lunes, 1 de agosto de 2016

Cadillac solitario


CUANDO en los veranos del despertar a la vida, la llegada del catorce de agosto parecía un imposible, no podía ni imaginar, que años después, hoy, esos mismos días, se volverían una utopía. Eternas me parecen las horas que restan para San Roque, tan es así, que a veces creo, no va a llegar nunca.

De entre todos aquellos veranos, contados día a día, hubo uno que se hizo especialmente largo, la caída del sol por Santa Bárbara, venía a significar una nueva victoria, en el camino a aquella noche víspera de la festividad de Santiago, en la cual todos habíamos puestos nuestros ojos.

Meses atrás, entre las apáticas clases del instituto y las tardes de los domingos ochenteros, corrió la noticia, ver para creer, no podía ser verdad. Y así, solo cuando empezaron a verse los carteles, comenzamos a creer y dar por cierto el rumor.

La noche del 24, en la plaza de toros, habría concierto, en realidad aquello tan solo iba a ser el principio de lo que luego vendría después, aunque en aquel momento no nos lo podíamos ni imaginar.

Tocaba Cadillac, un grupo hoy olvidado pero que a mediados de los ochenta, estaba en eso que llaman la cresta de la ola. Puestos a elegir, todo hay que decirlo, habríamos escogido cualquier otro grupo, pero lo cierto es que nos daba igual… Allá que íbamos todos de cabeza, a lo que nos echasen, a nuestro primer concierto, ante un grupo de primera fila. Habían ido hasta Eurovisión y no lo habían hecho nada mal, hacían funky o música disco, algo más o menos tranquilo… para escuchar en una disco y bailar a pie de pista, o en un teatro, pero, nosotros como si del Rock en el Ruedo de Miguel Ríos se tratase, teníamos plaza de toros, y allí íbamos a ir.

Aquella noche, el resultado fue una faena aseada, por parte de los toreos ante un público que premió con palmas tan valerosa actuación. Hacía un calor terrible en los tendidos de sombra a pesar de ser medianoche, el sonido era espectacular, las estrellas también, y nosotros por fin teníamos lo que queríamos, un concierto, y una vez allí, sentados, sin saber, si bajar o no al ruedo, que hacer en definitiva, nos dimos cuenta, de que no era para tanto… aquello en sí, no era ni una verbena ni el concierto soñado, por todos.

Los mismos Cadillac se dieron cuenta de la situación, la gente se agolpaba junto a la barra del bar al pie del burladero de sombra, mientras el escenario hacia los toriles, permanecía casi vacío, había más gente de espaldas a ellos, que frente a ellos… Por fin acabo para todos y nos fuimos. Silencio y ovación.

Ha estado bien, un poso sosos, en la tierra no se puede bailar, y estos dan poca caña… una pena, podían haber traído… La salida, parecía el fin del mundo, la oportunidad perdida. La Puerta Grande permaneció cerrada.

Aquello era un sueño, un grupo, un concierto, como si Calamocha fuese una gran ciudad, pero no lo era aún, para qué lamentarse, los grandes grupos, los buenos conciertos, quedaban reservados para otras plazas, otras ciudades, las grandes, tocaba conformarse y marchar a la verbena en las pistas de las piscinas, un lugar, del todo paradisiaco, aislados, cual la isla de Alcatraz, encerrados entre rejas, bajo las estrellas, donde de madrugada, al acabar el baile, sobre las cinco, bajaba un frio de entre Bañon y la Dehesa, de tres pares de narices.

Jamás nos veríamos en otra igual, en un concierto, cundía el desánimo, no había culpables, dado que encontrar un grupo al gusto de todos, era harto imposible. Seguimos.

Años atrás, se recordaba algún concierto de alguna gloria sesentera en Las Vegas, pero poco más,..  Incluido Luis Aguile, el genial autor de Nadie me quita mis vacaciones en Castellón, y sobre todo Mayra Gomez Kemp, su llegada vino precedida del escándalo, en realidad venía a cantar. Pero,  ¿era cantante?, en los posters anunciando el concierto, en aquellos, los benditos años del destape, no escondía nada, se le veía todo… había que ir si o si, decían los mayores… El concierto igualmente en las pistas, no paso a la historia local más allá de lo anecdótico,… al parecer, según siempre se comentó, el cambio de agua a la hora de cenar, le había sentado fatal.

