miércoles, 12 de agosto de 2020

El puente sobre el rio Kwai

Y es que la alegría cansa. Por eso no me extrañó que aquello terminara. (Juan Rulfo)



Camino del “Charco” el pasado San Cristóbal llegaba al pueblo y conociendo que ni mi padre ni su abuelo estarían en casa acudimos directos al cementerio a verlos por primera vez tras la lápida del Nazareno grabada por Corbatón. Por fin descansaba, después de tantísimos males como le asolaron en la hora final, “¿y para que tanto?, semejante cruz”, me preguntaba al verlo morir día a día. Aguardando ya sin prisa, junto a tantos que le precedieron, nuestra segura llegada.

Siendo ya tierra calamochina, esa que tanto quiso y nos enseñó amar lo dejamos atrás camino del cementerio de Navarrete donde mi suegro tiene su última morada.

En el trayecto entre uno y otro pueblo siempre sucede lo mismo, la vida tranquila más allá del camposanto es un camelo más, uno de tantos a propósito del romanticismo rural tan de moda. Sombra que veo por el retrovisor, sombra que me adelanta. No voy despacio conozco la carretera y tal cual la deje cuando me jope el siglo pasado sigue, el segundo me da las luces, pita. Tiene prisa por llegar allí donde aguardan.

Al fondo, por fin, la torre de Navarrete con la cara lavada y recién peinada luce maravillosa restaurada, la fotografía desde la puerta con el pueblo más allá resulta bella en cualquier época del año.

Ha llovido, barro por todos los lados. Me fijo y veo un pequeño coche nuevo atascado bajo el puente de la vía, aquel que una cosecha atrás al contrario de lo que sucede en la célebre película hundieron para volver a construir y dejarlo tal cual como si nada hubiera sucedido, a duras penas consigue pasar.

“¿Qué tal están por Navarrete?” preguntara mi suegra en Zaragoza.

Tranquilos, barruntaban lluvia, no se querían emporcar ni su única muda ni los zapatos de los domingos y no salieron como otras veces al vernos. Deseando volver a existir, pero eso nunca pasara, echan de menos el verano pasado con aquel trajín de obras y gente que iba y venía y les tenía tan entretenidos. Mientras ahora un año después andan una vez más viendo pasar de largo tractores, maquinaria y cosechadoras que con el puente a mano deben pegar la vuelta y el tren que unos días les saluda y otros no, pasa cada tanto y no siempre. Todo está igual, la cosa no cambia ni cambiara, no lo espere. De vez en cuando provocan al bueno de Don Justino “El Viejo” a quien en tan alta estima y bien merecida tienen para que tome cartas o bastones en el asunto. Se aleje uno días de Santa Margarita y se acerque hasta Madrid lugar de donde parecen venir todos los males, aunque tal vez no sea menester ir tan lejos. “Que vaya algún joven” replica riendo con razón y vuelve a contar lo que a él le sucedió cuando por defender lo suyo, su pueblo, en el Congreso atizo un bastonazo sobre el escaño de Romanones harto de verlo cascar y cascar sin mover un dedo por nadie que no fuera el, sablazo que hizo el mismo efecto que si se lo hubiera estrellado contra su noble cabeza de Conde. Ninguno. Termino allí mismo su vida política al tiempo que se ganó la gloria eterna entre los suyos.

Mi suegro y los demás navarretinos muertos testigos privilegiados de aquellos días del verano anterior, conscientes de tener por delante toda la eternidad aguardan ver que pasa antes, si el puente nuevo o la llegada de nosotros los vivos, sabedores como dice mi suegra que muy probablemente no habrá nadie entre los vivos que se plante y de un bastonazo.

Nada puede durar tanto, no existe recuerdo por intenso que sea que no se apague. (Juan Rulfo)


Articulo publicado en El Comarcal del Jiloca 6 de agosto 2020


sábado, 8 de agosto de 2020

Cuando los ILEGALES actuaron en Navarrete aquella tarde de los ochenta

      (Fragmento de: Aquel maravilloso San Roque del año Ochenta y Pico )


CAPITULO III

Cuando ILEGALES actuaron en Navarrete tan solo unos días atrás de aquel día de agosto del año ochenta y pico

Canción

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?
Qué clase de aventura has venido a buscar
Los años te delatan, nena, estas fuera de sitio
Vas de caza, ¿a quién vas a cazar?
No utilices tus juegos conmigo

