sábado, 9 de agosto de 2014

De la procesión de San Roque. Por Don Anselmo Sanz Serrano. LUCHA 1957. Y otras cosas.



Acaba julio y San Roque, está ahí, vuelvo del pueblo, la siguiente generación se ha quedado allí, “verano azul”, se ha quedado allí, con el fin de tomar algo de lo que ya andamos escasos en la familia, acento aragonés. 


A pesar de todo, en realidad no se de que me quejo, si acaso lo hago, me lamento más bien, nada me hubiese gustado más que poder descansar allí.


He caminado desolado por la Fuente del Bosque, asomado al Ratero de piedra y tubos de metal, al lavadero y sus paredes a corros de cal recién pintadas, ocultando los grafitis de nuestra juventud, el rio, el rio, no huele ni bien ni mal, pero en cualquier caso no como antes, me es extraño, acercado al Puente Romano sin logar verlo enmarcado como esta, entre árboles, no consigo fotografiarlo de frente en el sentido el que corre el agua, entre rejas, encarcelado  el batan, en realidad somos nosotros los presos, quieren ver qué es eso del lavadero de lanas, el cuadro que cuelga en el recibidor de casa, lo vemos, he caminado por los huertos yermos de la Serrana, ni aún mosquitos hay, asistido entre el eterno murmullo calamochino, no nos empeñemos, el silencio no es lo nuestro, al acto de las Reinas, todos queremos algo más que hablar, todos queremos que nos oigan, imposible dormir esa noche, hoy cada vez más, al volumen, lo llaman música, levantado al día siguiente sin descansar, he saludado a gente que conozco y ya no me conoce, y también a quien no conozco, todavía pienso que en el pueblo todo el mundo se saluda, y hasta tiempo me ha dado para que me llamen la atención, por andar por donde no debo, como forastero que soy, … ya están aquí los forasteros me dicen, esta vez en tono más cariñoso, al llegar y sentarme en un banco frente a Micheto,  comprado el Heraldo y el Diario Teruel, mientras delante de mi alguien pregunta por La Vanguardia, si hay una Caixa, porque no el periódico pensé, pero no, no estaba… pregunte en mi caso por el libro de Cesar Blasco, Penurias Exquisitas, y estaba agotado, Calamocha lee, empero, del mal, el menos, ya lo leí, solo lo quiero como si de un rolex se tratase, a modo de inversión. Me vuelvo a casa, cañao, acelgas, algún tomate,… lo que resta hasta San Roque, se me antoja eterno.


Son estos, días de calor y espera, de preguntas, de impaciencia e ilusión aunque las fiestas siempre sean lo mismo,  no nos engañemos, no pueden ser de otra forma, de encuentros por llegar,…  días tal vez, los más bonitos del año, sin embargo, los hay, y yo debo ser uno de ellos aunque me empeñe en lo contrario, que piensan en San Roque todos los días del año.

AÑO 2013 Primera Fila



 Así, hace unos meses, en “las tardadas de invierno”, al ver en el santoral a San Antón, San Fabián y San Sebastián, quienes en su día, me pareció recordar, fueron los patrones de la villa, de fuera vendrán, que de casa te echaran, patrones, hasta que llego el francés de Montpellier, San Roque, quién aunque no los echó, el amo se hizo, ellos siguen ahí, en la fachada de la iglesia, en realidad relegados a la última fila. 


Aquel día escribí al Dichero Olvidado, “¿Te imaginas, como debían ser las fiestas mayores en Calamocha, con este frio?,… Suerte, para todos,  llego San Roque. Tú que lo sabes todo, ¿Cómo eran las fiestas decimonónicas en Calamocha con San Fabián y San Sebastián como patrones ”.


Pronto llego la respuesta, decía así: Si no sabemos, o no queremos recordar, lo que paso hace cincuenta años, como quieres que sepamos lo que paso hace más de un siglo, en cualquier caso, para conmemorar, al menos entre tú y yo, como santos devotos del olor a granero que somos, las recientes festividades calamochinas de los santos olvidados, Antón, Fabián y Sebastián, voy a compartir contigo un  recorte de hemeroteca del antiguo periódico Lucha numero 102 de fecha 31-12-1957 el que Don Anselmo Sanz Serano, en su sección Jiloca, escribía de nuestro baile de San Roque.


Artículo que bien merece reaparecer en una de las actualizaciones de Recuerdos de Calamocha, para sorprender a propios y extraños, a ti entre ellos, a todos, quienes en el discurrir de la fiesta, confundimos la tradición con nuestros propios recuerdos, con nuestra juventud, aquella cantinela impertinente de las cosas siempre han sido así, así, hasta donde llega nuestra escasa memoria.


El escrito que te paso, lo vi por vez primera hace unos 40 años en la hemeroteca de Teruel, lo vi y memoricé, porque en aquellos tiempos no había fotocopiadoras, cuatro apuntes y adelante. Luego, años más tarde, me volví tarumba para encontrarlo y hacer una copia.



Con semejante tesoro entre las manos, ayer mismo, hace 27 años, con ocasión del centenario del Baile, hice un atisbo comentando cuatro cosas del mismo en el programa de La Unión. Por supuesto y como imaginas no tuvo ningún eco, pues los peñistas y calamochinos en general estaban más por la labor del chupinazo y el aniversario, que por tales chorradas mías.



Periódico Lucha Número 102  Nochevieja de 1957  Sección Jiloca


Son al menos tres, los  “sanroques” que hay y se ven, aunque parezca que en realidad solo hay uno. En cualquier caso, nadie puede ver los tres a un tiempo. Y a buen seguro hay muchos más.


Uno es el que ven, perciben y sienten quienes viven allí todos los días del año, hielo tras hielo.  


Otro, el que vemos quienes habiendo nacido y vivido allí, ya no recordamos el día en que nos fuimos, y volvemos al pueblo  solo  muy de vez en cuando.