Y alguna que otra actuación del mundo de las varietes en la plaza de toros, a eso de las cinco de la tarde bajo un sol de justicia, con las rumbas de los Bordon 4, me parece recordar que eran ellos, en pleno boom de los casetes de gasolinera, y las gafas de sol imposibles, el mismísimo Maestro Arno, hipnotizador, asiduo del Un Dos Tres, que llego e hipnotizo a unos cuantos y nos reímos una barbaridad, ver para creer, en la tele parecía todo preparado, pero en la plaza, todo real....Karina con el arco y las flechas o alguien semejante y como no Marianico el Corto, el Sr Tomas, y algún mago, amen de un striptis a destiempo, silbado como merecia...  Terrible todo, a esa hora, todo terrible... como para salir al ruedo a bailar rumbas.

Dispuestos a salir adelante, dejamos pasar el tiempo de aquellos cálidos veranos y sus verbenas, que solían ser tres, antes de la llegada del chupinazo el 14 de agosto. Dos o tres, con la del comercio, donde nunca toco nada, y la de la proclamación de las reinas, dando paso a las fiestas de Navarrete, previas al gran día, aquel fin de semana del forzado exilio que solía preceder a la llegada de San Roque, y que convertía la carretera en un continuo ir y venir festero y a Navarrete, donde el que no cojea, garranglea, en el cosmopolita centro del universo, la comarca entonces, era algo que prácticamente ni se conocía.
 
 

Quiero contar todo aquello que recuerdo, aun sabiendo, que es una parte pequeña en comparación con todo lo que ya he olvidado de aquellos maravillosos veranos, y años en general, pues de pronto, un año, un día, un verano cualquiera, llego el “cambio” y la “Calamocha De Siempre”, se puso en marcha y aun muchos años después, sigue siendo insuperable.

Tal Calamocha, tal vez, sigue esperando, y para rato tiene, que le den las gracias, o tan solo un simple abrazo en reconocimiento a todo aquello que empezaron, al camino que fueron abriendo, y que a ratos y días, se ha seguido, se ha dejado de seguir,se ha vuelto atrás, se ha embarrado, se ha limpiado.... Hay un tiempo para cada cosa.

El “cambio”, llego a Calamocha y como llovidos del cielo, empezaron a llegar grupos, uno tras otro, y a cual mejor, un concierto tras otro, un año tras otro,… y no dejábamos de preguntarnos, ¿Cómo era posible?, que a un pueblo tan pequeño, perdido, y desconocido, donde no había, nada de nada, ni récord del frio ni jamón, llegasen tantos artistas y de tan variado pelaje…

Por cierto, aquellos conciertos, fueron pagando, y jamás nos importó. Para navidad, ya teníamos ahorrado el dinero de las fiestas de San Roque, el bono de conciertos, el de los toros, y gastos propios, todo un pastón para la época, un montón de duros y más de pesetas… Yo, sinceramente, creo que en aquellos años, si los de la Calamocha De Siempre, nos dicen, que por ir a la procesión y hacerla más grande, había que pagar, lo habríamos hecho sin decir esta boca es mía.

Olvidado el orden, los años, y muchos de los artistas, bien recuerdo, el día que por fin, nos quitamos un peso de encima, y pasamos pagina a la noche de los Cadillac en la plaza de toros aquella víspera de Santiago, asistiendo por fin a un concierto a lo grande,  a media tarde, en los almacenes de Vegé, un auditorio impresionante, lo que hoy seria Carrocerías Moreno, comenzó la música y salió al escenario Marta Sánchez, la chica de Ole Ole, la creme de la creme… con minifalda, y por supuesto con generoso escote, y vestida de riguroso blanco, y de un rubio subido y no sé que más… Resulto memorable. Alcanzamos el cielo.

