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miércoles, 15 de octubre de 2025

Medir las palabras


Mi querido lector son tantas las cosas buenas que dejamos pasar tanto por creer que nos va a faltar tiempo como por creer saberlo todo que hoy vengo a suplicar lea hasta el final. Cambiamos de canal, de dial, pasamos página. Nos aburrimos a las primeras de cambio ¡Nos cuesta tanto dar una oportunidad! Si hace años no hubiera prestado atención a lo que viene a continuación, por su aparente estridencia, ruido y letras, me habría perdido sin duda un talento extraordinario. A otro de esos calamochinos dado a todo tipo de hazañas. Esta tampoco está mal, va por su tercer disco.

Hoy lunes 22 de septiembre vuelvo al trabajo, y lo hago escuchando Maracanazo último disco de Sheva. Banda sonora de un tiempo donde “algunos diabéticos luchan por la guinda del pastel”. Si hoy cenamos en un japonés y como maridaje pedimos un Somontano, porque no vamos a poder hacer hip hop y rap en la villa, y además bien. “Hay que medir las palabras” me dijo allá por semana santa cuando el disco estaba en capilla.

Se toma su tiempo y puede parecer que rapea, pero en realidad escribe, el cantar es una excusa, muy buena eso sí ¡y de qué manera!, llamarlo poeta de lo urbano es quedarse corto y faltar a la realidad ya que dicho termino se asocia más a otros géneros musicales, digamos pues que es el primero de entre los poetas villanos, acorde con Calamocha y su título de villa y esa primera acepción que da la RAE para el término. Casi nada

Comienza a merecer ese gol por la escuadra, ese triple desde su zona, gracias ya a una consolidada trayectoria. Más con este nuevo puñado de rimas, enormes, vitales, también de amor, canciones vividas. En ellas transmite, domina el lenguaje, cada palabra en su sitio, da lo mismo el idioma, nada te hace darle al botón y cambiar. Solo piensas en volver a escuchar, en buscar ese detalle desapercibido en un primer encuentro.



Claro está que, si un día Sheva alcanza esa cima del rap más allá del “Campanario”, que ansía, “Confía” y merece podrá dejar de “servir copas” y hasta de medir las palabras. Será entonces cuando nosotros pasaremos a pagar a “precio de marfil” sus discos y su sola presencia. Podremos presumir de tener una estrella, pero al tiempo habremos perdido a ese tan extraordinario como precoz escritor y poeta de la vida (Maracanazo) que soñamos con llevar él y nosotros sus cobardes y fieles seguidores a quienes hoy su música y su voz nos devuelve la ilusión por vivir, en suma, por luchar contra nuestra propia adversidad.

PD Va siendo hora de publicar las letras, rapeadas o no en papel. Dar a luz un libro, “de que te vale si no el rimar”. En este caso no serán necesarios unos miles, bastarán unos cientos de euros.

(El término “Maracanazo” hace referencia a la final del mundial de fútbol de 1950, cuando contra todo pronóstico Brasil, selección anfitriona, fue derrotada por Uruguay)

 

 

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