Y otro “sanroque” es el que ven, quienes nunca han estado allí y llegan por primera vez. En el año 1957 Don Anselmo Sanz Serrano, lo veía así.

1995 Calle Zaragoza



Transcribo su artículo letra a letra, así era el día de San Roque hace casi sesenta años, así lo vio, en realidad no hace tanto. 


Leer con atención, asombrarse tal vez, volver a leer,… en negrita parte de lo que más me llamo la atención en torno a la monserga sanroquera de antaño, de ayer mismo, del año en que mi padre se fue a la mili, quizás por eso nada recuerde de esto, recuerde casi lo mismo que quien encontró y guardo este pequeño tesoro impreso, comulgante aquel año. El Arca Santa, el mucho madrugar, el antiguo recorrido, las cofradías y sus banderas al margen de los bailadores, el fanatismo, imaginar cómo sonora el bolero con tambor y dulzaina, la jocosidad y picaresca de antaño, las rosquillas y frutas,  el terminar el baile en la casa del Alcalde, (eso que hoy llaman “escrache”, debió nacer en Calamocha) y el café de la Viuda de Don Benito del Val, tras la camachina… 




Notas históricas de la villa turolense de Calamocha


Por Anselmo Sanz Serrano


(Conclusión)


Una demostración de folclore aragonés la podemos hallar en la villa de Calamocha, presenciando el llamado “Baile de San Roque”.


No existe documento alguno en archivos públicos y particulares, ni por tradición se sabe el origen de este baile. Tiene algún parecido al pasaje bíblico delante del Arca Santa; pero se ignora cuándo y quien pudiera importarle y su procedencia.


 En cuanto la música propia, siempre fue de tambor de gran tamaño y dulzaina que supera en mucho a la gaita de bota gallega, el gaitero aragonés, genuino y con variaciones distintas de compas enérgico y nada tiene de indolente y monótono, como aquellas marcado a saltos, menudos de tres y cuatro tiempos, según la partitura, rápidos con viveza y agilidad, dos cortos y uno largo, y dos largos y dos cortos respectivamente. 


Hace unos cincuenta años fue organizada la primera banda de música moderna, pues la de cuerda no daría resultado para esta especialidad, quedando por tanto relegada al olvido la de gaiteros.

El excelente organista don Manuel Marina Martinez, compuso la primera pieza o “monserga” musical, la cual no ha sufrido alteración ni variación, ni en tonos, ni en medida de tiempo, constando de cuatro breves partes. 


No tiene aplicación nada más que para este peculiar baile; siempre se toca en él, pareciendo siempre nuevo y excitante a la alegría. Ignoramos los aires que tocarían los gaiteros o si el maestro Marina se inspiraría en los que de antiguo venían tocando. Con instrumental moderno, hay algunos solos de cornetín o bombardero barítono, siendo siempre el redoblante el marcador del aire y del compas variado, para ser llevado por los bailadores con uniformidad.

Uso del Baile de San Roque.


Solo una vez al año se usa y es el día del patrón de la villa de Calamocha, San Roque, el 16 de agosto y nada más por la mañana, para acompañar la procesión desde la iglesia parroquial hasta la ermita del antiguo convento, hace muchos años derruido y restaurado posteriormente. 

1992



Hay próximamente un kilometro de distancia cuyo recorrido dura una hora de ida y otra de vuelta, con más otras dos oyendo al misa y sermón, para volver la punto de partida. Antes de la restauración del convento, recorrían solamente las calles de la localidad. Esta fatigosa tarea da comienzo a las siete de la mañana, y termina al mediodía, con pocos descansos y la estancia en la ermita. 


Indumentaria de los bailadores y su número.


El número constante de aficionados no baja de sesenta y el entusiasmo se trasmite de padres a hijos, como un vínculo sagrado, comenzando a la edad de 14 y 16 años y terminando a los sesenta y más. En algunos, este baile tradicional lo baila con una afición rayana en el fanatismo. No forman cofradía ni sociedad de ninguna clase

Año 1972 La Cama en la Calle Zaragoza



En cuanto a la vestimenta es la peculiar del país, con alguna variante como día de fiesta; camisa fina blanca, sin chaqueta ni chaleco, faja morada de fina sarga a la cintura, y encima el pañuelo de la cabeza atado, el cual es de rigor fino y matizada seda, pantalón de pana color claro los jóvenes, y calzón de paño fino los ancianos, dejando colgar las cintas negras, y la boca del calzoncillo también descolgante, media de lana, color gris claro con artísticas labores, calados, botones y otros dibujos hechos, por las propias familias, calzando alpargata blanca, abierta, con anchos lazos negros a los miñon, pasados por la parte anterior y posterior del pie.


Manera de Bailarlo.


Se colocan en dos filas, en la puerta de la iglesia dejando pasar delante las peanas de las seis cofradías, precedidas de sus respectivas banderas de seda, altas y hermosas, y esta comitiva es cerrada por la imagen, del santo ósea San Roque. Esta imagen va engalanada con una capa de seda y en el cayado, con su calabaza en la punta, así como del cuello del perro que acompaña a la imagen, cuelgan rosquillas y frutas.
Año 1972  San Roquico a la altura de León Muñoz


 Inmediatamente y delante van las filas de bailadores. Los clérigos entonan los canticos religiosos, alternando con la marcha de la música que toca la consabida pieza ya famosa en Calamocha y lugares circunvecinos. Al compas de aquel, raro, pero alegre baile, marchan cadenciosamente avanzando, de costado y siempre una fila enfrente de otra, los cuales al cambiar el compas, el tambor, los bailadores o danzantes cambian también de lado, cruzándose a la par a semejanza del baile gallego. 


La nota característica de este baile es el acompasado unisonó que producen las pulgarilas o castañuelas, cada cual con sus pares adornadas de cintas, o flores y elevando las manos a la altura de la cabeza.