Aún, no nos habíamos recuperado del concierto, de hecho los dias siguiente no hablábamos de otra cosa, cuando unos días después cundió el desanimo por el pueblo, un periódico de tirada nacional, traía ni más ni menos que una crónica del concierto de Ole Ole en Calamocha, escrita por algún periodista, llamemoslo asi, que seguía la gira del grupo, aquello corrió como la pólvora, un paleto pueblo de Teruel, de esa España trasnochada y babosa… vamos, que no salíamos muy bien parados desde la capital… y nos preguntábamos, que habíamos hecho para merecernos semejante crítica y si el periodista en cuestion había estado o no de verdad en la nave de Vegé, pues no habia visto lo que nosotros vimos. Si vuelve por el pueblo, a la hoguera con él cuando llegue el Santo Cristo…

Y entre tanto llego Juan Pardo, Emilita, Reina de la Noche, estuvo allí, poco menos que dios en persona, al mismo escenario a Vegé, y también fuimos a verlo, bravo por la música, el público femenino tan encantando o más, como lo estuvo el masculino con Marta Sánchez… Sin duda estábamos en el buen camino y el Auditorio Vegé parecía vivir unos días de gloria renovados sin fin, que tuvieron su concierto estrella con la llegada de todo un clásico a Calamocha, fue tal su éxito que en años venideros, repetirían actuación, año tras año, quién sabe si media o una docena de veces.

El Vegé se vino abajo, con la actuación un puente de la Inmaculada de vete a saber qué año, de los Inhumanos… Allí estábamos todos, nerviosos, con bastante frio, con nuestras mejores galas ochenteras, “Moda Albónica” como un buen día dio en llamar con gran acierto, Doña Eva Lagunas, eterna diosa ochentera de la villa, a nuestra forma de vestir en aquellos maravillosos años, rematada por aquellos zapatos negros de puntas imposibles y como no, los calcetines blancos a lo Michael Jackson.

 Por fin, los calamochinos-as alcanzamos el cielo. Cualquier grupo verbenero tocaba y cantaba sus propias canciones mejor que ellos, pero nada importaba más que tener a los auténticos, Inhumanos enfundados en sus togas blancas, si es que eran los auténticos, en el escenario… coreando sus éxitos uno tras otro, un año si otro también.

¿Cuántas veces irían a Calamocha?. Qué más da,.. En cualquier caso, pocas, y no pierdo la esperanza, y como yo otros muchos, de que vuelvan. De pronto la gachi se quitaba la camiseta y el pabellón calamochi se venía arriba. Hoy una cosa así seria del todo impensable. Pero a estos, artistas sin glamour, no los seguía ningún cronista capitalino… para dejar constancia de un éxito tras éxito.

Y así en aquellos días, de aquellos años, podían pasarte cosas como que al salir de los toros,  parase frente a ti una furgoneta llena de bultos sospechosos durmiendo el sueño de los justos, para preguntarte, por la plaza de la iglesia, y darte cuenta que tenías frente a ti a los Martes y Trece, perdón a los Gabinete Galigary, todos unos dioses para nosotros…

Y como desde allí desde lo de Lázaro, los mandas al puesto, con todas las calles cortadas, sin que acabasen Camino Soria,.. Pues muy fácil,… seguir recto hasta lo que hoy es la Aragonia, girar a la derecha, no hagáis caso a nada, esa infame rotonda cuadrada, seguís recto, bajáis una costera y subís una cuesta y os metéis por un callejón en dirección prohibida, y llegáis a las Cuatro Esquinas, una especie de cambio de rasante, y en cuanto bajéis, la primera a la derecha, un giro de noventa grados y ya veréis la torre de la iglesia y la plaza. Llamáis a la puerta, y decís que sois los Gabinete. No tiene pierde.

