sábado, 1 de julio de 2017

Lo mejor del verano.

Siento frío, apenas he dormido, me he pasado el fin de semana entre recuerdos y fotos. Hoy me encuentro frente al ordenador, no sé muy por qué, aunque tal vez si lo sepa, dispuesto a escribir por miedo a olvidar, rodeado de tristeza.
A veces, los recuerdos, te llegan de un modo amable, y piensas, he de escribirlo, un día de estos, cuando ya lo haya recordado todo, lo escribiré. Otras veces, el recuerdo te llega como un mazazo, de repente, sin esperarlo.
Alguien recibe un mensaje en la otra parte del mundo, te lo reenvía, y tantas veces como lo lees, lo niegas… Tratas de recuperarte, y la única salida que ves es, escribir.
Y escribes lo que hace unos días, habría sido un maravilloso recuerdo a compartir entre nosotros, sus protagonistas, y hoy, ya no es sino un momento en la vida de todos, trágicamente perdido. Calamocha como una sensación, como algo que fue, y ya nunca será, “arreglare la casa y volveré”… La ilusión por volver, la ilusión de todos, de poder sentir lo que nos hizo crecer y vivir.
En realidad, Calamocha, para muchos de nosotros, ya es tan solo una sensación, y con ella el deseo de recuperarla. Una sensación perdida, unos recuerdos a punto de olvidar, y nos empeñamos en buscar lo ya perdido y recordar lo ya casi olvidado, aun sabiendo de su incierto o nulo resultado. Y con miedo, vamos retrasando año a año, prolongando su búsqueda, la vuelta a Calamocha, hasta que ya, todo indica, es demasiado tarde.
Lo mejor del verano comenzaba cada año a la hora de la siesta, nada más comer, cuando se acercaban los días de las fiestas, y alguien, a esa extraña hora en quien absolutamente nadie camina por la calles de un pueblo desolado bajo un calor horrible, retiraba la cortina de una puerta siempre entreabierta, oíamos como terminaba de abrirla a trompicones, hinchado su armazón de hierro a causa del calor, y se oía: “Josemari”.
Llegaba de Zaragoza, donde se había marchado a los seis años, allá por el 72 me recuerda el amigo Pepe, vecino suyo en el pueblo. Su padre se fue a trabajar a la capital, y toda la familia con él, aquel pobre hombre no tardo en enfermar y morir, también joven, en lo mejor de la vida. Pepe recuerda el subir a verlo junto a su madre, ya enfermo al “cascajo”, las tardes de los domingos.
Se fue a la ciudad, el amigo de todos, con su voz ronca y entrecortada tan característica, en cambio tal vez gracias a ello, era el único de entre nosotros, que sabía cantar, le fallaba algo el oído, cosas de cuando era pequeño y el medico no le acertó y “me jodio”, contaba con resignación, con esa eterna melancolía que siempre pareció acompañarle, por momentos tristeza, y hasta alguna que otra lagrima entre amigos.
Llamaba a casa, fuerte como un roble y con unas espaldas imposibles de tumbar, y lo mejor del verano llegaba con él… Pasaba más tiempo en nuestra casa, que en la suya propia. Las mañanas antes de comer, las tardes sentados en la puerta escuchando la música de Radio Calatayud, todo el Barrio a la espera de ver pasar a la chica del Rover rojo, otro de nuestros amores imposibles, los partidos de voleibol en la puerta, los paseos junto a mi hermano y Rafa, llegado como él de Zaragoza y con quien solía salir de vez en cuando por la capital matando la nostalgia de los veranos en Calamocha, los días previos a las fiestas, los carteles de las orquestas, a la peña, llevan unos mariachis, tenemos que ir si o si, y si no saben cantar, saldremos nosotros “Con es lunar que llevas, cielito lindo…” además gratis, aquel año en que fueron los primeros en sacar el bono de la peña…las noches charrando a la fresca, junto a los mayores que lo adoraban y protegían, mimaban, hasta hacerle sentir incomodo más de una vez y dos, y enfadarse con todo y con todos, para al rato darles la razón, y sonreír de nuevo, dejando pasar el tiempo a la espera del 14 de agosto.
¿Y qué te cuentas?...
Nada, todo sigue igual, venía a ser su respuesta, como si nunca se hubiera ido, como si nada hubiera ocurrido, se hacia el silencio. Pero nada más lejos de la realidad.
En aquellos años del despertar a la vida, tener un amigo en la capital, y no un amigo cualquiera, si uno más, uno de los nuestros, alguien nacido y criado allí, alguien que nos conocía y sabía lo que nos gustaba y lo que queríamos oír, era lo mejor que podía pasarnos. Aburridos como estábamos en un pueblo como aquel, ¡bendita Calamocha! en la que vivíamos adormecidos las mañanas por las clases de repaso de Don Juan y su rabiosa, que él ya había podido conocer en sus primeros años de escuela, y las tardes con la tele de un solo canal en blanco y negro, hasta que allá por el 82 llego el UHF, el segundo canal, y la tele en color… a la eterna espera de la FM de Radio Calatayud y su música. Menos mal al cine, que de vez en cuando nos contaba la realidad de las cosas, y lo que ocurría más allá, en la capital, donde campaban a sus anchas, los perros callejeros y supermanes.
Y él llegaba, de todo aquello que a nosotros comenzaba a fascinarnos, de lo que para nosotros era el mismo centro de Zaragoza, un lugar tranquilo aquel en el cual  vivía, donde no paraban de pasar cosas, como bien se encargaba de contarnos año tras año, tras el aburrido saludo inicial…
¿Os acordáis, de aquel tío, que robo el banco aquí en Calamocha?, pues lo cogieron el otro día, en la puerta de mi casa… fue la hostia, todo lleno de zetas y maderos con la metralleta, sirenas, tiros, su madre por allí dando patadas a los municipales… todos tirados por los suelos, un carro estampao, otro ardiendo… en cuanto paro el lio, baje con los colegas a verlo, una pasada tío.., además, unos días antes, vimos al último que mataron, allí en el descampao, una noche lo pillaron al que fuera, a saber lo que les habría hecho, se lo tendría merecido y le ajustaron las cuentas, le dieron una paliza, le pasaron con el coche por encima un montón de veces, y lo remataron con una escopeta recortada …
Ahora mismo trato de recordar la chica por la que suspiraban sus huesos en aquellos lejanos años de prácticamente la infancia, y la cuestión obligada por su parte, ¿qué tal esta?, ¿pregunta por mí? Pero no logro recordar nada, éramos demasiado jóvenes, para eso, en realidad para todo, chicas, bares y música… pilares básicos de la marcha. Aunque el tiempo pasó muy rápido.
Sin duda la música, era su pasión…las canciones de Pablo Abraira con su Gavilán o Paloma, todas de Boney M, Gloria de Humberto Tozzi y Allá en el otro mundo de Albert Hammond. Y también los días de San Roque y aquella primera peña fallida, en su misma casa, en el corral, entre gallineros, cortes y conejeras, en cuyo intento por levantarla, a la hora de limpiarla, terminaron todos intoxicados y debieron, obligados por las circunstancias, olvidarse de seguir adelante. Aquella noche, Don Angel, el médico, la paso en vela, de casa en casa, de tan prematuros peñistas, entre una apocalipsis colectiva de vómitos negros, y ahogos, el fin del mundo mismo a la altura del rabal calamochino a mediados de los setenta. Un vaso leche, y a dormir.
He traído el Rock And Ríos, una copia que compre en el rastro, sacar el loro, vamos a escucharlo… he traído también un cable, y si conseguimos otro loro, podremos copiar la cinta sin ruido de fondo… Yo no puedo traer mi casete, porque seguro que me hacían pagar billete por él en los autobuses, por esa puerta no cabe…
¿Fuiste a verlo, el concierto, debió ser una pasada?, le preguntábamos medio abobados por la expectación, mientras nos sonreía y tarareaba el Año 2000, que milenio traerá… a lo cual, con la cabeza y sin dejar de cantar nos decía que no, ni a conciertos, ni al cine, ni a nada, la calle para correr era el mejor lugar para todo… la música al rastro, y las pelis, en copias piratas en cualquier bar…
Cuando sea gratis, iré, iremos todos, sentenciaba entre más sonrisas y comenzaba a suspirar cantando aquella de “Dame una cita…” sin duda, una de sus canciones, nuestras, preferidas, siempre gracias a él. Al tiempo que lamentaba, sin hacer caso de nuestros ánimos y palabras de consuelo, haberse dejado en casa, la cinta de Los Pecos. Eso era ya, pasarse.
Y es que tras esa apariencia de duro, de chico de ciudad, de macarra pero con clase, que admirábamos, estaba el tío más tierno del mundo, que jamás entre nosotros se metió en problemas, más romántico imposible, y sin miedo a reconocerlo, sin duda todo un ejemplo… Un año llego con gafas de sol, el primero en llevarlas, detrás iríamos todos, y también llego con la cinta de Dyango, ahí ya no podíamos hacer nada, para nosotros era el colmo, que más nos faltaría por ver. Enseguida lo supimos…
Entre medias toda la banda sonora de los Perros Callejeros, le había dado por ahí, y los Chunguitos y los Chichos se le quedaban cortos a la hora de cantar y pedir canciones a las orquestas de las verbenas allá en las piscinas, amenizadas por alguna botella de vermú blanco a palo seco tomado a la fresca sentados bajo la cristalera de la Pitusa allá en el Peiron, hoy lo llamarían, perdiendo todo su romanticismo, botellón, y luego en la plaza, ya con más conocimiento, a base de cervezas y cubatas de Jb con Coca Cola,…Mientras, para descanso de todos, mostraba su amor a los cuatro vientos, por una chica del norte, de la cual se sentía enamorado, una tal Luz Casal, cuya cinta trajo otro de esos veranos para escuchar.