Mujer fatal, siempre con problemas

(¿Que hace una chica como tu en un sitio como este? Burning)


-       Sigo pensando que los tíos que vimos el domingo en Navarrete eran los Ilegales. No me lo puedo quitar de la cabeza eran ellos fijo. Están a todas horas en la tele son de sobra conocidos no sé cómo la gente no se dio cuenta de que los teníamos ahí mismo subidos al escenario al pie de la iglesia a tiro piedra que si les caía una teja o un cacho yeso con la escandalera que prepararon les partía la crisma. Era yo quien contaba por enésima vez lo que había visto. Debimos salir corriendo tras ellos por muy feos que sean y tenerlos tocando hasta el amanecer

(Aun hoy después de más de tres décadas de aquella tarde noche de domingo allá por los ochenta y pico pienso igual. Yo vi a Ilegales en Navarrete)

-       Estoy seguro, seguía firme en mi razonamiento y hasta tenia ya una teoría para explicar lo acontecido. Estos tíos venían perdidos de tocar en las fiestas de algún pueblo de la parte de las minas y  al pasar por Navarrete camino de la general vieron la luz, aunque no la había, sintieron el olor de la carne y cerveza fresca y se amorraron a abrevar en la barra. Alguno habría supongo de la orquesta que yendo sereno los reconoció y les pidió que se tocasen algo a cambio de unas birras más y un bocata de panceta y ahí está el resultado, se pusieron hasta las orejas, se enrollaron tocaron y nos dejaron algo que contar a nuestros hijos aunque en realidad nunca sabremos si paso o no paso. Yo como lo vi todo no tengo duda alguna.

-       La tajada que llevábamos era buena, si ya bajamos mamaos, si aún no se nos había pasado la kurda de la noche, entre que arreglaron y no el corte de luz nos pusimos otra vez finos, total para diez minutos de verbena. Fue la hostia, lo que sea que paso. Parri el más alto de todos, lo había visto como yo.

-       Joder, hay que ver lo mal que os sienta el beber cualquier cosa fría, una orquesta de pueblo y punto, unos mataos de tres al cuarto que aquello es Navarrete machos,  solo recuerdo que tocaban pasodobles y que me tenían hasta los cojones, todo estaba lleno de viejos y críos, un domingo por la tarde nunca es lo mismo que un sábado por la noche y cuando tocaron Paquito el Chocolatero ya fue el colmo se me acabo la paciencia, si se ponen a tocar el Manisero subo al escenario y los echo a patadas, total que  salí huyendo a Calamocha con Carlos y los de Cosa que estaban en las mismas. A buen seguro la razón estaba con Miguel Ángel

-       Yo vi a los Ilegales en Navarrete y punto, nadie podrá jamás convencerme de lo contrario, ni siquiera su cantante.

-       No me seas gilipollas


Habíamos estado de fiesta el sábado por la noche en Navarrete el único lugar donde se podía ir el primer fin de semana agostero, con permiso de Luco con cuyas fiestas coincidían, pero irnos a cáscala sin que nos mandasen siempre nos pareció una pedantería por nuestra parte, ir demasiado lejos. Eso si no quedaba otra que irte fuera dado que en Calamocha no quedaba nadie, no había nada desde que dejo de hacerse la verbena del comercio o de la presentación de las reinas para que pudieran hacer caja el resto, y doy fe de que la hacían talego a talego.

Aquellos sábados navarretinos in the night previos al chupinazo siempre fueron casi lo mejor del verano. El domingo posterior obviamente lo dedicábamos a velar armas entre jarbes de cerveza con el chupinazo a la vista y recordando no sin dificultad lo sucedido la noche anterior, pero aquel día, como invariablemente siempre pasaba, llego un momento en el cual nos decidimos a ir de nuevo a Navarrete y echar la última cerveza.

Al llegar aquella tarde noche era evidente algo pasaba a la altura de la plaza y su escenario. No era normal el silencio musical y la oscuridad que se apoderaba del lugar montones de coches a todas caras, gente y más gente y solo se oía el bullicio del pueblo. Así que a falta de nada mejor la barra estaba hasta los topes, y aunque no teníamos sed, cortesía obligaba hacer algo de gasto, “vosotros pillar cacho por allí, nosotros probamos aquí y nos hacemos unos litros, el primero que pida que avise”. Momentos después todos habíamos culminado con éxito la misión y teníamos antes nosotros una vez más, más litros que manos. “Venga que se enfría, que no pare la bota que le decía el pastor al perro”.