 El jefe de la cuadrilla, - si así puede llamarse, porque no tiene nombre definido-  es acatado por los danzantes y no usa pulgarillas pero lleva una gayata corta, agarrada por la parte curva  y en la punta levantada cuando es posible, cuelgan pañuelos y cintas multicolores, con una calabacica, emblema de la función, o de los atributos del Santo Patrono. En tal disposición los bailarines, el jefe recorre atrás y adelante, por en medio de las filas, a guisa de bastonera. Los habitantes de Calamocha recuerdan aún entre los más famosos el apodado tío “Pichón” y “El Chopo” como los más diestros en dirigir la danza. Estos dejan a sus descendientes como herencia el referido palo con su calabacín. 


Muchas veces se interrumpe la música y el baile, durante la procesión, para recitar cuartetos o versos alusivos al Santo, los más inspirados “vates” calamochinos. Son coplas sencillas de diferentes metros, que comenzando por el “guardián” o jefe de la comparsa, recitan en voz alta, aludiendo picarescamente a algún suceso local, alabanzas o menosprecio a determinadas personas, que sean conocidas por cualidades excepcionales. También suele aludir al Santo, a sus atributos o a la función en general, pero procurando siempre cultivar la parte jocosa. En esto no hay orden ni turno establecido. Al final de cada composición, tienen por costumbre vitorear a San Roque. 


Hacemos mención de algunas de estas populares exposiciones en verso,  y que dicen así:


“El milagroso San Roque,

en Montpelier fue nacido,

con la cruz roja en el pecho

para ser más distinguido.

Y elegido por Patrón,

a Calamocha ha venido

a librarnos de la peste,

lo que con fervor le pido”.



“A nuestro Patrón San Roque,

le regalaré un vestido

de tafetán colorado

si me da lo que le pido:

que me guarde la mujer,

la burrica y el cochino,

y si no me lo ha de dar

no lo tendré por amigo”.


El ilustre turolense señor Gisbert trazo a pluma un artístico dibujo del “bastonero” o “guión” de esta singular procesión del cual hizo generosa donación al Cronista de Teruel, don Domingo Gascón, con destino al museo turolense.


Una vez de regreso a la iglesia toda la concurrencia, con el mismo orden que al ir a la ermita de San Roque, los bailadores esperan en la puerta al párroco y al alcalde, acompañándoles hasta su domicilio. Esto lo hacen sin dejar de baila y recitar sus coplas, siendo gratificadas para celebrar la merienda aquella misma tarde, la cual denominan con el nombre de “camachina”.


NOTAS ADICIONALES


Otro de los hijos ilustres de Calamocha fue don Antonio Alpeñes, del siglo XVII, presbítero, poseedor de grandes riquezas que empleo en fundaciones benéficas y religiosas.


Don Tomás Garcés, en el siglo XVIII, jesuita rector en Zaragoza, escribió algunas biografías y obras cronológicas.


Otro jesuita, pariente del anterior, el padre Pedro Garcés, nacido en enero de 1703, doto a su pueblo natal de un precioso relicario.


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TORREFACCION DE CAFES

Vda. De Benito del Val


Calamocha


Y así vio aquel hombre Don Anselmo Sanz Serrano, a decir de google Cronista de Teruel, entre otras muchas cosas, lo que fue la Monserga San Roquera, antaño, perdón, hace 57 años. Todo, al menos a mí, me parece ya más que lejano, ajeno.

 Y así como escribo a continuación hemos vivido los últimos años San Roque, nosotros, que ya no somos de Calamocha. 

1995 Antonio



Apuntes de San Roque medio siglo después.


Cuando a mediados de verano decíamos “vamos a Calamocha a salir en la procesión”, automáticamente preguntaban: “la que nos vestimos de morado o la que se baila”. Para su disgusto contestábamos “Son las fiestas, es la que se baila”. Ellas respondían  “Nos lo pasamos mejor en la otra”.


Con ello estaba dicho prácticamente todo, se divertían más en Semana Santa que en San Roque, y ello daba que pensar y mucho si no debería ser al revés. En Semana Santa se sienten más participes, se organizan ellas mismas, sus filas,  se sienten útiles, se les deja hacer, se acercan a la peana, tiran del carro, tocan el santo, en suma se sienten importantes y al terminar tan sumo tostón, dios nos perdone por así pensar, les damos caramelos, chuches, pegatinas, cualquier cosa. Son críos.

Bailaran tal vez unos años más, no sé cuantos, en la familia no hay tradición de bailar, y a lo igual que se ven herederas del Nazareno no se ven herederas de San Roque, lo perciben como algo lejano, y ajeno, bailan pero prácticamente no se les corresponde fuera de la familia, no se les agradece de alguna manera, y si reciben algún comentario es mas para corregir en pro de que todo salga bonito,  que para animar. 


Se vigila que bailen bien, que vistan de una manera determinada, que todo este perfecto, y cada procesión les parece un examen….. Bailan pero no saben ni porque ni para que…  No ven al santo, y eso les hace perder el sentido de la procesión, pensar que por muchos bailadores del pueblo que haya, los de” fuera” son casi con seguridad mayoría y no nos engañemos, la referencia sanroquera conforme en la vida te alejas de Calamocha se diluye.


Años hace que mi Tía Carmen decidió regalarle una capa al santo, ella y mi abuela se dieron cuenta de que yo y el santo en aquel momento éramos parejos, me midieron y en algún lugar de Valencia hicieron una capa para mí. Al año siguiente antes de entregarla a su eterno dueño, me la probaron, no había duda, era mi capa. Las monjas habían hecho un gran trabajo. Ahora solo faltaba que le valiese al santo.


Aquel hecho, el de ponerme la capa, en el patio de mi abuela, lo recuerdo con un cariño inmenso, fui santo por unos instantes, elevado a los altares del Perion, ambas hermanas convinieron que mi vida seria afortunada, larga y la salud no me iba a faltar, por el hecho de haber sido vestido con la capa de nuestro glorioso patrón, si quiera unos instantes. El tiempo les ha dado la razón. Aquí estoy. No me puedo quejar. Vivo además sigo.