Volvió por fin al redil y  un año se presentó con el doble casete de Joaquín Sabina y Viceversa, también del rastro, pero con portada en color, una pasada de la hostia… y gracias a él, conocimos de cerca al canalla de Sabina,…Vale, dale la vuelta al casete... dale caña Sabina. Adelanta, y pon la de Juana La Loca… y mañana descansamos, cambiamos y escuchamos a Víctor Manuel y Ana Belén… Nos volvíamos mayores a pasos agigantados… Éramos ya todos unos carrozas, que hacíamos del “abre la muralla”, todo un himno, agarrados de la mano y desafinando cuanto nos era posible.
Tras habernos terminado las últimas botellas de Arpón Gin, la ginebra que compramos unas fiestas del Santo Cristo, por cuatro duros, treinta en concreto, en la tienda Carlos el Pipero, deshaciéndose del inventario, ya próxima a su cierre. Llevaros todas maños, no me dejéis aquí nada, os duraran unos años. El domingo, antes de salir de marcha, todos a mi casa, mi madre no estará, ¿os queda Arpón Gin?, comprar Coca Cola y pasaros, y champan de noche vieja, os queda, o eso mejor lo dejamos para otro día, eso otro día, y si no os queda vamos a la Concha a por el Dubois, que por veinte duros, te pones bolinga...
De no habernos bebido aquella docena larga de botellas, que compramos, todas las que había, hoy a buen seguro tendríamos un capital… a 25 euros la botella vacía, llena ya ni imagino lo que hoy valdrían, se venden en la red… que poca vista tuvimos, éramos jóvenes y no pensábamos en que habría un mañana, solo en beber, aunque bien nos duraron un par de años o tres.
Íbamos, todos de la mano, por el guiados,… pioneros de la nada. ¿Este año, haremos peña,  tendremos un garito donde meternos?… Si, pues he pensado que lo mejor sería comprarnos una caja de cerveza de La Zaragozana para cada uno, para mi dos, y otro par de ellas para las visitas, y unos cuantos sacos de cacahuetes y dejarnos de tonterías, con las cosas esas de las ginebras de mierda y el wiski de Dragados Y Construcciones, que no hacen sino joderte el estómago. Lo que tú digas.
Habían pasado los años, y nosotros habíamos ido de las bicis a las motos, y cuando ya estábamos a un paso de los coches, él nos miraba, y maldecía su mala suerte, de tener que ir a todos lados en el coche San Fernando…hasta que finalmente en un día grandioso, se sacó un as de la manga, un conejo de la chistera, una moto del granero.
Aquel fue uno de esos momentos que uno recuerda toda su vida, y que marcan los veranos de aquellos años… Joder aquí todos con moto y yo a pata, en el granero está colgada la moto de mi padre, yo creo que con una bomba de hinchar, una bujía y una lata gasolina, arrancara… Una Honda, si no me engaña la memoria, azul, blanca y con alguna línea roja de cincuenta centímetros cúbicos, que tenía tantos o seguramente más que él. Y una tarde de verano de mediados de los ochenta, arranco sin problemas, para subir a conquistar día tras día Navarrete en fiestas, la libertad más grandiosa.
Cierto que todo era más sencillo que hoy, no era necesario casco, ni aun seguro, tan solo un permiso que con solo un reconocimiento médico te daban y la certeza de que ningún Guardia Civil de Calamocha te iba a echar el alto, se podía conducir sin permiso con toda la tranquilidad que te daba el pueblo en esos momentos… Libre, como el sol cada mañana yo soy libre… Un domingo de esos, “Nino Bravo”, no quiso bajar a Navarrete en taxi, junto a nosotros, prefirió la libertad, volvió a casa y agarro la moto y directo de marcha a Navarrete, una vez allí, no tardo en acercarse al escenario y pedir que le dedicaran aquella de Los Ilegales que decía “soy un macarra, soy un hortera, y voy a toda  hostia por la carretera…” Todo mentira, pero todo un momento épico entre nosotros…A la hora de la vuelta, el taxista le advirtió, están los civiles en el cruce del cementerio, no te vayas ahora, vete a las diez, cuando ellos vuelven al cuartel… no hizo caso, ya no había quien le parara, y se marchó delante de nosotros…Con su moto, el mundo se le quedaba pequeño…
Al llegar al pueblo, vimos a la Guardia Civil en el cruce, la moto aparcada y él hundido tratando de explicar lo inexplicable, gesticulando amargamente, dándose por vencido, hundido…mientras mi hermano que iba de paquete se había bajado en la puerta del cementerio y terminaba de llegar andando, para él también habría lo suyo por parte de la autoridad competente.
Aquello pintaba fatal, el taxista saludo a la autoridad y nos llevó al Peiron, del taxi bajamos los siete, y allí esperamos la vuelta del espíritu libre y su fiel escudero. Sí, he dicho bien, íbamos siete en el taxi, más el conductor, y alguno ya había hecho de la mili… un viaje de setecientas pesetas. José, Miguel Angel, Joaquín, Andres, Javier, el otro Jesús y yo
Al final paso lo peor que podía pasar, no hubo denuncia alguna, una multa habría supuesto un final digno para aquella fugaz aventura de la moto, una medalla de guerra para su protagonista, una muesca en el cinturón, el caso es que la moto ya no volvió  arrancar ni surcar camino alguno en libertad. En fin, una multa habría sido algo de lo que presumir delante de los colegas al acabar el verano ya de vuelta a Zaragoza, “me pillaron y me jodieron”…
Hubo por parte de la benemérita una reprimenda paterno filial, fuera de lugar, de esas que duelen en el alma, sin multa, él bien lo decía, hubiera preferido dos hostias y venga vete a cascala pa tu casa”, venga chaval, que estas de suerte, hoy es tu día, me caes bien y te perdono, además se de quien eres, ya me puedes dar las gracias…márchate y acuérdate de mí.
Corrieron lágrimas y juramentos a partes iguales, y de pronto a todos se nos fue la tontería… Mira que si nos pillara hoy, decía con una sonrisa de oreja a oreja, cuando tiempo después íbamos todos en la Sava de Jose y Miguel Angel, con unas cajas de cerveza como asientos, por el mismo camino en busca de la tan ansiada libertad que parecía no querer encontrarnos, cantando aquello de “Valemos un Montón”.
