que ya va para treinta años, si lo sabré yo que llevo todos estos años dándole cuerda por las noches, que se habrá pasado de rosca sera.

Calla

Hombre

Ves la pila, pues ahora le ponemos esta y a rular, y no le des cuerda, que no le hace falta.

Hala maño, no me jodas, treinta años dándole cuerda y no tenia, y como va a durar una pila tanto tiempo niño.

Pues ya ves, ha salido buena, esta vez te va a costar mas la pila que lo que a el le costara el reloj

Y con que dure la mitad de lo que ha durao esta, ya no vuelvo por aquí.

Y fue pasando el tiempo y todos nos hicimos mayores, y se acabo la mili, la moto, y un buen día apareció por el pueblo en coche, y no un coche cualquiera, si no el mejor que un joven podía tener entonces, el Renault 5, de color blanco, … en este caso dar una vuelta no nos hacia ilusión alguna, que va, lo que mas nos gustaba era subir al coche y poner la música a tope, a los Bee Gees supongo o Tequila o yo que sé, mientras nos enseñaba los entresijos del equipo, el radio casete, los altavoces y aquella cosa tan inútil que llevaban todos los buenos equipos de la época, el ecualizador, ... sube, baja, así se oye mejor, no quita eso, ahora, …

Y llegamos al final, cuando a uno el pueblo se le queda pequeño y deja de venir, unos van otros vienen y ya rara vez coincidimos, aún así, a propósito de todo esto, recuerdo años después que llego Manolin con un ford Scorpio o Sierra y yo estaba por allí, y de nuevo subidos en el coche para ver el equipo y nos contó como esa misma semana había ido al Luis Casanova a ver al Valencia y al salir se había encontrado una ventanilla rota, así que con lógica preocupación le dio un repaso al coche y solo echo de menos una cosa, le habían robado una foto de Madjer, aquel delantero argelino que tuvo el Valencia, “ostras, el equipo ni lo tocaron, hay cada uno por ahí”.

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