Doy fe, yo y todos, que supieron llegar, y cantar, un concierto magnifico, como empezaban a parecérnoslos todos, asombrosa la recuperación del grupo, que llego a media tarde sobao a mas no poder y se fue por la puerta grande, bares, que lugares, se ve que cenaron bien y aun les quedo tiempo, una vez acabado el concierto para darse una vuelta por el pueblo y acabar bailando el cha, cha, cha en la Peña La Unión.

Una peña, que por aquellos años, vivía sus peores días, abandonada por casi todos, salvo los más jóvenes, imposible competir ante unas fiestas así, para todos, populares en el sentido no gratuito, si no de actos para todos, parecía condenada a desaparecer, lo que La Birolla en sana competencia no había conseguido hacer años atrás, ahora lo iba hacer el poder, aquel ayuntamiento descomunal, que parecía haberse vuelto loco.

¿A que no sabes a quien traen estas fiestas?. Esa pregunta, obligada cada año, daba paso a un torrente de grupos que cobijaban a todo el mundo, bajo un escenario insuperable, y hoy impensable, la ratonera de la plaza de la iglesia, con el frontón desaparecido, sus encantadores servicios, y cerrada a cal y canto, con unas enormes puertas metálicas, que lo mismo servían para que nadie se colase que para que no se escapasen las vacas y novillos de los recuperados encierros matutinos, pero a nosotros los calamochinos, parece gustarnos más el toreo on line, de salón, sentados, que el salir a correr. En cualquier caso, tras pasar la noche de concierto, y luego verbena, ya de madrugada, no estábamos para correr… Por dios, si hasta estuvo anunciado para torear, Don Antonio Chenel, Antoñete, gloria eterna del toreo. Pero eso, ya es otra historia.

Ahora que han vuelto los conciertos a la renovada plaza, no estaría mal que una placa recordase, a todos aquellos grupos, que allí tocaron,… no dejaríamos de pasar las horas frente a ella, preguntándonos una y otra vez, si realmente fue así, o lo soñamos. Yo y otros muchos podemos dar fe de que fue así.

Aquello era un no parar, un estrés total, amén de los conciertos, aparecieron las verbenas populares por fiestas, en la plaza del Peiron, gratis y con las mejores orquestas de la época, a media tarde y tras los conciertos, corriendo el Casino una suerte paralela a la Unión. Pero antes de llegar ahí, a las mejores verbenas posibles, hubo algún año, un tanto desangelado, que sí, que no… con la Banda de Encinacorba, que lo mismo sirvió para un roto que para un descosido, todopoderosa ella, pluriempleada, magnifica, inolvidable… Y que algún día en Calamocha tendrá una calle, una avenida, una plaza, un monumento.

Recién inaugurado el faraónico pabellón polideportivo, aquella granja de pollos, fue escenario de  verbenas festeras, de un fracaso total, lejos de todo, ni siquiera el oficio de los de Encinacorba pudo levantar aquello, ni tampoco al año siguiente, antes de irrumpir los grupos verbeneros de primera fila en el Peiron, cuando tocaron alguna verbena que otra en la plaza de la iglesia bajo el escenario de la puerta del ayuntamiento, donde los recuerdo, recostado sobre el muro de la iglesia, sinceramente magníficos, …

Cada vez que oigo Perlas Ensangrentadas de Alaska, vuelvo a aquellas verbenas, con la Banda de Encinacorba, haciendo sonar sus acordes, para a continuación, sin solución de continuidad, atacar los acordes de El Rey del Glam. Insuperables, si Alaska hubiese estado allí… pero no se puede tener todo, y ella, jamás vino, aunque supongo aún estamos a tiempo de remediarlo.

Otros en cambio, estuvieron anunciados, nos tuvieron en vilo, y luego no pudieron venir, flor de un día, Los Frenillos, nos dejaron con las ganas de entonar sus célebres himnos, y en concreto aquel del “nos has cambiado, las toallas del lavabo”. Algún otro grupo llegaría en su lugar, y probablemente, mejor. Fueron tantos y tan buenos, que pasados los años, y bajo el recuerdo del tiempo, a veces cuesta creerlo.