A las noches de los sábados y sus verbenas se sucedían los domingos de marcha, el guiñote y el futbolín en el Correos, nadie jugaba mejor que él, a eso del futbolín me refiero, curtido en mil batallas en los recreativos de su amado Barrio de Zaragoza, los miles de bares que había entonces en Calamocha, las discos a la espera de las lentas y sacar alguna chica a bailar, no podíamos acabárnoslos… Mientras llegaba el negro final de todo, cuando unos días después de San Roque se marchaba y nos dejaba allí a todos, solos, en lo que nos parecía un pueblo triste, como otro cualquiera, pero sin él, el más triste y aburrido del mundo…
Joder, a ver si ya de una vez, os vais a estudiar a Zaragoza y os saco por allí de marcha, vais a alucinar colegas. Venga, hasta el año que viene, ya os escribiré, y vosotros también, escribirme, no me dejéis solo, no me seáis hijos de puta, acordaros de mí.
Sin embargo, una vez allí, en Zaragoza, apenas hubo tiempo de nada, de quedar alguna vez, y poco más, en aquellos años, todo era tan distinto, había que llamar a su casa, dar el recado, que él lo recibiese a tiempo, y por fin vernos, o bien él debía pasarse por el piso donde estábamos, y tener la suerte de pillarnos. Complicado. Y para un día, que nos encontró en casa, termino en catástrofe:
Apareció una tarde por la Calle Latassa, donde vivíamos, para ver cumplidos todos nuestros sueños por fin, un día cualquiera entre semana y nos dijo, venga vámonos a la feria de muestras toca la Orquesta Mondragón, y es gratis, no sé qué de la radio, hasta agotar aforo, tranquilos, no hay prisa, aquello es muy grande y la gente hoy estará en el futbol… De tan tranquilos que fuimos, charrando, charrando, al llegar, ya no había entradas,…  Y allí nos quedamos, lamentándonos, como casi siempre, en tierra de nadie, a un lado media Zaragoza en la Romareda, y al otro lado, la otra media cantando aquella canción que tanto nos gustó siempre: Hola mi amor, soy yo tu lobo…
Así que lo más fácil era quedar para el Pilar el mismo día en que terminaba el verano, cuando acabado San Roque se marchaba a casa. Nos vemos la víspera del Pilar, a las siete, cuando llegue el autobús con los demás, en el Puente los Gitanos, iré a buscaros.
Siempre acudía solo, parecía no tener amigos, en realidad, era todo lo contrario, quería estar solo con nosotros… y de allí, al Rollo, al paraíso en la tierra…Saldremos hasta los huevos de Los Lobos y La Bamba, pero en todos garitos ponen lo mismo. Allí están mis colegas, luego pasamos, primero vamos aquel otro garito, a ese ni entrar, aquel tampoco, hostias seguras, luego iremos a este otro, luego aquel, echar un bocata, no entraba nunca dentro de los planes… y después nos cruzaremos a Zuma, algo caerá, y a una mala, si no se da bien la noche, nos bajamos a ver a las de la universidad a Doctor Cerrada o a los pijos de León XIII, a los tugurios esos donde no si vas con zapatillas no te dejan entrar, y así acabamos la  noche, echándonos unas risas… En realidad, con él, nunca salimos del Rollo. O, más concretamente, de Calamocha, lo único que nos unía. Allí, estábamos fuera de lugar y pronto cada uno marcharía por su lado.
Creo recordar que se fue a la mili, aunque le habría sido fácil salvarse, ¿estás loco, tu que puedes? “cabrones, me voy a ver mundo, nos diría, a ver si con suerte salgo de Zaragoza”, luego comenzaría a trabajar, y poco a poco a faltar a su cita con los veranos de Calamocha, pasaban los años unas veces venia algún día, otras ni eso, y siempre el catorce, aquel día en que la cuadrilla en sus últimos días unida se marchaba a comer al Mas, a mojarse por dentro y por fuera, camino del chupinazo nos fijábamos en su puerta, con la ilusión de que estuviese abierta y hubiese venido aunque fuese tan solo a saludar, pero ya la persiana, bajada sin atascar con aquella madera gastada, eternamente rota, te decía, que en aquella casa, no había nadie…y lo echábamos de menos, y pensábamos, aún es pronto, aun vendrá… pero dejo de venir y ya no volverá.
Hace un tiempo, a todas luces, ya escaso, retomamos la amistad de la juventud, bendita internet, envuelta ahora entre recuerdos, y nos volvimos a encontrar, en el fondo estaba la llegada de los cincuenta años, “iré, iré, a la fiesta”, pero finalmente no fue, le podría el miedo, esa sensación, que te hace tanto echar de menos el pueblo, como comprender que ya nada de lo que de él recuerdas existe, entonces, para que ir, mejor quedarte en casa, lejos, recordando, en definitiva soñando despierto.
Leía el Blog de los Recuerdos de Calamocha y nos seguíamos en Facebook, le encantaban las historias, todas las leía, se lo conocía de arriba a abajo y le daba al me gusta y yo me acordaba de él una vez más, y yo pensaba le debo un recuerdo, le debo algo, y de vez en cuando le sorprendía con alguna foto, él pacientemente esperaba, sabía que yo guardaba un buen puñado, y que poco a poco las iríamos viendo.
Le habría gustado a rabiar, el recuerdo de hoy, que ya no podrá leer, y lo habría leído una y otra vez, mil veces. Siento muchísimo no haberlo escrito antes y que lo hubieras podido leer, recordar, reírte, me rondaba por la cabeza, y lo fui dejando como tantos otros, sabía que un día lo escribiría y nos reiríamos juntos, y que cruzaríamos cientos, miles de mensajes, y que tú me dirías: te has dejado esto y aquello, y por qué no cuentas eso otro de… ya no tiene remedio, nunca imagine que lo escribiría en un día tan triste como hoy y que tú ya no alcanzarías a leerlo, por mucha prisa que me diera en terminarlo, ya era tarde.
Siempre te recordaremos, y te echaremos de menos, y con toda seguridad, lo haremos cada vez más, y seguiremos, mientras los caprichos de dios nos lo permitan, cada 14 de agosto pasando por tu puerta, con la esperanza de que hayas vuelto a nuestros maravillosos veranos de la niñez y juventud que siempre irán ligados a ti, a la banda sonora de tu vida, la nuestra, gracias, gracias, gracias… Te queremos un montón.   