 El hecho de llevar la capa no es que aumentara mi pasión por San Roque, ya que con el Nazareno tengo bastante, pero casi. Todos los años, lo primero que miro es si el santo lleva o no mi capa. 


Si conmigo funciono, tal vez lo hiciese con el resto de niños, lo que daría por haber tenido una foto del día en que me puse la capa, lo mismo sin duda, que por haberles puesto la capa a la siguiente generación y retratarlas.


A lo igual que a muchos niños se les pasa por el manto de la Virgen del Pilar, porque a un niño calamochino no se puede  pasar  por la Capa de San Roque, una, dos … las veces que quiera y hacerse una foto con la capa puesta y San Roque detrás…  Ver, tocar a San Roque. Conocerlo.


En cuanto a la vestimenta es la peculiar del país,; camisa fina blanca, faja morada a la cintura, y encima el pañuelo de la cabeza atado, el cual es de rigor fino y matizada seda, pantalón de pana color claro los jóvenes, y calzón de paño fino los ancianos, dejando colgar las cintas negras, y la boca del calzoncillo también descolgante, media de lana, color gris claro con artísticas labores, calados, botones y otros dibujos hechos, por las propias familias, calzando alpargata blanca, abierta, con anchos lazos negros a los miñon, pasados por la parte anterior y posterior del pie.


Nos comentaron, entre las filas, hace unos años ya, que en la procesión que no se debia bailar con una camiseta de tirantes, la cual habiamos comprado para la ocasión, hace tanto calor en las fiestas, para estrenar ese día, venir de lejos, juntar días de vacaciones, tratar de colaborar con el pueblo y hacer de la procesión entre todos algo aún más grande, para que te digan,… mañana camisa con botones. 


 Al día siguiente no queríamos bailar, no teníamos camisa con botones, y como niños que somos, teníamos miedo, miedo a, no cumplir las “normas”, a la altura del Casino lo dejamos. 

Al año siguiente, volvimos ya con camisa de botones, pero con algo menos de ilusión al temer fallar en algo. Así han ido pasando los años.


No lo sabíamos, aquel día lo aprendimos, el baile tenía ya su forma de vestir, adiós a la espontaneidad, adiós al cachirulo con el que bailaba el padre de uno, la faja del otro, las gafas de sol, tal vez en realidad graduadas, de quien sin dormir baila, la camiseta de España 82… las zapatillas de Spiderman o de Tarta de Fresa.


El siguiente que paso con el tiempo vendrá desde la tribuna no está claro, pero da miedo pensarlo…. Para bailar tendremos que saber bailar, y aquel que no sepa llevar el compas, que pierda el paso, se retire, se quede en casa.


Han ido pasando los años, y cada vez nos cuesta más que los niños “entren en filas”, nunca mejor dicho y bailen, empiezan a no querer, y pronto, no habra más remedio que dejarles libertad, les corrigen constantemente, les dan ordenes, y pare ello han de chillar, y los críos de hoy, no están acostumbrados, es más, les cuesta entender que en lo que debe ser una fiesta, se quiera imponer el rigor a rajatabla. No se divierten.

2013



Piden a grito monitores, como en el colegio, como en las excursiones, esos que cuando los ves, piensas, ¿pero en manos de quien los dejo?... Una docena de jóvenes que bailasen en las primeras filas entre ellos, que cada pareja de voluntarios-as se hiciese cargo de una docena de críos, aunque se rompiese la estética de la altura, y hasta del uniforme por llevar un peto que les diferencie y les de un punto de autoridad al que los niños puedan recurrir, tengo sed, me canso, puedo ir andando… Voluntarios que en tres días conozcan sus nombres, les animen, les ayuden, y hagan a los niños sentirse útiles. 


El excelente organista don Manuel Marina Martinez, compuso la primera pieza o “monserga” musical,.

No tiene aplicación nada más que para este peculiar baile; siempre se toca en él, pareciendo siempre nuevo y excitante a la alegría.

Solo una vez al año se usa y es el día del patrón de la villa de Calamocha

Notas del Baile a San Roque 2010



A caballo entre los ochenta y los noventa, esperaba junto a mi Tío Antonio el comienzo de la procesión, cuando él, recabo en un detalle que le llamo la atención y entre sorprendido y curioso sin saber que pensar ni para donde mirar dijo: 


“Y estos desustanciaos, que cojones están tocando, que música es esa, y eso es que es, pues no está desfilando los del  ayuntamiento como antaño”.


 La Banda de Encinacorba en todo su esplendor de finales de los ochenta se había puesto a tocar, a la par que los concejales salían de la casa del pueblo, cruzando en aparente formación la plaza, rumbo a ocupar su puesto en la procesión, para que esta empezase. “Están tocando el Himno de Aragón, ese que han sacado ahora”. Le conteste. Mi tío se quedo perplejo, y al cabo de un rato largo reacciono.


“Mecagüen la puta maño, con las músicas y las monsergas, que manera de dar la tabarra los uno y los otros, y eso que cojones pinta en la procesión, aquí, solo con el baile tenemos bastante, lo demás sobra, las demás músicas sean las que sean, fuera, aquí el bolero y punto”.


Cocinero antes que fraile, nacido a principios de los veinte había bailado, visto y escuchado, casi más que nadie, y no pudo por menos que recordar y decir:


“Coño maño, ya estamos con la música y las hostias otra vez,… no escarmentamos, que manera de complicarnos la vida, aquí el día San Roque, el bolero y punto, los pasodobles y demás, para la verbena… 

Me acuerdo como si fuera hoy, que además, creo que fue la única vez que he visto llover en la procesión, que ahí en el porche de la iglesia a la salida del santo un año bailamos el Himno de Riego, el de la República… menuda se preparo, así que al poco tiempo sacaron el santo y se pusieron a tocar el Cara el Sol… luego ya se calmo y ya no sé ni si se tocaba el Himno de España o no… y ahora me salen con estas, vuelta a empezar. Que se dejen de historias y músicas y toquen lo que toca”.