Llegaron Los Rebeldes, quienes por cierto, al menos su cantante, vuelve este año, y se encontraron tan a gusto, que parecían no querer bajarse del escenario, y tocaban una tras otra, para acabar con la tierra de las mil danzas, osea, Calamocha en estado supremo, todos conocíamos sus canciones, puro rock and roll, Mediterráneo, Mescalina, Bajo la luz de la luna…Y este año parece que vuelven, todo un baño de nostalgia.  Tocara esa noche, dejar el blanco en casa, y vestirse elegantemente para la ocasión, buscar los botines en el granero, el corbatín, la camisa baguenera y aunque no haya sol, el sombrero y el pañuelo. Tambien parece, que llegara este año el cantante de Danza Invisible, para hacernos corear el amoroso himno de Sabor de Amor, no hace falta enseñarle el camino, pues no hace tanto que estuvo. Y por la Nacional II, si no se pierde llegara el cantante de La Guardia por primera vez.

Calamocha era tan especial en aquellos años, que por momentos uno, todo vanidad, llegaba a pensar, que los carteles de los conciertos de las fiestas los hacían pensando en mi y mis grupos favoritos, olvidos aparte, y todo en compensación por el semi fracaso inicial de aquel primer concierto en la plaza de toros con los Cadillac, pero a la vista de los continuos llenos, no solo no había duda de que a todos nos gustaban por igual los grupos que llegaban, o mejor aún, nos habíamos acostumbrado a los conciertos, y todos nos hacían disfrutar.

Y también fueron llegando lejos de las fechas señaladas, otros grupos a la Albonica, la Scaner o La Union… Así vimos a Mauricio Aznar, con los Golden Zippers, luego Mas Birras, una noche de sábado en la Albonica, con su encantador Rock a Billy, luego le cantarían al Moncayo, y a Cass, la chica mas guapa de la ciudad… Los Mestizos, los Reverendos, Distrito 14, Tako, IXO RAI, La Union un dia de San Jorge, junto con Dias de Vino y Rosas, o los Niños del Brasil, que se yo y Rosendo.  En cientos de kilómetros a la redonda, reinaba el bacalao y Calamocha nadaba contracorriente hasta que finalemente se ahogo en la orilla. La tarde del día de San Roque de 1995, obligado por la edad, me fui a la mili, allí, en la cola de la peluquería, alguien me pregunto, ¿de donde eres?, de Calamocha, joder, me dijo, que gran pueblo, yo soy de Castellón y allí no tenemos nada,  he ido a tu pueblo de marcha un montón de veces, la última vez fui a ver a Rosendo. Lo viste, a ese pedazo de disco que tenéis, la Scaner. Si claro fui a verlo. Mentí.

Llegaron Los Elegantes, apunten y fuego, abanderados del movimento Mod, para compensar a los Rebeldes, reyes del Rock And Roll, aunque no vino el Loco, Loquillo, el Rey… y ahora estoy aquí sentado en la puerta de casa esperandolo. Y tras la puerta verde una noche aparecieron los Tennessee, y su rock and roll de los cincuenta, supongo que los mismísimos Inhumanos pasarían sin querer por allí, y por supuesto Los Puturru de Fua aquel soñado trio, que nos enseño a todos, lo que era un menage a trois, ¡que barbaridad! y como no, ni más ni menos que los Héroes del Silencio, ya consagrados sobre un escenario inmenso, que costo dios y ayuda traer a Calamocha desde algun despacho grande de Zaragoza. Amen. Para aquella Calamocha, no había imposibles.

Dado que con el bono entrabas a todos los conciertos, ni que decir tiene, que a falta de no tener nada mejor que hacer, fuimos a todos, si bien, de muchos de ellos, ya ni me acuerdo, de otros, tan a penas de nada... La Frontera, me parecer recordar que también paso por allí en busca del cielo del sur y el miserable de Judas. Si no eran, grupos ochenteros, nos sentábamos en las gradas de la iglesia, y charrábamos, una vez nos habíamos acercado, cuando eso era posible, hasta las primeras filas, para ver en carne mortal al artista de turno.