Y alargando la espera, otra ronda hasta que se encendieron las luces, chirrió algún altavoz y entonces tal vez sucedió. Dos tíos y medio sobre el escenario porque ya me era imposible alcanzar a ver más hicieron sonar unos primeros acordes guitarreros, todo ocurrió tan repentinamente que cuanto más lo pienso más me doy la razón a mí mismo.

Ilegales, unos cachondos con clase, tras el bocata de panceta y las litronas subieron al escenario y atacaron los primeros e irónicos acordes de “Agotados de esperar al fin” para seguidamente sin darnos tregua ni dejarnos pensar si lo que veíamos y oíamos era real o no tocar dos veces seguidas “Soy un macarra” afortunado corte de luz incluido entre ambas. Nos volvimos locos, parecía que se había hecho de día, una más y nos vamos, dijo roncamente su líder y ya eran sobre las diez cuando tocaron el himno verbenero de la canción protesta ochentera por excelencia “Odio los pasodobles” Fue la apoteosis de una noche de verano, que levante la mano quien con veinte años no odiaba los pasodobles en las fiestas de pueblo. A todo el que quería escucharme le decía lo evidente “Oye que son Ilegales de verdad, fíjate en el peinado del cantante, que esto no es la orquesta, es el grupo” 

Y se acabó lo que se daba, desaparecieron sin más del escenario lo mismo que subieron a el y comenzó a sonar “No te vayas de Navarra” y ya no eran tres o cuatro tíos, ni siquiera los mismos los que estaban tocando, eran otros y era una tía a años luz del sexapell ilegal quien cantaba. Muy probablemente el líder de Ilegales o cuando menos el batería llego hasta allí en busca de su amor, esta pudo haberse fugado con el pero le dio calabazas una vez más.


 

CAPITULO IV

Hasta que la muerte nos separe

Continuará el 14 de agosto 


lunes, 27 de julio de 2020

Gargallo canto a la vida

Eramos los más pobres de Fuentes Claras. Recuerdo a mi madre gritarnos:“Muchichos, corriendo al rio, ¡han soltado los aucos!” Les tenia muchismo miedo. Era un gabache descalzo, les dábamos en los morros para quitarles las caracolas por que si se las echaban al buche, no comíamos. Fue al bajarme de pastorcillo a Calamocha a casa de Iñigo Catalán cuando empece a matar el hambre. Nos decía el amo“Mañana a segar tomar un pan bajar a llenaros la bota y subir a por conserva”. Tu mismo te servias. Mi alforja hacia mas bulto que yo. Allí eche el mal pelo fuera y mas tarde conocería a la “gitana”, a la Carmen, de criada para lavar.

 

Vino la guerra y mi quinta murió en la Batalla del Ebro con dieciocho años. Me salve  gracias a la suerte y a Manuel, el Chato el esquilador. Cuando fuimos a tallar recomendados como unos señoritos por un pariente suyo nos libramos. Pero acabando el jaleo llamaron a todos los escaqueaos y me casque tres años de mili construyendo el Cuartel de Valdespartera. Una mañana en la formación un Sargento me dijo: “¿Eres de Calamocha?, yo de Bañon. Si por mal de aprender de albañil quieres cascarte toda la mili tirando de pico y pala bien. Pero si  quieres venir a casa de pasante, miro de rebajarte de servicios a cambio de que por las tardes las pases en las cocinas pelando patatas”. ¡Que mili! En esta santa vida, sin suerte no eres nadie.

 

De vuelta a Calamocha sin un real ni tierra ¡imagínate! pase las de Caín. Para ganar alguna perra, todo eran abusos. Me fui buscando el jornal, me patee la vega entrecavando, escardando, escoronado remolacha, vendimiando. Siempre para otre y con la hoz y la zoqueta me segué la comarca y me comí todos los nidos. Con sol, frio, nieve y unos hielos entonces de tres pares de coquines, y mal atrapechao. En los ratos libres, echaba culos de cestos. Me deslome. Pase mas tiempo agachao como un animal que de pie como un hombre. Luego fue escampando y eche a ir con los albañiles y dejando los jornales, nos casamos, las  hijas, los cestos que vendía, la casa, la viña, el campo y el huerto junto a la vía. No respire tranquilo hasta que me jubile. Entonces la Carmen, siempre jodida, se me murió. ¡Que vida esta. Cuando no padeces, sufres! Me jope al charco donde nací.

