domingo, 23 de agosto de 2015

VOLVER A EMPEZAR

18 De agosto de 2015
Café.
De vez en cuando, si  me acuerdo, enciendo el teléfono, lo hago a eso de las diez de la mañana. Hay una llamada perdida. Al cabo de un rato, el Dichero Olvidado llama de nuevo y pregunta: ¿Cuándo quedamos para tomar café?
Me vuelvo a casa, le digo, me pillas subiendo al coche con la esencia de Calamocha en la mano, un paquete de Cafés el Hornero lo único que necesito para ser feliz cada mañana, con eso ya lo tengo todo, no me cabe nada más en el maletero, donde llevo también media Serrana, parte de la Aragonia, pastas y cañao de Micheto, el año es muy largo…
Tendrás, le digo, si quieres tomar café venir a Castellón. Se hace el silencio se resigna a su suerte y concluye: Entonces no me vas a contar nada de las fiestas. Nada, aquello se acabó. Y se hace el silencio entre nosotros.
Sabes que eres algo desustanciado, me dijiste que te irías por la tarde. Me reprocha. No tienes vergüenza, ni la conoces, es lo único que se me ocurre decirle, solo oyes lo que quieres, anda, alma cándida cuelga. Me voy. San Roque por fin se acabó y eso es lo mejor que podía pasarnos.


Mi madre, unos momentos antes, llega de comprar el cañao, al punto la mañana, me sorprende con eso de “¿pero maño, sabes quién se ha muerto hoy?, esta tarde otra vez de entierro”. Pobrecica.
Ya en casa, a media tarde el ordenador, esa ventana abierta al pasado, me devuelve a Calamocha, lo enciendo y zas, El Niño del Balcón, con todo el año por delante, el día que menos me apetece, ha enviado un video de la procesión de estas fiestas, y yo que vengo huyendo de San Roque me quedo frente a la pantalla sin perder detalle.


El Baile de San Roque Año 2015 Antonio Sanhez Gamas
El niño, ya jubilado, la mañana del 16 dejo su casa en Benidorm para ver salir a San Roque, llego en mangas de camisa, en pantalón corto, en albarcas, ni siquiera reparo en el frío que hacía y al oír el Dance comenzó a llorar, allí bajo, otro balcón el de las flores, el de teléfonos, se dejó un puñado de lágrimas del niño que fue, lloro luego al ver a los amigos, por momentos le llegó a parecer que vino para llorar. Don Antonio Sanchez Gamas, en si mismo Cuky.
El resto, cuando la emoción le dejó ponerse tras la cámara, puede verse en el video, es su procesión, la que recuerda, quien vivió la niñez en Calamocha y volvió después de casi cincuenta años, Dance, Dance, Dance… ni siquiera repara en los Dichos. Así la vio, resulta magnifico, casi veinte minutos en YouTube, por fin San Roque, su Dance, puede verse, y “sentirse”, aunque no “oírse”.


17 De agosto de 2015
Lejía
Por primera vez en años, acudo a la procesión vestido de blanco, además hace un día magnifico. Comienzo a fijarme en como vestimos y recuerdo que un día de San Roque veinte años atrás, agotadas todas las prórrogas me fui a la mili, al paradigma de la “uniformidad”.