Y así, conocí en persona, aunque el no se fijara en mi a Manolo Escobar, estaba ya viejo, decían, que hacia playback aseguraban, entendidos musicales, hay en todos sitios, y a esas alturas, en Calamocha, por metro cuadrado, los había a patadas, a mi me daba igual, aquel era el señor, al que un día, le habían robado un carro, toda una tragedia, y había cantado el Viva España, el único himno que realmente merece la pena.

Y llego, Doña Isabel Pantoja, casi nada, pero será verdad que viene, si dicen las revistas, que cobra no sé cuántos millones, que pide un par de trajes porque ella no repite, y un helicóptero para que al acabar el concierto, la lleve a su casa a dormir. ¿Pero los helicópteros vuelan de noche?, ¿Y esto quien lo va a pagar?... que mala es la envidia, estábamos poniendo el listón tan alto, que ni la Pantoja tenia sitio entre nosotros. Empezábamos a morir de éxito.

Recuerdo la cola para entrar al concierto, por el callejón de los muertos, al borde de la montonera sanferminera a la entrada al coso. Una vez en la plaza, un mar de gente, jamás vi tanta. Trate de hacer lo de siempre, acercarme a las primeras filas para verla, pero no pudo ser, resulto imposible avanzar, y me volví a mi sitio, a escuchar Marinero de Luces en las gradas de la iglesia, lo único que alcance a ver fue un gran luz blanca sobre el escenario. Doña Isabel Pantoja, en Calamocha. Ahí es nada, ...y ahora si, toda la comarca, a sus pies, diosa coronada.

También desde las gradas, resuelta la curiosidad de ver en persona al gran Luis Alfredo, protagonista de la telenovela que cada tarde veíamos todos, para que mentir, Cristal, por nombre verdadero Carlos Mata, de quien aseguraban que además de actor era cantante, y llegaba a Calamocha desde la vecina Venezuela, canto, y no poco, y como no, triunfo, y si, era él, nadie nos engañaba, era el auténtico, y la Visi, apostada en la primera fila, consiguió saludarle, darle la mano y un par de besos tal vez, al galán sudamericano que tenía locas a nuestras madres y abuelas. La virgen, que nivelazo, me estoy quedando sin palabras con las que recordar tanto y tan bueno. He de acabar ya.

¿Dónde estás corazón?. Buena pregunta, que fue de todo aquello, ya sólo nada más que un gran recuerdo, sin duda, pero tal vez fue mucho más, han llegado después otros muchos sanroques, otros artistas, otras personas, … y unos años mejores y otros soberbios, la vida sigue, y a veces te da sorpresas cuando menos te lo esperas

Así una de aquellas noches, como de costumbre entramos y nos sentamos en las gradas de la iglesia, ya ni nos acercábamos a las primeras filas por decir hemos visto a tal artista o tal otro. Creíamos haberlo visto todo ya. Tocaba el Consorcio, vaya tela, unos carrozas, Sergio y Estibariz, la Pequeña Compañía, Mocedades,… que muermo dios mio... Pero a dónde íbamos a ir a parar. Era el fin.

Sentados en las gradas, comenzó el concierto... a los pocos minutos,  ya no quedaba nadie sentado, fuimos como abducidos, por unos alienígenas llegados del norte hacia el escenario, resulto tremendo, fue un concierto espectacular de principio a fin... nos pusieron a todos a bailar una canción tras otra, ojala como aquellos mismos años, nunca hubiese acabado su concierto. Resultaron geniales.

Nunca debimos dejarles marchar, ni a ellos ni a ninguno, de aquella la plaza de la iglesia, principio y fin de todos nosotros, de aquellos días de verano, que llegaron a nosotros, como salidos de la nada, de la mano de la Calamocha De Siempre y otros muchos.