A Ignacio (1966-2016)

Un día de noviembre del 2016



sábado, 3 de junio de 2017

La vida tranquila

Diario de unos días de abril y marzo de 2017

1 de abril de 2017 sábado
Recuerdo ahora que se acerca el día 8 como empezó todo esto del pregón, y como no dejaba de preguntarme, qué les cuento, o más bien, que querrán que les cuente, he de hablar de Semana Santa, de una “fiesta”, celebración religiosa, de alegría, muerte y nuevamente alegría. No es nada fácil.
Recopile información, pregones anteriores, echo de menos que no estén todos publicados, fotos, los apuntes que tengo de años pasados, y una tarde, a través del Skype llame a Jesús Blasco y sin más le pregunte:
¿Y qué les cuento?
Nada, me dijo, lo tienes muy fácil, nada, ¿sabes?, Dios, la Virgen, el Espíritu Santo, y Calamocha, misas, procesiones, velas y Calamocha, no sé si me entiendes. Tú de cada diez palabras que pronuncies, doce deben ser “Calamocha”… ¿sabes?. Además, lo tienes aún mejor, tu sales ahí a las gradas, y te pones en la piel, de Rita Barbera que en paz descanse, y olvídate del pregón, te saldrá solo, haces una “cridá”, que a falta que habrás visto en tu tierra, ¡y falta nos hace!, una igual que hacia ella, y nos echas la bulla a todos, de eso es de lo que se trata. De que nos eches la bulla y reaccionemos, ¿sabes?, cambias “el caloret del hiver” por el frío de Calamocha, nos pones a todos cachondos, y como poco te garantizo que será el mejor pregón de los últimos cincuenta años, te aplaudiremos a rabiar, conseguirás el silencio que nadie ha conseguido, la plaza se vendrá abajo, acabaras con todos los kleenex del Eroski, la Semana Santa calamochina se renovara o morirá, y tu serás el responsable, y al año que viene, habrás puesto el listón tan alto, que no habrá pregón. No sé si me entiendes por dónde voy. ¿Sabes? ¿Te ha quedado claro?, pues eso, ale, corta, con viento fresco, que llego tarde al cine.
Emplee dos o tres semanas en escribirlo, leer, corregir, completar la bulla y un día, se lo envíe a Jesús, un canto a la vida, le dije quiero que sea un canto a la vida, a la de todos nosotros, a Calamocha, un tirar para adelante, conmover sin caer en ningún pozo.
No se trataba de escribir por escribir, de ir a la aventura, de cumplir con el trámite y punto, se trataba de algo más, y había que pedir consejo. Un día después de enviárselo, aunque lo leyó inmediatamente contesto, y para mi sorpresa vino a decir algo así como “no toques ni una coma”. Y así lo hice, lo dejé tal cual, y todos los días, lo leí una o dos veces con el fin de “inmunizarme”, y poder aguantar su lectura de un tirón.  También se lo envié a Pepe Tomas, e igualmente me dio el visto bueno y algunos consejos, que, por supuesto seguí, entre ellos, la mención a Paloma Gómez Borrero. Y el día de antes, como ya contare, lo leyó Conchi Martin.


2 de abril de 2017 domingo
Grabo en casa el pregón en video, con el propósito de ponerlo en el Facebook y por si la grabación en Calamocha no sale bien, con las prisas de última hora el trípode no aparece y hemos tenido que comprar otro. Improvisamos un estudio en la cocina, hacemos pruebas de luces, sonido, fondo, sombras, ecos…

7 de abril de 2017 viernes
De camino a casa he pensado en Conchi, ella lleva unos días malos y no va a estar mañana en el pregón, así que llego decidido a enviárselo, arriesgarme y ver qué le parece, el caso es que hace dias que lo tenia que haber hecho, ahora no hay tiempo para nada. Enciendo el ordenador, me dejo caer en el sofá y veo que Cecilia ha traído a casa del instituto por fin un libro que parece merecer la pena, o cuando menos intuyo su autor esta muerto, lo cual siempre es una garantía, L´amic retrobat de Fred Uhlman, me pongo a leerlo, no llega a cien páginas, hasta la hora de cenar puedo darle un buen tute. Cuatro o cinco capítulos después Sofia me avisa, Conchi ha pasado un mensaje deseándome suerte para el día siguiente cuando suba a las gradas a dar la bulla a Calamocha.
Le paso el pregón, lo lee, se emociona, llora, contesta, está escrito con el corazón, me dice, que bonito, bajara el río las Monjas lleno de lagrimas calamochinas… y le llamo por teléfono, charramos un rato grande. De camino a casa las dudas se habían apoderado de mí, Conchi me da el último y definitivo ánimo para afrontar estos días.


8 de abril de 2017 sábado
Al bajar del coche, ya en el Barrio, en casa, Paquito “el caminante” se acerca a saludar, voy a ser pregonero de la Semana Santa, le digo, esta tarde a las cinco te mudas y me vienes a ver. Cuando tú seas pregonero de las Fiestas del Santo Cristo, yo seré el primero en estar bajo el balcón de tu casa. Me seguirá a todas partes, ...mil gracias
Son poco más de las cinco de la tarde y estoy en las gradas de la iglesia, es la hora del pregón, y da comienzo la Semana Santa, nunca antes he estado en el acto, y salvo el pregón, el resto son tambores y cornetas. Echo en falta algo más, pero no sé el qué.


9 de abril de 2017 Domingo de Ramos
Ha terminado la misa y la procesión, estoy en la sacristía, esperando a la Junta para despedirme hasta el miércoles, por la tarde no podre estar en el Via Crucis con el Nazareno y la Dolorosa. Han subido las escaleras que llevan a los salones parroquiales y no bajan, me quedo solo.
La procesión, bajo un sol de agosto ha sido larga y aburrida, no hay trompetas en la banda, y en un día así, de alegría, de la entrada de Jesús en Jerusalén, se echan de menos, los tambores por si solos no logran transmitir la alegría, la emoción de lo que se viene a representar. Al llegar al Cantón, la procesión ha seguido hacia el Peirón cundiendo la desesperación… por fin en misa se agradece el fresco que te envuelve, ante una calefacción que lucha contra el frio para derrotarlo.
La misa me parece un espectáculo magnifico, didáctico y ameno, en un momento hay dos personas, acompañando al cura, a Héctor, en el altar, y cada una lee su parte, la escenificación, resulta hipnótica, queda todo el Domingo de Ramos resumido y explicado, mejor que en cualquier documental que National Geoografic pueda emitir una noche de estos dias a falta de algo mejor, con todos los medios a su alcance.
Nadie baja de los salones y decido marcharme, me giro hacia la puerta  que da a la nave de la iglesia y una voz me dice: “¿vendrás esta tarde a merendar a mi casa”. Ojalá, pudiera, ojalá pudiéramos volver si quiera por una tarde, y jugar en el último porche, merendando un trozo de cañao con jamón de york en el umbral de la puerta de la casa de Doña Conchita. Alegría inmensa.