Muchas veces se interrumpe la música y el baile, durante la procesión, para recitar cuartetos o versos alusivos al Santo, los más inspirados “vates” calamochinos. aludiendo picarescamente a algún suceso local, alabanzas o menosprecio a determinadas personas, procurando siempre cultivar la parte jocosa


Preocupados por la estética, por las filas, por el baile y la  música, los Dichos agonizan, a veces da la impresión, que tarde o temprano desaparecerán… Parte de la comida de San Roque año tras año, nos la pasamos hablando de lo mismo.


Lo mejor para destetar al pollino es matar a la burra, urge de manera inmediata, y por el bien de todos, antes de que se convierta en una tradición y en Calamocha pasemos a tener muertos de primera y muertos de segunda, prohibirnos los dichos a los muertos,… vale, se me ha ido la mano, todo se pega, recomendar no echarlos, en cualquier caso, no prohibir, basta de prohibir, autocensurarnos, lo mismo que se nos recomienda y no se obliga bailar con camisa de botones. A ser posible ni uno más. 


No podemos, no debiriamos, ir a la procesión esperando que fulano o mengano, muertos ese año, tengan su dicho o sus dichos si tienen docenas de parientes…. Menos aún, si para la fiesta, si para el Baile en vida no supusieron  nada más que meros espectadores o ni eso. Descanse en paz los muertos.


Si difícil se antoja lo anterior, alguien que por primera vez vea la procesión y escuche los Dichos, puede dar en pensar, que esta, la procesión, no es son sino un homenaje a quien nos dejo,  no menos difícil seria lo siguiente, dado que mueren los Dichos tradicionales víctima de la globalización… y eso si que es una pena. 

Cuesta entre los muertos y estos dichos, hallar uno que trate algo puramente calamochino, vamos que resulta cuasi imposible sentir uno, imponemos la política mundial, nacional o regional, y abandonamos lo local, no queremos molestar,… 


Criticamos a quien no puede oirnos, pero ni siquiera hablamos de quienes tras el santo o caminando por las aceras, van en la procesión, de nada sirve ya la impunidad que nos da el palitroque, es un contrasentido. Puede el palo quedarse en la iglesia.


El jefe de la cuadrilla, - si así puede llamarse, porque no tiene nombre definido-  es acatado por los danzantes y no usa pulgarillas pero lleva una gayata corta, agarrada por la parte curva  y en la punta levantada cuando es posible, cuelgan pañuelos y cintas multicolores, con una calabacica, emblema de la función, o de los atributos del Santo Patrono

El Palitroque del Dichero 1982 



Tendriamos que tratar de volver los Dichos, al santo, pedirle cuentas, rogarle, agradecerle y volver tambien al pueblo, olvidarnos de los problemas mundiales aun siendo tan gordos y aun estando cada vez más cerca, al menos  mientras haya un bordillo en el Barrio de las Escuelas fuera de su sitio, lugar donde podamos tropezar y partirnos la crisma, aunque pueda uno pasar décadas sin pasear por allí, ese bordillo debería ser más importante que cualquier otra cosa ocurrida entre  Paris y Tombuctú. 


Pero quien le pone el cascabel al gato, quien en un pueblo es capaz de decir lo que piensa con gracia, sin ofender, lo que todos piensan, lo que todos quieren oír, como parece se hacía antes… 

Ya no es solo que no se critica, ocurre también que ni decimos lo que vemos, perdida la picaresca. Y a los que ya no somos de Calamocha, como supongo a los demás, nos gusta enterarnos de todo.


 A donde iremos a parar, arreglaremos el hambre en el mundo, repartiremos los tesoros del Vaticano, pero seguiremos tropezando en el bordillo del Barrio de las Escuelas, donde los coches bajan a diario a toda velocidad, a la espera de consumar una tragedia.  


Años y muchos hace ya que le hablaba de la procesión a mi amigo el riojano y él me hablaba de su pueblo, y allí los dichos, el pregón, las alabanzas,… llego un año que los “profesionalizaron”, para evitar males mayores, males de todo tipo. 


Así que a partir de aquel año, los “dichos” se escribían y se entregaban a los dicheros y estos los pronunciaban, haciendo una selección, dando el tono adecuado en su dicción, …se proponían temas, se elegían los mejores… y luego se publicaba de quien era cada dicho.


Resulta excesivo aquello, pero también tiene su punto, de todo se puede aprovechar algo, el Dichero profesional bien podría existir, para echar los dichos de otros, de aquel que escribe uno y la falta de experiencia le hace que nadie entienda lo que dice,… 

Dárselo en la procesión, que se lo estudie y que lo eche con gracia y salero, con tono maño, con dicción calamochina, que también hemos ya dejado por el camino.


Una vez de regreso a la iglesia los bailadores esperan en la puerta al párroco y al alcalde, acompañándoles hasta su domicilio. Esto lo hacen sin dejar de baila y recitar sus coplas, siendo gratificadas para celebrar la merienda aquella misma tarde, la cual denominan con el nombre de “camachina”.


Acaba la procesión del día 16 y qué pasa luego, los del Barrio Bajo se van a coger sitio al Mirador y los otros, los de los arrabales,  al Minino, ¿queda alguien en la iglesia?, ¿pero hay misa?,… casi da pena, después de haber hecho lo más difícil, no terminar la mañana acompañando al santo hasta el final.


Ahora que la plaza es otra, y bajo la generosa sombra de la iglesia con el rio las Monjas de fondo, en lo que fuera el frontón, bien se podría decir misa, que lo bueno si breve dos veces bueno, como ocurre el día del Santo Cristo.


Acabo ya, que ya está bien.