Esa utopía, la uniformidad, a decir del Sargento Amigo del Pacharán. “A quien me lave el traje con lejía, le meteré más guardias que al palo la Bandera”, nos dijo aquel mismo día de San Roque en nuestra primera formación. Llevábamos un mes de mili y aquel buen hombre desesperado antes de la Jura, lloraba lágrimas de cerveza ante nuestro Capitán, un hombre bastante soso, o tranquilo, que no quiso saber nada de la advertencia inicial de nuestro amado Sargento, al menos ese día, luego sacaría el sable a diestro y siniestro, y repartiría guardias y arrestos por doquier a propósito de la uniformidad. Doscientos tíos allí, delante de él cada uno de su padre y de su madre, y salvo un puñado en perfecto estado de revista, el resto de trajes comprendían todo el arco iris. No digamos nada de gorras, ceñidores y botas. Comprendo hoy más que nunca su desesperación.
Aunque no cuelgue de la fachada de la iglesia, aunque ya lo hayamos olvidado, las fiestas fueron declaradas no hace tanto Bien de Interés Turístico, el Dance concretamente, pues el resto de actos, no dejan de ser una fiesta como otra cualquiera. Reconocimiento que por otra parte no debe ser nada fácil conseguir.
Me pongo en lugar del Sargento, me dan ganas de llorar, y pienso que si viene el Capitán de Fiestas Turísticas a pasarnos revista, no sabría que contarle, no hay excusa, veo entre las filas, más colores que en el arco iris en cuanto a fajas y pañuelos, el resto, es perdonable, la lejía no puede con la ropa blanca, es una ventaja, camisa o camiseta más o menos blancas, hasta las zapatillas pueden perdonarse, yo mismo con las prisas y nervios, me traje dos pies izquierdos y voy con zapatos.
Hablando de uniformidad, las autoridades han cambiado la banda por una medalla, no me lo puedo creer, colgarse una medalla hoy en día, me temo que requiere valor, así cuesta más reconocerlos, pasan más desapercibidos. Los políticos cargando con medallas, asombroso, mientras nosotros, los soldados de a pie, si frío, frío, si calor, calor. Me gustaban más la bandas, era, más “señorial”, aunque el hábito no haga al monje, le ayuda a parecerlo.
De camino a las primeras filas la madre de Fer, me saluda, hablamos de lo que trae el tiempo, de la salud, y le pregunto “está en la cama, ya veremos si viene”, vaya, no me lo esperaba, se pasa las fiestas durmiendo, pienso, en Semana Santa no estuvo le recuerdo con maldad a su madre, que ya lo había olvidado, esto pasa ya de claro a oscuro, le pregunto si es de los que no diferenciarían a San Roque de San Cristóbal, y me responde, pues casi, casi.
Lo dejo estar todo, guardamos un minuto de silencio, en un improvisado homenaje, estamos tristes, esa es la verdad, y me marcho a las primeras filas, esperando llegar al final de la Calle Mayor, donde el Dance, entre piedras de otro siglo parece sentirse, vivirse, de otra manera. La procesión transcurre en un visto y no visto, cuasi a paso de maniobra, el calor aprieta.


Fer por fin aparece, charramos cuanto podemos, y tratamos de quedar en la casa de la Tia Caminrealera,  sede social de la Xurria. Otra vez será, las fiestas de San Roque deberían ser eternas, para poder hablar con todos. Debían durar al menos hasta agotar todo el café de la comarca. Por otra parte pienso, en la cantidad de recuerdos que vendrían a mi nada más pasar la puerta de la casa de la Tía Antonia, nuestra abuela adoptiva de las tardes de la niñez en la escuela. Aquella mujer sabia más que los ratones coloraros, sabia de letra, recitaba, leía y mostraba una verdadera pasión por todo papel escrito, periódicos que había por casa y mi madre traía del instituto, donde repitió año tras año el curso de limpieza sin llegar jamás a terminar el bachillerato, revistas del corazón de meses atrás, que la Visi nos pasaba y que ella a su vez traía de la casa del farmacéutico donde limpiaba… Pero su pasión por encima de todo, su pasión eran los almanaques, aquellos calendarios hoja a hoja, día a día, con el santoral y alguna poesía, refrán, y adivinanzas, otra de sus pasiones, hojas que arrancaba a diario y traía a casa, para leerlos en voz alta a mi abuela, quien no sabia leer. Que suerte tuviste pájara, le decía mi abuela Rosa, cuando de cría entraste a servir en aquella casa, y los amos se preocuparon de que aprendieras a leer. Que suerte la tuya.
A la altura del Callejón de los Muertos, charro un rato con la Abuela de Marcos, me pregunta, y sí, soy yo, a propósito de aquello que escribí cuando conté la tarde en que murió el abuelo José, jamás pensé que llegase a tanta gente, lo leyeron de arriba abajo, pero en realidad, todos leyeron, vieron en ello, la muerte de algún ser querido.
Malos días llevamos, concluimos cuando nos despedimos. La procesión se nos escapa, me faltan las ultimas fotos, las mejores, y la banda no para de atacar redoble, tras redoble, andan los jóvenes más que bailan, y me voy a perder lo mejor, además, tengo el firme propósito de subir a la Salve en el Santo Cristo. No logro hacer grandes fotos este año, José Luis Sancho con una cámara que le cabe en el bolsillo de la camisa, me da cien mil vueltas.