12 de abril de 2017 Miércoles Santo
Sigue el buen tiempo, de vuelta en Calamocha acudo a la procesión del Cautivo, nunca antes he estado. Este año, al parecer, y con gran acierto, han dado luz verde a los hermanos mayores, para acudir o no a la procesión. Y como era de esperar, no acude ninguno, al menos vestido de cofrade. Son muchas procesiones.
Caminamos a buen ritmo tras el Cautivo desde la iglesia hasta el balcón de la Calle Real donde Yolanda Gonzalez, periodista de León, afincada en una Zaragoza que cada vez me cae más lejos, nos habla de su experiencia en un campo de refugiados. Bien parece que todo cuanto nos habla ocurre en la otra parte del mundo, pero en realidad está a unas horas de cualquier lugar, y a sesenta años de la puerta de casa. Resulta estremecedor, una vez baja del balcón se incorpora a la procesión y caminamos hacia la Calle Hilarza de vuelta a la iglesia, donde subo el calvario de las gradas tras el Cautivo.
Bajo los tambores y cornetas, me siento como un general pasando revista a sus tropas destacadas en último rincón del mundo dispuestas a entrar en batalla de una guerra que saben perdida. Conclusión, me ha gustado de principio a fin, ha sido apenas una hora.


13 de abril Jueves Santo
En un ataque quizás de vanidad, en Micheto, compro el Heraldo, el Diario Teruel y el Comarcal, periódicos que no leeré,  estamos de cumpleaños y le he encargado la tarta de la boda, que más tarde colgare en el Facebook.
Ha sido tal vez, esta, la primera Semana Santa Calamochina en la red, cree al inicio de la Cuaresma, recién nombrado pregonero una página y he ido colgando fotos y recuerdos, para esa otra Calamocha que no se puede acercar estos días por el pueblo, y para esa Calamocha, que aun estando, se evade en la red de cuanto le rodea.
Hoy en día, nada se entiende sin internet… Juan Miguel ha estado ahí, subiendo fotos, y contando cosas, me paro siempre que puedo y charramos.
Papa, podías llevarnos al cementerio, a la parte nueva, vamos a ver lapidas y nos cuentas historias…
Acudo a misa, al lavatorio de pies, en la sacristía, los hermanos mayores tratan de organizarse en vano, así pasen cien años, que seguiremos afortunadamente en las mismas, al final San Vizarraga, que haríamos sin él, con tanto entusiasmo como humor nos ordena y salimos. He estado muchas veces como hermano mayor, son estas unas misas diferentes, me fijo en el coro, tras el altar, no lo reconozco, y pienso en preguntarle al Dichero Olvidado, por el órgano, y por eso que parecen desde mi posición, dioses aztecas en su artesonado. Paso un frío terrible, no hay calefacción, hace mejor tiempo fuera que dentro. Acaba, y con mi Tio Antonio, el último nazareno, nos subimos corriendo Rabal arriba a la procesión del Via Crucis, … pues lo dicho, a sufrir y padecer, de eso parece tratar la Semana Santa.
Saludo a un montón de gente, es como un catorce de agosto, pero sin chupinazo, de buenas a primeras, como en la mili, toque de corneta, redoble y a marcar el paso hacia  la plaza de la iglesia sin pena ni gloria los cofrades, mientras el criado, el nazareno prestado, lo ves y da pena verlo, carga la cruz como si fuera zurdo y tiene el traje como si hubiera pasado todo el último año penando cara el sol, harto descolorido.
Llegados a la plaza la espera de los últimos cofrades se hace eterna, y para sorpresa de unos y de otros, no hay pantalla, pronto hemos abandonado la idea, otra genialidad que dejamos marchar por falta de paciencia, supongo que de unos y de otros, así que volvemos al tradicional vía crucis, de padre y muy señor nuestros, sin embargo, la cosa, perdón por la palabra, el nuevo experimento, no sale del todo mal… desde hace un tiempo, o soy yo quien escucha con otros oídos o son los curas los que escriben con otras manos, todo suena mejor que años atrás.
Y al año que viene, dios dira, el que venga detras que arree… la plaza acaba convertida en un gallinero, dar la orden de descubrirse a los cofrades no es una buena idea, no guardamos silencio, ni aun en formación… Silencio, silencio, silencio, la fe en Calamocha una tarde de abril

14 de abril de 2017 Viernes Santo
María José Royo a través del Facebook da parte, el Santo Cristo está preparando al cristo de la iglesia para sacarlo en la Procesión de las Siete Palabras, y me marcho a ocupar mi lugar junto al cura y el presidente de la Junta, con quien coincidimos en que nos veremos en San Roque, y en otros lugares,…
He estado antes en esta procesión, como hermano mayor del nazareno, o como uno más, aprovechando que el trayecto me lleva a casa, el año pasado el protagonista fue el Santo Cristo, así que no podía faltar con la cámara de fotos. Antes de salir le comento a Julio, los dos nazarenos están uno junto al otro, el uno carga la cruz en el hombro derecho y el otro en el izquierdo. No aclaramos nada y salimos.
Tenía su parte de razón quien me comento que a las únicas procesiones que empieza a merecer la pena ir son aquellas en las que solo sale una cofradía, lo cual no deja de ser un horror.
Subimos al Rabal a buen paso, con sol, y merece la pena atender lo que cuenta el cura, tomo nota de todo. En la segunda parada, el micrófono se acopla, y lo hará ya en todas, y los cofrades se vuelven locos tratando de evitar la interferencia. Pero no hay nada que hacer, soy yo quien la provoca.
A la altura de las Cuatro Esquinas, en el Rabal me salgo de la procesión y entro a saludar al primer nazareno y a su mujer, a Otilio, a quien encuentro sentado al sol, en el corral… “Ayer me llevaron a ver al Nazareno, ayer le di un abrazo”
Acaba la procesión y la banda del Santo Cristo en un marco inmejorable, en el anfiteatro natural de la replaceta de la ermita, rompe a tocar. Hay gente, pero podría haber mucha mas, merece la pena. Me hago una foto encantadora con Paquito, los dos vamos trajeados.
Ya en el Minino, junto con Emilita, Ana y José disertamos en torno a las propiedades curativas del vermú frente al remolachero tradicional, coincidiendo todos se acaba pronto la charla, y continuamos  en torno a los caracoles en Viernes Santo, ¿carne o pescado?, si bien, el hambre no tiene horarios ni fechas en el calendario.
Por la tarde acudo a la llamada de la Cofradía del Ecce Homo, voy a rezar la oración de salida, voy a ver algo que nunca he visto, resulta tan emocionante como ya inolvidable, paso a formar parte de algo nuevo, de otra cofradía, recibo un reconocimiento por parte de su Hermano Mayor que me llena de orgullo.
Y tras el Ecce Homo entro en la iglesia para arropar al Nazareno en la procesión del Santo Entierro, la cada vez más, asignatura pendiente de la semana santa, tal vez, atentos a todo lo demás, hemos dejado entre todos, que transcurra con mas pena que gloria y mas, en un día como hoy en el que hace un tiempo que muchas veces echamos de menos los días de San Roque.