La Virgen tiene su día, San Roque tiene su día, San  Roquico tiene su día, si todos que salen en procesión tienen su día, hagamos  del perro, un santo más, que también va en la peana, que también sale, que tenga su día. 14 De Agosto, día del Perro de San Roque. Comienzan las fiestas. 

El Chupinazo Calle Mayor 2009


 Felices Fiestas de San Roque. Año 2014


jueves, 17 de julio de 2014

El Tio Jorge y la Tía María.



Mi madre cambio de conversación.  Sera que no te acuerdas, insistía, el Tío Jorge y la Tía Maria siempre han estado en la familia, a falta veces habremos hablado de ellos. ¿Venga hombre, como no te vas acordar…?

El caso es que yo, jamás en la vida había sentido hablar de ellos, ni del Tío Jorge, ni de su mujer, la Tía María. Mi madre no salía de su asombro, pero en realidad era yo, el asombrado,  quien no podía creer lo que estaba escuchando. Así a bote pronto, al ver en la carretera el cartel que señalaba el desvío a Albentosa. Mi madre cambio de conversación

Dejó las historias de Francia, con las cuales un día más venia dándome la tabarra desde que salimos de Calamocha, su tema, sin duda,  favorito cuando estamos solos, como queriendo, una vez más que  le cuente y explique lo evidente pero con la esperanza de encontrar un distinto final. 

Para mí, hubo suerte el cartel le hizo cambiar de conversación. Aunque pueda parecer lo contario, rara vez pregunto, los recuerdos, surgen solos. Se trata de escuchar. De esperar.

Fíjate tu, ahora, me decía, lo cerca que esta hoy Albentosa de Calamocha y lo lejos que estaba entonces, te hablo de hace cincuenta años, o más. Cuando llegar te suponía un día. Las últimas veces, ya me dejaban venir sola a ver a la Abuela Emilia, que estaba aquí con el Secretario y su familia. 

Me acuerdo como si fuera hoy, en Albentosa nació el primo José Vicente, el Viçen que dice la Rosa, y la que se preparo con aquello fue buena, toda una dijenda, que andaba de boca en boca por el pueblo “eso son cosas de los de Calamocha, vendrá de lejos, ellos sabrán” decían los de allí, que no acertaban a comprender nada, lo mismo que el pobre Secretario, el Victor, con lo sentido que era él para todo. La que se le vino encima, al nacer el Viçen.

El primo nació con el calor de julio, a principios de semana, y ya sabes cómo era la cosa entonces, nacer y bautizar, a escape había que correr a echarles agua bendita a los zagales, pero, hazte cuenta en aquellos años.

Entre unas cosas y otras, nacería, mandarían recado, de que todo había ido bien y era por fin un crio,  ya sabes el Tio, la preocupación que siempre llevaba por que el apellido no se perdiera, mandarían recado a Calamocha, y al resto de la familia, porque ellos allí estaban solos, y nos enteraríamos un par de días o tres después, daríamos traslado con una cosa u otra, total que para el domingo no llegábamos a bautizarlo ni aun corriendo, ni unos ni otros.

Y así paso lo que  paso, en aquellos años todo el mundo iba a misa, no había otra cosa mejor que hacer, y más el tío, siendo como era el Secretario del Ayuntamiento, casi tenia la obligación de ir,  pues toda esa gente, no podía faltar, que si el maestro, el médico, y el cura claro, el cura tampoco faltaba.

 El único que falto aquel día a misa en Albentosa fue el primo recién nacido. Y el Tío Victor, pues bien te acordaras también que era muy sentido y le gustaba tenerlo todo dispuesto, y se ve que había hablado cuando fuera con cura y le diría, no creo que se le olvidara semejante cosa,  que el bautizo seria más adelante, porque la familia no podía venir. Y Aquello al cura le debió sonar a excusa.

Y que te crees que paso, pues que va el cura, y en mitad del sermón, delante de todo el pueblo, a voz en grito, enfadao como un demonio,  señala al Tio y a toda su familia y empieza a echarle en cara, que si esto que si lo otro, y pregunta que donde está el zagal, que si lo iba a bautizar o no, que si las hermanas estarían bautizadas o no, que él como Secretario  iba de pueblo en pueblo y a saber, lo que hacía y dejaba de hacer.

 Y el cura venga a cascar sin parar, a dónde íbamos a llegar con esa juventud que debía dar ejemplo, y más trabajando en el ayuntamiento,…, el Tío se ve que de pocas se muere del disgusto. Para el cura aquello era lo que faltaba por ver, ya nada se respetaba, a donde iría la cosa a parar. Así que acabo la misa, y en todo el pueblo ya no se hablaba de otra cosa, si seria o no verdad lo que decía el cura, si lo bautizarían o no, y vete a saber tu si el resto lo estaban. 

En todo el verano no se hablaría de otra cosa, y más porque el Tio, de aquella, se echo al monte. Y los días pasaban y la cantinela del cura, seguía siendo la misma, ¿A qué esperáis?.  




Yo no sé muy bien porque, ni a santo de qué, pero el caso es que el padrino del primo iba a ser el Tío Jorge, ya mayor, coño viejo ya para aquel entonces, si tendría  más de cincuenta años, ya lo creo, mayor que mi padre, y vivía  el padrino en Valencia, con su mujer, la Tía Maria, el era primo hermano del abuelo, y del Victor claro, de la familia Meléndez que les quedaba nacida por  Odón, y la mujer creo que era de Daroca o de Calatayud, ya no lo sé.

 El caso es que para más liar la cosa, trabajan en el puerto de Valencia a turnos, de modo que no podían ir al bautizo hasta no se cuantísimos días después, ya que a mi ver se ve que hacían fiesta un domingo cada uno o dos meses.Imagina. Ese domingo al cabo las mil fue el del bautizo.  