 

Gargallo murió hace unos días en medio de estos tiempos envueltos en tristeza a unas semanas de cumplir cien años. Advertir que lo hizo en su cama y a causa de la edad. Era una persona excepcional, un ejemplo, un padre para todos, un excelente conversador, contador de historias, sabia  escuchar, sabia estar. Era culto a pesar de no haber ido a la escuela. Trabajador incansable. Fue allá por el 2014 en Zaragoza donde acudía a verlo cada vez que podía cuando se nos pasaron las horas repasando su vida tal cual la he contado. Iba a verlo con libreta y boli, “Apunta. Si el de arriba lleva la misma marcha que yo, os he de enterrar a todos”  Y se reía y nos hacia reír y aun pensar si seria verdad lo que una vez mas nos contaba. En él todo era verdad. 

 

Siempre he leído los obituarios que traen a diario los periódicos. Estos corresponden a personas que han destacado en algún campo de la vida, escritores, artistas, profesores, investigadores, emprendedores. Tal vez con demasiada frecuencia nos olvidamos de las personas en apariencia normales. Sirva pues su vida, el anuncio de su muerte como recuerdo no solo de él sino de todos los que hoy nos están dejando en soledad. Solo la suerte parece poder librarnos de la tragedia.

 

Gracias Gargallo, boina, moquero, albarcas, peducos, bicicleta, carretillo y mimbres. Sonrisa, voluntad, trabajo, generosidad y vida. Gracias señor Antonio por tus historias y ejemplo, por ser el primero en todo, por no poner jamas una mala cara, ni pedir nada a cambio, por tus ánimos, por decir siempre la verdad, “muchos os tendréis que jopar del pueblo”, por cuidarnos de niños, por las tardes en el remolque de Perico a sacar las patatas con los machos, por los días de vendimia subidos al camión de Matinsa con mi padre, por los sacos de trigo que nunca eran tuyos a las espaldas, tus espaldas, tus cestos, y caracoleras, los barbos que tanto te gustaban, los tordos y cuervos con cebolla y hasta algún gavilán, las noches a la fresca, el huerto en la vía, las tardes regando, embotando el Ventorrilo.

 

Y gracias por los últimos años en Zaragoza caminando juntos por el Paseo Longares. Un día agarraste el gayato de la Carmen, después eran dos y al final el tacatá. Fue una suerte inmensa haberte tenido como vecino, padre, abuelo, lo que hiciera falta, Dios te bendiga amigo, te queremos un montón. Paciencia con la Carmen, no le hagas rabiar mucho, ni dejes que te indizque ahora que por fin descanséis juntos en la Cañadilla. “Ya esta aquí el Bicho. Pensaba que no vendrías” te habrá dicho al llegar. “Considera Morena, como dicen en Fuentes Claras, no iba a venir. Ande iba estar mejor que con tu”

 Diario de Teruel 1 de mayo 2020


"Gargallo el Cestero" Por José Luis Sancho

 

 

 

 

 

 


domingo, 26 de julio de 2020

GERUMIN

La novela, autobiográfica en su mayor parte, se convierte página a página en toda una experiencia vital, en un constante querer tirar para adelante, avanzar sin mirar atrás, sin detenerse en un triste presente que adivinaba un futuro no menos triste. Un canto al trabajo de quienes nos precedieron, a su esfuerzo callado por tratar de dejarnos un futuro mejor, padres y abuelos, de todos y cada uno de los habitantes de Fuentes Claras, auténticos protagonistas.

Dara buena cuenta Francisco de como era la vida en aquellos años de su niñez y juventud a orillas de un añorado rio Jiloca, oficios perdidos, mujeres costureras, medico, practicante, cura, alcalde, costumbres olvidadas, fiestas, travesuras, hambre. El primer manjar que probo, la leche condesada, regalo de un moro del ejército de Franco, los viajes a un Teruel destruido previos a la muerte de su padre.

Didáctico cien por cien, requiere leer y pensar, recordar según la edad del lector, pues a los mas mayores todo les sonara y les llevara a los a pesar de todo felices años de la niñez y a los más jóvenes sin duda les costara creer que un día no muy lejano la vida fue así, un eterno mirar al cielo, con los huevos como única moneda y con un huevo frito como cena para toda una familia, comiendo más, quien mas trabajaba.