Es momento de fotos, y María Ángeles, la hermana de Pascual se acerca y nos hacemos unas cuantas fotos vestidos de cofrades.


Convertida en un correcaminos, cuanto antes acabemos mejor, le falta algo, esa parte de espectáculo que ha de tener toda procesión, el Cantón, el Peirón, la Calle Mayor la salida y la llegada… el final, cada año va de mal en peor, el griterío roza ya la indecencia… supongo que la gente llega a la plaza, no de ruja, si no esperando que suceda algo que nunca ocurre, que nunca pasara, un final, un colofón para los actos de la Semana Santa a la espera de la resurrección.
Pero el Santo Sepulcro llega, entra, y sin más, a la francesa, nos vamos cada uno por nuestro lado, menos el Ecce Homo que se lleva a toda esa gente que llega a la plaza por ver qué pasa, hacia las monjas donde dicen quienes lo han visto, ocurre un digno final.

15 de abril de 2017 Sábado Santo
Hemos vuelto por trabajo a Castellón, un viaje relámpago de tan solo unas horas pues a la mañana siguiente volveremos al pueblo, por la tarde, para matar el tiempo, en lugar de descansar he quedado con Peter Comehormigas, me dejo llevar, es cuestión de elegir bien las compañías, de pronto el salón de casa esta patas arriba y la tele parece una ventana al futuro, el salpicadero de la Entreprise de Star Trek, la serie original de los sesenta. The Big Pere satisfecho, con todos los cables en su sitio, se marcha a casa, sin tener ni idea del desastre que se avecina un par de días más tarde. En una semana se examina y debe estudiar y correr y saltar y rezar… Menuda pereza tener que anar a Valencia.
A las once y media, acabo de ver El Color Purpura, al final ni fu ni fa, de más a menos, dormido me marcho a la cama, cansado a mas no poder me cuesta llegar, paso un wasap de buenas noches que al dia siguiente me delatara. En realidad, es cerca de la una, el reloj de la nave espacial no lo puse en la hora de la tierra.
Me acuesto sin más, hoy en el pueblo habrán ido de excursión Anento esta de moda, pero el objetivo supremo es un pueblo llamado Lechón, de donde nos gusta pensar salio el primer Lechón de la familia en un viaje apasionante hacia lo desconocido que le llevo ni más ni menos que a Calamocha.
Ademas allí, vive, aunque ese día se encontraría en algún punto indeterminado del espacio tiempo de la línea que va de Sagunto a Burgos, el Escritor maldito de un pueblo llamado Lechón, el niño terrible, con quien mantengo correspondencia desde unos meses atrás, tratando de convencerle y me deje colgar sus escritos, que tanto me gustan.

16 de abril de 2017 Domingo de Resurrección
A pesar de todo el esfuerzo no llego a misa, pero si a la salida de la procesión, creo recordar solo he estado una vez antes, esta vez, si lucen los hermanos mayores y estandartes, y un día de sol y calor increíble, saludo al presidente de la Junta y a Julio, ya por ultima vez, y formamos tras el santo, tras el resucitado… esta de frente a nosotros, osea, de culo a la plaza, y esta vez, no me atrevo a decir nada, como cuando me fije sobre que hombro cargan la cruz los nazarenos, he de repasar la iconografía los libros de arte, o buscar en Google, supongo que el sacar al santo de culo a la procesión, forma parte del guion, una metáfora de la resurrección, y que luego en las gradas se le da la vuelta como si volviera a ver la luz. Todo muy simbólico.
“La procesión ha venido de nalgas”, me dirá luego Jesús Blasco, te has fijado, han sacado el santo de culo y tú lo has permitido, menudo pregonero, menos mal que hoy te dan matarile. Soy un ignorante, lo reconozco.
Esto se acaba, y es la mejor procesión de todas, la mas bonita con diferencia, a estas alturas, se agradece no oir ni tambores ni cornetas, y si los sones de la Banda de Música que luce espectacular, el cura lleva el paso y tararea sin cesar, me siento como en una película del neorealismo italiano, o una de esas películas que retrataban procesiones en pueblos perdidos de Italia, para asombro del publico del otro lado del charco que ya las había olvidado, al llegar a la plaza suena la traca, toco acaba, es el final, ya dentro de la iglesia, Reme y su marido nos saludan, nos hemos hecho mayores casi de repente, y sobre todo, sin querer. Una tórtola turca ha anidado dentro de la iglesia y vuela libre y feliz en su interior, fuera, mona y mistela, y cada uno a su casa y Dios en la de todos.
Cuando éramos niños, comer la mona era una tradición, el domingo o el lunes, en un día como el pasado me hubiera gustado acabar codo a codo con todos y cada uno de los cofrades compartiendo mesa y mantel al resguardo del frontón entre paellas.
A última hora de la tarde, ya cerrando la tienda, pasamos por el Antojicos, me quedo mirando el cartel anunciador de la Semana Santa con la anécdota de mi nombre como miembro de la Cofradía de la Entrada en Jerusalén, le hago un par de fotos, y el Sr Antojicos, atento a todo, me ve y me dice, ahí arriba tengo un bombo si se quiere hacer una foto con el, ese del cartel, el del bombo soy yo. Le explico por qué hago las fotos, y me regala el cartel. Gracias, gracias, gracias.