Espera, que casi se me olvida, el cura era amigo del Tío, coño,  venia la cosa de lejos, el cura era de Calamocha, un hermano de Leo el del Estanco, se conocían de años atrás, por eso la gente cascaba tanto, “esto viene de lejos, de Calamocha”. El Tío no le encontraba explicación alguna.

Al final lo bautizaron, subió toda la familia, nosotros en tren desde Calamocha hasta Rubielos, uno de esos dos pueblos no sé cual, allí bajabas y la Abuela Emilia ya nos estaba, como todas veces que fuimos, esperando. De allí a Albentosa había un trozo grandísimo, pero mucho, lejos de verdad, había que andar, pues como de Calamocha a Torrijo, por medio del monte.

 La Abuela Emilia, no recuerdo a mujer más echada para adelante que ella, mira que no se le ponía nada de por medio, ni siquiera mi madre y eso que se las traía, era así, ella ya llevaba el doble de camino, y recuerdo que nos decía, “esto maños, está lleno de Maquis, aquí tirar para adelante y a casa, ver, oír y callar,  si nos salen al paso, dejarme hablar a mí, yo saludare, daré razón de quiénes somos y a donde vamos, y a seguir camino, aquí nadie ha visto nada, así que todos a callar, lo digo por ti maña, le decía a mi madre, no me vayas a empezar aquí una revolución, por este, por el abuelo, no paso pena, este se va con cualquiera y nada le incomoda”. No vimos a nadie.

Después del bautizo creo que la Abuela Emilia se fue a Valencia con sus sobrinos, con el Tío Jorge y la Tía Maria, y hasta creo que yo me fui con ellos. No me hagas mucho caso, pero pase unas cuantas temporadas allá en Valencia en su casa, por llamar de alguna manera al lugar donde vivían, no te puedes dar una idea del pitañar aquel en el puerto en el que estaban, en medio de campos, en un bloque de pisos o lo que fuera aquello, que ni aun puertas ni ventanas tenían, a medio oscuras todo el día, todo manga por hombro, sin agua, todos revueltos por allí, unos que entraban otros que salían, que ya no sabias ni en casa de quien estabas, y eran, los más felices del mundo, no te puedes dar una idea de lo bien que aseguraban se vivía allí, con toda esa gente de vecinos y en la calle todo el día, porque dentro no se podía casi ni estar. 

Gracias a dios, la Tía Presen, la hermana de la Felisa, ya de la otra rama de la familia vivía un poco más allá, cerca, cerca, y yo iba y venía de una casa a otra haciendo faenas, … y en cuanto podía me quedaba con la Presen, que esta sí, tenía una casa como dios manda. Entre ellos, el Tío Jorge y la Tía Presen aunque no eran familia, como si lo fuesen, a todas horas se juntaban. 

Aún recuerdo una de aquellas. Venga decían, que va a venir a Valencia el Secretario con toda la familia, y enseguida el Tio Jorge con la Presen, veniros vosotros también a comer, mañana me ire con la chiquilla al mercado de Ruzafa, comprare anguilas y comeremos “allipebre”. Mira, se me llevo al mercado, una paliza de ir y venir que para qué y yo que me lo veo comprando culebras, un cesto hasta arriba y el venga hablar de lo buenas que eran,… y yo un miedo, solo hacía que pensar, y eso vamos a comer… mala me puse, y a ellos cuanto les gustaba comer eso, y para terminar a la vuelta el Tio Victor había mandado recado que no venían, … una semana comiendo anguilas, una semana en ayunas que estuve. En fin, todo aquello se acabo ya.

La última vez que fui a Albentosa, ya vine sola, y andando de la estación al pueblo con un miedo terrible, nadie salió a buscarme, no sé si eran fiestas o que pasaba y tu Tío Jesús que tenía que haber salido, se durmió, y la Abuela Emilia, no lo despertó, ya vendrá, … Y yo venga a pensar en los Maquis, si la Abuela Emilia les habría dicho que venía o no y que me dejaran pasar… que miedo he tenido siempre a todo. Ale, ya estamos en Segorbe.

Aquí estuvo muchos años viviendo un hijo de la Tía Presen que era ferroviario en eso de la Renfe y los trenes,  cada dos por tres estaba en Calamocha, como el abuelo siempre andaba por la estación descargando trenes, uno u otro le decía, “Tu sobrino el de Segorbe bajara a verte tal día, que le mates un pollo”.

 Menuda amistad había entonces entre las familias, luego todo se perdió… el abuelo le temía más que un nublao cuando por estas fechas de Semana Santa, le llegaba el recado “no compres tocino, que bajara tu sobrino de Segorbe y dice que te lo trae y que corras la voz”. 

Como no pagaba billete por ser trabajador de Renfe venia a cualquier hora y se presentaba con una retahíla de tocinos, unos para casa y otros para vender, conociéndolo a él y a la familia en general, si ellos no criaban, de ande los sacaría.  El abuelo Casimiro decía, “mecaguen el copón otro año que nos jode este con los animales, no comeremos jamón.  No he visto cosa más fura y fina que un tocino valenciano”     

 De los Años de la Cazalla. El Bautizo.

martes, 1 de julio de 2014

JILOCA. El rio que nos lleva.



En la sección Jiloca de aquel día, el Lucha, lo que hoy sería el Diario de Teruel, hablaba de paisaje, de reforestación como forma de evitar la erosión y ganar pastos, un éxito sin precedente ya alabado, remarcaba, tanto por contrarios, como por “adictos”  de cultivo en tierra baldía y laderas siguiendo la lógica de las curvas de nivel, de poesía, de historia. Decía así uno de sus párrafos: 

Reforestación 

… Por otra parte el elevado número de jornales invertidos en la misma quedan en poder de los más menesterosos que con su trabajo, están llevando a cabo la importante tarea de reforestación.