Veo a Pepe Tomas justo en lado contrario a donde estoy, bajo el balcón del niño, y pienso, tengo que hablar con él, tengo que hablar, ayer tan solo nos saludamos, llevamos todo el año esperando vernos para charrar. No se puede escapar.
Acabada la procesión, la Banda de Música inicia el camino del Santo Cristo, me voy tras ellos. Oh sorpresa, allí en la Castellana esta Joaquín, bajo el don de la ubicuidad, me acaba de saludar su hermana, y verlo ahí parece un milagro, y a mí no se me ocurre nada mejor de que hablar, al acabar que pedirle se haga, llegado el caso, del CD Castellón, como si ser del Atlético de Madrid, no fuese ya  de por si un total padecer.
El amigo Pepe, y la Salve, quedan para el año que viene. Camino a casa cuando suena el móvil a la altura de la Poza. No puedo decir que no, hay gente a la que no se le puede decir que no, porque ellos, jamás te negarían, nada, así que me vuelvo cara las Cuatro Esquinas donde Manolo Gil me espera para un eterno vermú, en los Cuarteles del Minino. El, aunque lleva toda la vida en Castellón, desborda Calamocha por los cuatro costados. Y siente cada día la necesidad de decirle a todo el mundo que él es de Calamocha, el mejor lugar del mundo conocido. Sabe bien de lo que habla, pues no para de viajar.

VERMU EN EL MININO DEL RABAL Por Camen Taules Vidal CALAMOCHA 2015

Llegamos a casa pasadas las dos, entonces caemos en la cuenta, habíamos quedado para almorzar unos huevos fritos con puntilla con Pepe el Tarambana, la quinta esencia calamochina, el mayor embajador que jamás haya tenido el pueblo en estas tierras castelloneras, de nuevo, otra vez será, me paro en la puerta y pienso, me haría falta un palote de la alegría, como decía el Hombre sin Nombre, veinte años atrás, cuando justo al entrar al Barrio se lo encendía, la bronca de mi madre será buena, llegamos tarde a comer, y lo que es peor, comidos. Tenemos suerte, el sobrino no ha vuelto aun de los cabezudos y será el quien se lleve la bronca diaria de rigor, que ayer fue para mí. Como decía el padre de Inocencio, el que venga detrás que arree. Espabila, pardal.

16 De agosto de 2015
Besos.
Este año, por fin, de nuevo voy a ver salir a San Roque, el concierto de ayer noche ha hecho estragos entre la juventud, de modo que al primer toque salgo de casa, con todo el frío del mundo, me miro y no me lo puedo creer, llevo la misma ropa que aquí en el puro invierno de Castellón, camiseta interior, camisa, americana,… aún así, me muero de frío. Sería mejor algo de calor, pienso, o de menos frío, no parece ni San Roque, habrá que adelantarlo a julio, llevamos un par de años de fresco, se hace todo tan extraño sin ese agobiante calor seco del pueblo. No sé qué hacer con el sombrero.
A la entrada de la Balsa bajan por las Cuatro Esquinas los Sidrines y me junto con ellos, son demasiado competitivos, yo hace tiempo que deje de serlo, a duras penas puedo seguir sus pasos, “vamos que no se diga, me dicen y me animan, que los del Rabal siempre hemos madrugado mucho, vamos a ser los primeros, venga, venga, que nos va a ganar…”. Después del esfuerzo, no siempre llega la recompensa. “Pues este año han ganado los del Peiron” les digo al entrar a la plaza, donde las “localidades” de sol ya están ocupadas. No tardo en perderlos de vista, inquietos, dicharacheros, no paran de moverse, veo tras de mi a Ana, y charramos de lo que trae el tiempo. Fresco.
Llega entonces Chabier y su hijo disfrutando del momento, del fresco, para mi frío, del sonido de las castañuelas, desde el momento mismo que salen de casa hasta la plaza se siente el pueblo de una manera distinta, es San Roque, es el instante mismo, es un momento, de casa al inicio de la procesión, que refleja el paso de todo un año. Aprovecho para intentar hacerles un retrato, y los nervios no nos dejan, cuando se acerca Paco, el primer bailador, lo agradecemos, y terminamos cambiando de tema, somos así, el día por el que vivimos el resto del año, el momento justo, y solo nos preocupan las malas hierbas del huerto. Sera cosa de la emoción.