Felices Fiestas de San Roque. Agosto 2016.

viernes, 15 de julio de 2016

CALAMOCHA Y YO (V) De paso

CAMANDULERO I

HERMANOS, medio hermanos, padre, tío
Frailes, santos y demás
Ajustes de herencia. Cosas de familia
Leo Los Hermanos Karamazov
Y su autor, Dostoievski
A uno de ellos lo llama:
Camandulero

Mi Tía Nati, pronunciaba camandulero
Con el acento más bonito del mundo
El de Torrijo
Me pregunto cómo se escribirá en ruso
Camandulero
Es más, como se pronunciara
Y si, sonara igual de bien

Hipócrita, astuto, embustero y bellaco
Dice el académico diccionario que significa.
¡Qué crueldad! Para tan bella palabra
A falta de lo que diga Doña Maria Moliner
Para una palabra tan bonita ¡Qué crueldad!

Mañana pasare por Calamocha
Allí, hay palabras, que parecen
Decir otra cosa

EL SUEÑO ETERNO (II)

DE camino hacia el charco
Aparco frente  casa
Cansado, apuesto por cerrar los ojos
Se acabó

En la calle, el sol parece desgarrarme la piel
Hay un silencio triste
¿Cómo será la cosa en invierno?
Ni coches, ni gente, nada
El sol me quema los brazos
En un rato nos vamos
Calamocha de paso

Pasa Cachurro de vuelta a casa
Apurando la sombra
El perro con la lengua fuera
Tira de él, parece tener prisa

A QUE NO SABES QUIEN… (III)

NO me gusta oír esa frase
Y me la repiten una y otra vez
Parecen no cansarse, no tener fin
Aunque lo hacen sin más remedio
Obligados
Esta vez es mi madre quien me habla

No me gusta esa frase
Porque si sé, lo que voy a oír
¿A que no sabes quién se ha muerto?

Tú no la conocías
Llega a parecer que la muerte de alguien desconocido
Es menos muerte. Pero nunca es así
No quiero oír quien se ha ido, aun no sabiendo quien es
Pienso que un día, me puedo cruzar el Peirón con ella

LEER (IV)

Ya no te leerá más
Me paraba en la calle y hablabamos de la familia
De los años pasados y de lo que todos fuimos
Lo escrito por ti le parecía haberlo vivido
Le gustaba leerte y recordar

Esta tarde iremos al entierro
Si no  estuvieses de paso
Esta tarde iríamos todos al entierro
Tú también
¡Cuánto te quería!

Se ha marchado en unos meses
Y yo aún no me lo creo
No sé que me parece
Aun pienso que me la encontrare por el pueblo
Y nos pararemos hablar
De lo escrito por ti y vivido por todos
Le gustaba leerte
Y ya no lo hará más
MALAS HIERBAS (V)

ENTRE el cemento, junto al desagüe
En lo que fue el corral de las gallinas
Tocinos, conejos y algún cordero
Antes machos y vacas. Barro, tierra y fiemo
Hoy cemento y sol

Ha nacido una mala hierba, un morrotocino
Es tan grande, que resulta imposible no lo hayan visto
Sin preguntar me dicen: déjalo estar, que se de vida
Mira el plantero que tengo

Sobres de simiente que compro, constantemente
Simiente que nunca plantare
Este año, vamos a probar, con esto, y aquello, y eso otro
Y mi padre prepara el plantero en viejas macetas
Apio no cale que pongamos, Santafe tiene, ya le cogeré






CAMINO DE NAVARRETE (VI)

VAMOS también de paso
Al cementerio de Navarrete
Me fijo en el tanatorio
Allí donde están los mejores calamochinos
Alguien acaba de llegar
Abrazos en la puerta
Tristeza alrededor

Pienso en lo dicho por mi madre
No me lo puedo quitar de la cabeza
Siempre con prisas, siempre de paso
Ya no la conoceré

Hinchada por el calor, la puerta no se abre
Finalmente cede y podemos entrar
¿Quién fue Don Justino Bernad? Me preguntan
Luego os cuento. Respondo
¿No sabes quién fue?. Voy a buscarlo
Claro que sí, pero a qué hemos venido
¿El cementerio es suyo?
No, no es de nadie. Apaga el móvil.