17 de abril de 2017 Lunes de Pascua
Antes de nada, esto de la Semana Santa, ¿cómo lo has visto?. Es Pascual quien me pregunta, sentado en la misma silla donde ha visto pasar los últimos cuarenta años, en la secretaria del instituto, un lugar al que sin darme cuenta llevo mas de tres décadas sin visitar, y en el cual todo me resulta tan familiar como mi misma casa.
Por fin, tras años de idas y venidas, nos hemos decidido a sentarnos uno rato y charrar, de un imposible, de una historia que a él le fascina y a mi exactamente lo mismo, contagiado por el, y por que todo lo que huela a Calamocha, nos apasiona… Mira, esto es solo una parte de lo que tengo, he dado la orden de que si me voy para arriba te lo hagan llegar. Ah muy bien, toma nota Cecilia, mi hija mayor me acompaña, y le digo: algún día todo eso será tuyo. Ella sabrá que hacer.
Respondo a su pregunta:
Allí en Castellón, cuando llegan estos días, la prensa, la radio, las teles locales, sobre todo del interior, se vuelven locas, y da la impresión de que van todos de la mano, instituciones y cofrades, religión y lo otro, con tal de robar un despistado turista madrileño que pase estos días en cualquier pueblo con playa, pueblos con los que no pueden competir.
Si ves el programa de cualquier de estos pueblos, lo religioso casi es una anécdota, y la Pascua y la mona, el mayor acontecimiento de año.
Tradición, devoción, innovación y espectáculo. Así se anunciaba la Semana Santa, la proporción de cada cosa, casi es lo de menos, pero seria un buen comienzo aquí también.
Sigo unos minutos más hablando, ni de lo humano ni de lo divino, simplemente de lo local, y termino mi breve exposición de la Semana Santa calamochina, termino de responder a su pregunta y  él solo acierta a mover la cabeza de un lado a otro, negar, para decir, joder y yo que lo veía negro, no me podía ni imaginar que tu aun lo vieras peor.
Lo dicho, la Semana Santa Calamochina se torna en una semana del compromiso o del mantenimiento y ahora, como cada año, entramos en la semana de las lamentaciones, de lo que pudo haber sido y no fue. Pero no he venido hasta aquí para hablar de eso…
Acto seguido, Pascual me presta un cuaderno, un boli y me pongo a tomar apuntes, y él por fin, da una clase en el instituto, de algún modo se hace justicia y la da de una materia que domina por encima de cualquiera. Escucho atentamente, escribo notas, veo fotos, leo apuntes suyos, y ahora qué.
Bueno, lo único que se me ocurre y más fácil será empezar por el principio, leer a Baroja, y a la hora de acabar leer a Galdós, comenzar en Biarritz en el último tercio del siglo XIX y acabar en Calamocha cien años después. Esto va para largo.




18 de abril de 2017 martes
Ya todo termino, tengo tantos mensajes en el Facebook que me resulta imposible agradecer una a una todas las muestras de cariño, he de cerrar la pagina, volver a la normalidad, y llamar a Pepe Tomas, y tal vez a mi Tia Bonet, no me apetece escribir nada de los días pasados, como otras veces he hecho, comento algo por correo con el de siempre, pero nada más, no me apetece escribir, no quiero hacerlo… Pronto se me pasara.
Acabo pegándome una paliza de padre y muy señor mío para preparar la cena, mi padre me hablo en días pasados de que Joaquín Malaco tenía unos esquejes de cardo que merecía la pena probar, y que puede que no hubiera nada más bueno en toda la huerta de Calamocha ni aun de Valencia… así que fue y me trajo unos pocos, nada un brazao.
Me puse a ello, y los arregle, los limpie, faena que no es pagada ni con todo el oro del mundo, pero que merece la pena, los puse en la olla, hirvieron un rato y en la sarten hice un sofrito de cebolla, tomate y unos recortes de jamón de la Aragonia. Mi padre, mi madre, tenían razón… el plato resultante es Calamocha, es primavera a falta del ultimo  hielo, es algo supremo. Tenemos para un par de días, y yo como no me he puesto guantes llevo las manos con olor y color a Calamocha, en realidad ahora que todo ha terminado, no se puede pedir más.

De nuevo tengo el salon patas arriba, Pere dejo todo en prefecto estado de revista y a la vuelta a casa, nada funcionaba. Se siente culpable y trato de animarlo, en unos días se examina.



19 de abril de 2017, miércoles
Mi Tía Bonet me pregunta que sentí cuando estaba en las gradas, y Conchi también, quiere saberlo. No conteste en su momento por qué no lo sabía, o no encontraba el orden de las palabras, ni me veía con fuerza suficiente para recordar los días pasados.

Por cierto, el tripode de la cámara, aquel que compre en Andorra el siglo pasado, ha aparecido cuando iba a reciclar la vieja aspiradora dándole un nuevo hogar, resulta que estaba en su caja. Gran alegria y descanso.

25 de abril de 2017, martes
La respuesta a como me sentía en las gradas la tarde del pregón, es solo, me sentí solo. Por fin he encontrado la palabra, no me ha hecho falta ninguna más.
Comienzo a escribir el diario de Semana Santa cuando todo ha pasado, de atras al principio.
A mis padres los paran por el pueblo y les hablan del pregón, los felicitan, y mi madre disfruta al contármelo y revivir el momento, hoy para referirse al pregón ha dicho “sermón”, “cuando estabas en las gradas echando el sermón”. Fue Emilita quien contó que, al acabar, mi pregón, sermón, o recuerdo, una mujer refiriéndose a mí, dijo, “que bien hablan los curas” y rompió en aplausos. Grandes halagos los recibidos.

Ayer junto a Comehormigas Pere, llevamos el ordenador para que lo arreglasen. El viernes en Valencia lo catearon y me cuenta el como y el por que. Volvera a examinarse dentro de un par de meses, de lo que el considera la profesión del futuro. Es todo un ejemplo de superación, no quiere vivir de las ayudas y se mata estudiando y en el gimnasio. Nos tomamos un cortado y un acuarius en un bar que tenemos a cien metros de casa y el que nunca hemos entrado, bar que esta tal cual se inauguro alla por los sententa del siglo pasado, el dueño parece al borde de la jubilacion pero mas joven que nosotros, Pedro cree que hemos atravesado el espacio tiempo y estamos en otra dimension, y que de un momento a otro Tejero entrara en el congreso.

26 de abril, miércoles
La plaza te envuelve, en las gradas te sientes solo, una soledad magnifica, el cielo debe ser algo así, levantas la vista y ves a la gente sentada, frente a ti, atenta, escuchando, en silencio, un silencio absoluto, y aciertas a ver las casas que conforman el redondel de la plaza sobre las cuales se refleja el sol de una tarde de abril, una luz maravillosa, tranquilizadora. Fui feliz.
Bajé de las gradas, volví del cielo a la tierra, y el cura, Julio, fue el primero en darme la mano, en felicitarme, y comprendí que tal vez lo había hecho bien. Tratando de conmover, sin caer en la vulgaridad de dar pena o lastima.
Acabaron las bandas, y en la plaza se desato un mar de cariño hacia mí, en realidad, hacia nosotros mismos, hacia una Calamocha, que trata cada di de recordar: como quienes nos precedieron se resistieron a dejarse llevar, despertaron y salieron hacia delante.
Más tarde fue la misa, el acto de imposición de hábitos a los nuevos cofrades, una docena más o menos, los días de Semana Santa son complicados, no hay fiesta como en verano, me gusta pensar que después de muchos años, alguno de ellos será pregonero, ha resultado un instante bonito el hecho de ser cofrade oficial de algún modo y merece la pena pasar el frio que paso solo por oír a la Coral de Calamocha, la calefacción no está encendida, y solo yo parezco echarla de menos, veo un trasiego en torno al altar de hermanos mayores y demás, que me resulta excesivo, cuanto protocolo para algo que quizás debería ser más sencillo, veo a la gente pasar a comulgar, y me parecen las mismas caras, las mismas personas que caminaban hacia el altar cuando yo era monaguillo. Sé que no es así, ya no hay monaguillos, todo son chicas, debe estar mal visto entre los críos pasarse por la iglesia para ayudar al cura… nunca podrán saber lo que se pierden. Bien por las chicas. El cura dijo, algo así como “hay que mantener lo poco que tenemos, celebrarlo y hacerlo todo, pero sin dejar de intentar dar siempre un paso más”.