Entrañable retrato costumbrista, escrito como se habla, de un modo sencillo, cordial y ameno, a veces poético, sin rencor, sin ajustar cuentas con nadie ni con nada y que contiene muy probablemente los mejores párrafos que uno haya leído a propósito de la tan traída y llevada memoria histórica “sin política, todo va bien”.

El libro transcurrirá llegado el momento en apariencia lejos de Fuentes Claras, pero en realidad, su autor aun hoy en día “sigue allí” nunca se marchará, cuando recuerde como aquellos niños nacidos en medio de la guerra, los gerumines, en su mayoría darán la espantada, enviaran dinero a sus casas, volverán por fiestas, pero al fin y al cabo emigraran físicamente para siempre, entre ellos él, sin tierra ni trabajo. Hubo quien estudio.

Eternamente agradecido él y tantas familias, la mía también a la sagrada cabezonería de los frailes de La Salle de Monreal empeñados en que aquellos niños estudiasen, sin pedirles nada a cambio, como forma de huir de la pobreza. Y Francisco lo hizo, y aun hoy lo sigue haciendo, excelente trabajo el de aquellos religiosos, La mili, la inquietud por ser algo, las buenas personas que uno se encuentra en la vida, los estudios de practicante, después medicina, la aventura americana, la vuelta a España y llegada la jubilación, los estudios de derecho, escritor, poeta, padre, abuelo, excelente dibujante, a ratos pintor, el mismo ilustra sus libros con unos preciosos dibujos, casi oníricos. Lo dicho, un jovenzano de Fuentes Claras, donde reside el acento más bonito del Jiloca, muy a tener en cuenta, imprescindible.

Otros libros del mismo autor ademas de Gerumin, Autoedicion 2019 son:

El gilipollas nacional, Circulo Rojo 2017 Divertida obra, de caracter enciclopedico, que conviene tener a mano para su obligada consulta diria, teniemo presente que gilipollas somos todos.

Pensamientos realistas, Circulo Rojo 2017 Como su titulo indica todo aquello que se le pasa por la cabeza a cualquier que haya nacido en Fuentes Claras y alrededores.

Sinfonía de la poesía, Autoedicion 2019 Por momnetos entreñable, de caracrte poetico, contiene poemas en torno a la tierra que le vio nacer, a la Virgen de los Navarros y a la niñez.



sábado, 18 de julio de 2020

Días contados

Allá por el curso del 87 la eterna vida tranquila de Calamocha transcurría en apariencia lo mismo que hoy. Día tras día el sol nos devolvía la vida por la Dehesa, llegaba a lo más alto y bebia de la Fuente de la eterna juventud del Bosque para seguir su camino y esconderse por Santa Bárbara llevando la luz al otro lado.

Una mañana de aquellas alguien llamo a la puerta del aula de física o química sin llegar a entrar. Yo andaba repitiendo COU un mal año lo tiene cualquiera. Aquel profesor dió por terminada la clase y se marchó: “Van a cortar las acacias de la Fuente del Bosque. Voy a encadenarme con los demás”.

De vuelta a casa pase por aquel mágico lugar hoy idealizado por los recuerdos y una sombra de lo que fue. No pude acercarme, jóvenes encadenados, Land Rover de la Guardia Civil, tráfico cortado y gente apostando por llevarlos al cuartelillo, darles su merecido y rematar la faena. Creo alcanzaron a cortar una, la rápida actuación de un grupo escaso de calamochinos y algún forastero junto al buen hacer de dos o tres profesores de instituto, por aquellos años unos calamochinos más, impidieron a la motosierra su trabajo. Defendidas en todo caso, mayormente por todos aquellos para quienes el paso por el puente era mas un capricho que una necesidad.

En aquella ocasión las acacias tenían los días contados bajo el rodillo del progreso, el único, o casi, que puede con todo amen de la ignorancia y dejadez de unos y otros. Las opiniones eran dispares. Todas ellas las daban por perdidas. El trajín de coches en uno y otro sentido, la cantidad de camiones y los tractores y cosechadoras cada vez más grandes que por allí transitaban parecían sentenciarlas. Aquel único carril, la falta de arcén y de aceras, era todo un despropósito un peligro para todos en especial para los caminantes. Aún hoy lo es.