Es la una de la tarde,
El sol cae cruelmente sobre todos nosotros
Pero tenemos suerte de que así sea
El cementerio, que no es de nadie
Parece serlo de los pájaros
Allí anidan, cantan, y supongo mueren

Hemos venido a ver la lápida del abuelo
A quien enterramos aquí
El día de San Valentín
Iñaki el de Corbatón la puso hace unos meses

Una puerta al cielo
Yo creía haberla visto, pero me dicen que no
Desde que la coloco no habíamos vuelto
Ni siquiera de paso
Ni por Calamocha ni por Navarrete

Y hemos entrado al cementerio
A ver la lápida del Yayo Antonio
Su puerta al cielo
Se marchó y nos dejo
“Todos los besos del mundo”

LA COSECHADORA (VII)

OJALA nada cambiase
O lo que es lo mismo
Ojala todo siguiese igual
Aunque creo que no sé, muy bien lo que digo

A lo lejos Zaragoza nos espera
Su camino se hace eterno
Vamos detrás de una cosechadora
La carretera Navarrete
No ha cambiado en décadas
Es una vuelta al pasado

Retiro lo dicho
Siento el calor de los días de cosecha
En el vadillo, en el riachuelo
El fin del agua en la botella
El beber o no beber del caño
La vuelta a casa
El polvo de la paja pegado al sudor
La garganta seca, la nariz taponada
El pelo rubio, lo oídos tapados
El olor a paja recién cortada
Los sacos de basta tela llenos, el grano seco

Retiro lo dicho
Segar de sol a sol, dormir en el tajo
La gavilladora, trillar, la ablentadora
¿De qué me quejo’

Retiro lo dicho, mejor todo cambie
Aunque la carretera Navarrete
No lo haga

SANTO CRISTO (VIII)

DE nuevo en Calamocha, camino de casa
Mi madre me busca con la mirada
Y me dice con admiración
Mira que hay, quien le tiene devoción

Aun queriéndolo yo
Nunca podre tener la devoción
Que otras sienten
Y no sé por qué será

El domingo lo esperamos
Solo por ver la puerta del Santo Cristo abierta
Y entrar, y charrar
Tienes que preparar una foto
Y regalársela
A quien tiene más devoción que nadie
Por el Santo Cristo del Rabal
¿Sientes lo que te digo?

LA OVEJA NEGRA (IX)

Un día el Tío Colín, la que pasaba entonces
Llego a un acuerdo con el pariente Cerillas
Allá en el Peirón, puerta con puerta
Y yo que era un crío, entraba en el trato

Cambiarían un tocino por seis ovejas
José le paso el tocino, lo convenido
Esto no está claro, dijo el Tío Colin
No te daré síes ovejas
Te daré cinco ovejas y una negra

Anda Auge, llévate las que quieras
Tu que sabes y entiendes más que ninguno aquí
Y me las lleve, ese día y todos los días
Y al volver a casa, ellas solas se iban
Al pesebre del pariente

La negra bien lo sabía
Que el Tío Colin ya no era su amo
De paso por su puerta, ni lo miraba
Cuando cayó el tocino con el frío
El Tío Colin  no paraba de decir
Que bien sabe a cordero
Que tocino más bueno



A QUE NO SABES QUIEN… (X)

¡CLARO que lo sé!
Ya no se acuerda, pienso, de lo hablado ayer
Y eso me tranquiliza
Quedémonos todos aquí
Y deje Calamocha de ser un lugar de paso

Mi madre me busca con la mirada y me dice
¿A quién no sabes quién se ha muerto?

Ayer ya me lo contaste
Respondo tranquilo
Aquella mujer, que tanto le gustaba
Y ya no podrá.
Leer los recuerdos de la familia
Aquella mujer con la que te pasabas horas
Hablando en la calle
Capazo tras capazo
Ahora lo hará en el cielo

Déjame hablar, déjame que te cuente
Esto se acaba para todos
De ella hablamos ayer
Pero, aquí estamos de paso
Y en un día, llevamos tres entierros
Déjame hablar, déjame que te cuente...