30 de abril domingo
De vez en cuando recuerdo la tarde del pregón, en concreto la entrada en la plaza de la banda del Porreton en fila de a uno, matraca en mano. Fue una imagen que me impresiono, me gusto, me dio un miedo terrible, así se lo comente al Bailador y a la Fidalgo, la tarde del Jueves Santo antes del Via Crucis en el Rabal.


FIN


Anexo, algunos días de febrero y marzo de 2017
La vida lenta ... de Pla
25 de febrero de 2017 sabado
A media tarde, me marcho con Sofía al Mercadona, nos vamos andando, en casa se quedan Cecilia y Mayte. Mañana haré fideua y no tenemos calamares, enciendo el móvil, siempre lo apago al llegar a casa, así que lo más normal es que se pase el fin de semana apagado.
Suenan tres mensajes, propaganda, recarga la tarjera o adiós al número y una llamada perdida de Inocencio.  Algo habrá pasado, pienso, nada bueno, su madre querrá hablar con la mía y no encontrará el móvil, …  casi da miedo seguir pensando, me olvido de todo comprando hasta encontrar algo de valor y llamarle.
Saludos desde Castellón, ¿todo bien por ahí?
Si… Atento, han pensado en ti para Pregonero de la Semana Santa, como cofradía hemos de echar el resto, antes de que digas nada, ayer hable con Jesús Blasco para tantear el terreno, y me dijo, que en cualquier caso tienes dos opciones, decir sí o sí.
Algún día tenía que ser, respondo, la respuesta será sí, pero mañana te lo confirmo tendremos que implicar a toda la cofradía del nazareno de principio a fin, y ver de hacer algo novedoso, aunque yo pensaba que estas cosas se decían con más tiempo… Me hubiera gustado hacer hasta el vía crucis del Jueves Santo, … el de la pantalla.
Mañana hablamos
Me han oído hablar con Inocencio, justo antes de marcharnos al centro de Castellón a dar una vuelta, el viaje en autobús se hace eterno, por fin en la Plaza Santa Clara, ya no puedo callarme: ¿Pero no vais a preguntarme de qué he hablado con Inocencio?
26 de febrero de 2017 domingo
Veo a Jesús Blasco conectado al Facebook, y le paso un mensaje. “La respuesta es sí”
Si a qué, me contesta como si no supiera de que le hablo y me adjunta una foto del puente romano, echa justo desde en frente, desde el otro puente, ahora que por fin han podado todo y las ramas dejan ver el bosque. No hay duda, está en Las Avellanas, allá donde algún día dirán estuvo el Edén, el paraíso en la tierra, y el manzano de la discordia.
La foto deja ver un día magnifico, se puede sentir el frio, pero brilla más el sol. Me detengo a pensar, lo afortunado que es Jesús Blasco, sigue siendo un niño, sigue viviendo en el pueblo, para el todos los días son domingo… Busco su número y lo llamo.
Ave Maria purísima, buenos días nos de Dios, la paz sea contigo. Ayer me llamo Inocencio
¿Ya te ha llamado?, no sabía nada.
Me advirtió que me darías dos hostias bien dadas, esas que dicen, no me dieron de pequeño y aun me hacen falta, que no me dejarías volver a poner un pie en Las Avellanas, que me agarrarías de donde más me duele, y me quitarías el sombrero y lo pisarías con rabia si se me ocurría decir que no. Así que diré que sí.
Perfecto, no esperaba menos de ti, daré ordénenos tajantes de que al menos el Ecce Homo te aplauda a rabiar.
Casi no queda tiempo, tengo un montón de fotos, de escritos, de ideas, traca incluida, hasta me gustaría poder haber hecho las diapositivas del vía crucis del jueves santo, y no voy a llegar a nada que no sea contaros lo que ya sabéis…
¿Tú has tenido algo que ver?, ¿ha fallado la estrella y has pensado en mí?...
Te equivocas de principio a fin, Maria Jesús, se lo comento a Inocencio, ya es hora de que los del nazareno, que os creéis que tenéis al mejor y más milagros santo, lo demostréis, vosotros esa pobre gente que lleváis años viviendo del Milagro de Agapito, hora es de que os toque pringar…
Me pongo a ello esta tarde mismo, fotos, escritos, ideas, y por supuesto recetas de cocina para una semana santa conforme dios manda… seré pregonero las veinticuatro horas del día, los cuarenta días de cuaresma…. Voy a necesitar ayuda. Ando bajo de batería.
Por cierto, si no te importa, avísale, plagiare el discurso de Jose Luis Campos aún estará vigente.
Llamo a Inocencio y le confirmo le evidente, seré, seremos pregoneros. Yo a Inocencio no le puedo decir que no.
Paso la tarde recopilando información frente al ordenador, y finalmente creo una carpeta donde guardarlo todo, son casi nueve gigas, pienso que bastara, la mayoría son fotografías, no muchas, pues saliendo en las procesiones, no puedo hacer fotos. Aun me falta pienso, bajar del Centro de Estudios del Jiloca los pregones de años anteriores para más que leerlos, estudiarlos. Es la hora de decírselo a mis padres, a ver qué les parece.
Mi madre tarda algo en reaccionar mientras comienza a preocuparse si he de salir a escena con traje y pajarita o vestido de nazareno mientras mi padre comienza a decir, yo ya lo sabía, yo ya lo sabía que esto iba a pasar… es tanta su alegría, que empiezo a creerlo y le pregunto lo evidente, ¿quien te lo ha dicho, como lo sabias, y si hubiera dicho que no?. Y entonces comienza a dar vivas a San Roque y entonar el bolero mientras mis hijas se parten de risa.
Papa, por dios, estamos en febrero, pregonero de Semana Santa, no de San Roque…
27 de febrero de 2017 lunes
Madre mía, ya estoy arrepentido de haber dicho que si
28 de febrero de 2017 martes
Nadie llama, si pudiera ponerme nervioso,lo estaría, necestio saber las fechas, organizarme, por cierto, me dejaran el Domingo de Pascua, tirar petardos a lo largo de la Calle Real al punto la mañana, la “despertá” que llaman aquí
He seleccionado un monton de fotos, no son gran cosas, pero podría enseñarlas, también da para un via crucis televisado ….
Por los clavos de cristo, para que diria que si
1 de marzo de 2017 miercoles
Nadie llama y me desespero, no puedo hacer plan alguno, … Inocencio confirma que todo va adelante y que solo he de hablar el día 8. Le pido a Maria Jose Royo, banderín de enganche del Santo Cristo, una confirmación oficial.
2 de marzo de 2017 jueves
Maria Jose confirma que seré Pregonero, y me tranquiliza… te llamaran
Ayer hable con Pepe Tomas, y se lo comente, voy a ser Pregonero, quiero que vengas… hará lo posible por venir, es Nazareno, sobrino nieto de Agapito, palo trasero izquierdo y necesito de su consejo.
Por fin puedo descansar y ponerme a trabajar
He recopilado todos los pregones, todo lo que tengo escrito en el blog, apuntes incluidos de pasadas semanas santas y seleccionado de entre las pocas fotos que tengo unas 200 que tiene algo que decir.
Estos primeros días, a la espera, han sido un calvario, o un martirio, el calvario, aun no he empezado a subirlo.
5 de marzo de 2017 domingo
Maria Jesús en nombre de la junta me llama, seré pregonero.