Suenan los primeros acordes, dejamos paso a la emoción más real, y la procesión comienza andar cuando me uno al Dichero Olvidado,no sé qué pareces, me dice, vestido así, a la procesión se viene de blanco”, trato de defenderme, lo tengo fácil, y le replico, “pero tú te has visto, no vas vestido de blanco, y esa guayabera que llevas,… pareces un dictador caribeño de medio pelo. Anda vamos, tira para adelante”.


Fue entonces, a la altura del Perion, cuando deje de temblar a causa del frio, y la tristeza se apodero definitivamente de mí, de la procesión, y en gran parte de las fiestas. De nuevo llego la tragedia a las puertas mismas del monumento. La megafonía nos dejó consternados y la procesión se desvió, comenzó a ir a tajo parejo, camino de la calle Zaragoza donde se reanudo, calle que por cierto parecía un parking, por si con los contenedores de basura no fuese suficiente…Si al menos de las fachadas de las casas colgaran colchas y santos como cuelgan ahora pendones de las farolas y banderas de Calamocha. Decidimos huir, nunca mejor dicho, y adelantarnos camino de la ermita, coger sitio y esperar la Salve. Allí en la entrada, salude al padre de Fer, “está en la cama me dijo”.


Sentados a la espera de las autoridades, el Dichero Olvidado, comenzó hablar, ¿sabes una cosa? Me dijo. Antes de que empieces, le interrumpí, ten presente, que me sobrevivirás, que te harás más viejo que yo, cuando tu llegues al cielo, yo ya seré veterano, cuida con lo que me cuentas, porque si quieres que se sepa, igual no me da tiempo a contarlo.
El caso es que sin preguntarle nada, resolvió una gran duda, por llamarlo de alguna manera, que yo venía arrastrando de varios sanroques atrás, de siempre.
Veras, con los frailes ya en mejor vida, si la había, con la desamortización, todo el convento poco a poco fue despareciendo, imagina no solo la ermita, imagina las estancias, los patios, la huerta y todas las tierras alrededor,… todo eso fue a parar a manos particulares a (…) Este buen señor, quien compro, o le dieron todo, qué hizo, pues nada nuevo, debió dar un pelotazo de padre y muy señor mío nunca mejor dicho, …pues que va hacer, lo que tú y yo haríamos, echarlo a bajo, trocearlo, venderlo, y así poco a poco fue desapareciendo el convento franciscano en sí, hasta quedar solo la ermita, que sería la construcción más noble, la más fuerte, la de más utilidad, o simplemente que no pudo venderla ni entera ni piedra a piedra para otras construcciones.
Y qué paso entonces te preguntaras, pues ahora viene lo bueno, porque sin este personaje, ni tú ni yo estaríamos sentados aquí a la espera de la Salve. Entro en escena el párroco del pueblo, un culto culo inquieto, en el noble sentido de la palabra, Mosén ( ), aquel buen hombre se puso a pensar, echaría la vista atrás, miraría hacia delante, y con la iglesia hemos topado, venga todos aquí a escote a comprar la ermita como sea para que de manos particulares pase al pueblo, antes de que su dueño deje todo pardina. Y la compro. Bueno, en realidad lo que Calamocha compro fue un granero, una corte, una paidera, que era la utilidad final que tenía la nave, hoy ermita, por donde campaban a sus anchas ovejas, mulas, gallinas,… menudo cuchitril a la entrega de llaves.
Pero ahí, como puedes imaginar, no acaba la cosa, el Mosén, a lo suyo, a pedir y rogar por la salvación de las almas, puso en marcha la segunda fase tras la compra, claro, aquí donde estamos, no había nada, un pitañar sin más, no quedaba nada de lo que fuera una iglesia, ni una cruz, ni un santo, nada que recordase que aquí se había cantado misa, si acaso una horca para la paja en el centro del altar.