Por medio de nuestro periódico Lucha, hacemos un llamamiento a todos los pueblos, que sus aguas afluyen al Rio Jiloca, para que siguiendo el ejemplo de estos pueblos, no vacilen en llevar a cabo la repoblación, con la doble finalidad de aumentar sus riquezas y a la vez evitar que las tormentas, y precipitaciones produzcan los efectos, tan desastrosos que hemos conocido en estos últimos años, en la fértil vega del Jiloca, donde muchas familias se ven obligadas a la emigración, al ser arrasadas sus cosechas, y echadas abajo las ilusiones de todo un año de trabajo, aparte de los innumerables desastres que se producen en las vías de comunicación y propiedades.

XXX 

Han pasado más de cincuenta años y seguimos en las mismas, cuando no por una cosa por otra, la casa sin barrer, en este caso, el rio sin limpiar. Lo mismo que hace medio siglo. La cosa no cambia, ni cambiara, no lo esperes.

Queda el consuelo, para eso están las hemerotecas de cajón, los periódicos viejos con los que nuestras abuelas cubrían el fondo de los cajones, aquí un ejemplo, que ahora si saber ni cómo ni porque uno se pone a leer, aburrido de leer tantas y tan importantes cosas como nos cuentan hoy los periódicos.

 Habrá estado ahí todos estos años, desde la década de los cincuenta, pero ni caso, lo mismo que al rio, ni caso. No le he hecho ni caso, no le hacemos ni caso. Pero tanto el periódico como el rio, han logrado llegar hasta nuestros días, lo cual me da pie a pensar, que me sobrevivirán sin esfuerzo.

Sin firma, o firmado como X.X.X eran otros tiempos, nada fáciles a la hora de criticar ni menos aun, a la hora de pedir lo que hoy llamaríamos responsabilidades, ¿a quién?, vete tu a saber, al Maestro Armero. Sin embargo lo hacían. Un llamamiento a todos sus pueblos…

Ahí están los trozos de periódico viejo, para recordarnos que poco o nada ha cambiado, que ya entonces había quien clamaba al cielo y al Maestro Armero a un tiempo, como lo hay ahora, por que hiciesen, hiciésemos,  algo por ese rio llamado Jiloca, que nos dio la vida, riqueza que poco a poco se nos escapa de las manos.



Pd Entre las fotos, veinte años de diferencia, como dice el tango, “veinte años no es nada”.

 AÑO 2013
 AÑO 1995



 AÑO 2013
 AÑO 1994

martes, 17 de junio de 2014

El día del Corpus del año 1974 en Calamocha.

Aquellos calamochinos que nacieron en el cada vez más lejano año de 1966 comulgaron, de la mano de Mosén Salustiano, un  jueves 23 de mayo de 1974, tal y como puede leerse en los recordatorios de aquel ya tan igualmente lejano como señalado día en el cual se celebraba la festividad de la Ascensión. 

Ocurre, a veces, que aún teniendo las fotografías frente a ti, se hace enormemente difícil recordar algo, por momentos no crees lo que ves, y hasta llegas a pensar, que de no existir el testimonio gráfico que tienes entre las manos, aquello jamás habría ocurrido. 

Concluyes no sin cierta tristeza pensando en la de cosas que habremos olvidado, al no haber de las mismas, ninguna foto que de vez en cuando nos recuerde lo que fuimos, camino de llegar a ser lo que somos, o algún día seremos.

En cualquier caso, afortunadamente aún hay quien de vez en cuando se acuerda de todas esas cosas caídas para la mayoría en el olvido, lógica consecuencia lo uno y lo otro, el olvido y el recuerdo, del paso de los años. 

Así, alguien un buen día, aún sin venir a cuento, lo mismo sea San Roque que la maltrecha Semana Santa,  pregunta sin venir a cuento, te acuerdas, o lo habré soñado yo, cuando éramos zagales después de comulgar, el día del Corpus, el domingo en sí, porque ese jueves no era fiesta, verdad, que nos volvían a vestir con el traje de comunión y salíamos en procesión con unos santos diminutos. 



La foto está tomada a la entrada de la Castellana, en el comienzo de la procesión, aquel lejano día del Corpus del año 1974, hace ya cuarenta años. Se dice pronto, y pensarlo, recordarlo da miedo.

Lástima que en esta foto, alguno de los menos templados de la quinta, dado que se comulgaba por riguroso orden de sección, o de sabiduría con respeto al catecismo, de listos a torpes, en acorde con aquellos tiempos del blanco y negro, perdón, de listos a menos listos, así se diría en los tiempos que nos hacen correr hoy, como digo, alguno de las últimas filas, el gracioso de turno seria, estropeo aquella tarde, al tiempo que dio hoy un sentido interesante a la foto, ya que la mayoría de comulgantes están girados hacia atrás donde debía ocurrir, sin duda, algo más divertido que al frente. ¿Qué ocurriría? 

 Dos años después, ese mismo día llovió, así que mi quinta no gozo de tan gran privilegio, no salió a la calle y la procesión se hizo por dentro de la iglesia. Una pena. Fue, eso sí, igualmente  impresionante poder sacar un santo como hacían los mayores en las procesiones, si quiera fuese bajo los arcos de la nave de la iglesia. 

Un año u otro después, la procesión debió desparecer, prácticamente todas las procesiones en si cayeron en desuso poco tiempo después frente a manifestaciones, más de moda. Llegaban otros días, llegaba el color a la fotografía, y de todo nos avergonzábamos, con tal de tirar para adelante, aún si razón alguna. 

Al próximo año, si me acuerdo, buscare la foto que falta al respecto del día del Corpus y las comuniones de aquellos años. Toca esperar. Años que ahora nos parecen tan bonitos, pero que a buen seguro si nos dejaran volver, nos lo pensaríamos dos veces; y diríamos que no.

Recuerdos

PD Las quintas anteriores, dicen, subían al Santo Cristo,  el mismo día de la comunión, con el bocado en la boca, amén del día del Corpus en el cual también “procesionarian” como viene diciéndose ahora. Solo les faltaba bajar a San Roque a pasar y posar bajo su Capa… Menuda foto.