A la carretera de Morata, la más bonita del país del Jiloca le había llegado el turno, dos carriles, arcén y un puente ancho y seguro sobre el hermano pobre del puente Romano. El Ratero, puerto del Rabal sin habaneras. Resumiendo, acacias fuera, paso al progreso del siglo venidero, ese al que se oponían quienes gritaban “viva las cadenas”. Aquellos que no lo usaban en su trabajo parecían tener otras inquietudes. Visionarios soñaban con una próxima carretera del Gazapón al Rincón y por la Rambla Rija a la Atlántida de Gallocanta, otros apostaban por dejar una hilera de acacias, o una tan solo y hasta llevarla a la plaza de la iglesia donde decían en su día hubo un olmo redentor ahora que se morían también los de la Huerta Grande te abrazases o no a ellos.

A día siguiente o unos después tras lograr parar la primera tala los ecologistas de Calamocha y Teruel, de cuyo nombre como asociación no logro acordarme nos llamaron a manifestarnos en defensa de las “acacias centenarias”. De nuevo en clase de física o de química alguien llamo. El profesor les hizo pasar y dejo hablar, no tardaron en convencernos, calamochinos y no, alumnos de toda la comarca para que abandonásemos la clase y subiésemos al Santo Cristo, olimpo de la villa, para sumarnos a la manifestación y seguir apostando por la vida tranquila de un solo carril bajo la sombra del paisaje que nos legaron.

Dicen fue la primera manifestación de la democracia en Calamocha y un montón de gente, canto “no nos moverán”. Por mi parte era joven, me dejé llevar. Asistí tan derrotado como convencido de que aquello no tenia sentido y de que tarde o temprano, si no para esa cosecha, para una próxima calmados los ánimos una mañana de invierno volvería la motosierra y su infernal ruido. Siempre me contaron los mayores y les creí que contra el poder y el progreso poco o nada podía hacerse. Por fortuna las acacias, árbol de la vida, dulces doncellas de nuestras choperas puntuales en flor cada San Roque celebraran el próximo año su noventa aniversario.

 

Las Acacias en flor día de San Roque de 1994 

Articulo publicado en El Comarcal del Jiloca Julio del 2020


 Las Acacias un doce de julio de 2020


sábado, 11 de julio de 2020

San Roque en Septiembre Año 1885

Sesión ordinaria en la villa de Calamocha hoy domingo seis de septiembre de mil ochocientos ochenta y cinco. Reunido el ayuntamiento en sesión ordinaria de este día bajo la presidencia del señor alcalde don José Rivera abierta la sesión y leída el acta anterior quedo aprobada.

( )

Acto seguido el señor presidente manifestó haciendo ya bastantes días que no había defunción alguna de la enfermedad colérica por la que ha venido pasando esta población creía conveniente se cantase en acción de gracias el Te Deum de costumbre en tales casos y se celebrasen las fiestas de la Virgen y San Roque que se suspendieron en su día por la epidemia.

El ayuntamiento en la vista conformara con ( ) y la junta de sanidad local


Acordar que con objeto de dar las gracias al todo poderoso por la desaparición de la enfermedad colérica () se cante el Te Deum el domingo próximo celebrándose en el mismo día la festividad de la Virgen y al día siguiente catorce la festividad de San Roque patrón de esta villa y que el día quince se haga un aniversario por todos aquellos que han fallecido en la población durante la epidemia

Acordando al propio tiempo que desde esta fecha al pueblo ( ) en buenas condiciones de higiene. Debiendo antes los conductores de los actos asistentes presentarlos para su inspección

Se trato así mismo sobre el nombramiento de grandes jurados ( ) y al público de paso que viniera a las plazas ()

(Ilegible)

Nota:

Todos conocemos la historia, y todos sabemos que es una cuestión de fe y a pesar de ello hemos presumido cada 16 de agosto de haber sido salvados de una tragedia mayor por San Roque. Uno de los patrones de Calamocha a quien quisimos dar las gracias en primer lugar. A raíz de la epidemia de colera de 1885 tomaría casi todo el protagonismo festivo.

Aquel año las fiestas de agosto se suspendieron. Celebrándose es septiembre y dando así las gracias con toda precaución en los mismos días del Santo Cristo. Por aquellas fechas la noche de San Roque como puede leerse en el año 1884 en la plaza de la iglesia se prendía fuego a una hoguera, pero eso ya es otra historia. Recuerdos