Bueno, pues eso, había que convertir el pajar en una iglesia, y qué se le ocurrió, pues qué va a ser, pedir, pedir y pedir, lo que mejor saben hacer los curas, entonces no era como ahora, que esperas a que te llueva un subvención, y si no te la dan, te pones a patalear, que va, entonces las cosas se hacían por derecho y por la vía de urgencia y descaro a partes iguales, así que fue casa por casa, te hablo de las casas grandes a pedir mobiliario, oye tu que tienes, un cuadro de tal, pues para la ermita y me pones un altar entrando a la derecha, y tú, esa mesa, esa cruz, esos zarrios no los tires, los bajas a San Roque y entrando a la izquierda, me colocas un altar, y tú desustanciado que no tienes ni un crucifijo en casa, arreas y compras un altar…. Y así, a cachos, la fue decorando… pero claro, eso a los ricos, que los pobres, no te creas que se fueron de rositas, que los que no pueden pagarse el cielo, se lo han de ganar, a esos los fue reclutando para agachar los riñones, cuando a él le salía de los… pues eso, mañana todos a San Roque a limpiar, pasado apuntalar una pared, a encalar…
Han pasado los años, y en ello estamos, no sé en qué fase, pero ahí seguimos, tratando de culminar la obra de aquel gran hombre. Bueno, ya están aquí los de las medallas, luego sigo con la monserga.
Comenzó la Salve, y aquella historia de andar por casa que me contó, vino a explicar la sensación que siempre he tenido al entrar a la ermita y buscar el olor típico de las iglesias, el olor a sagrado, a humedad, a madera carcomida, a santos, a yeso, al refugio del fresco de sus muros… cosas que no logro encontrar. San Roque me huele a granero, a esfuerzo, a casa, a felicidad. Es diferente.
Rezamos la Salve, y a instancias del cura, lo hicimos por todos nosotros y en especial por qué lo del Peirón, no fuese más que un susto, y a escape nos volvimos para el pueblo un poco más animados.


Pasada la fuente del piojo saludé por fin a Juan Miguel, ya quedaremos, es la tónica, ya quedaremos para charrar, tomar café, y recordar viendo fotos antiguas, lo que hoy somos. Por cierto, le dije, la Chica de la Avioneta, está por ahí. He de verla me dijo, con los ojos llenos de alegría. Vuelve la procesión al pueblo. Cuando de nuevo en la calle Zaragoza, se desvía y se consuma la tragedia. Definitivamente, no estaba el pueblo para fiestas
Me entretengo un rato saludando en la puerta de José Cerillas, dejo a la gente pasar, todo se ralentiza, ya no tenemos frio, tenemos tristeza, recupero el aliento con su mujer, y su familia, con el hijo, hoy bailando bajo el santo, he de hacerle un retrato, me digo.
Charlamos un rato, como si el tiempo no hubiera pasado la veo ahí sentada en la puerta como la recuerdo de la niñez cuando bajaba las tardes de verano a casa de mi abuela, a la fresca, o los domingos cuando al salir de misa pasábamos a ver los a los abuelos, trasteando por la puerta de casa, por momentos la emoción nos puede a todos, es como si el tiempo se hubiera detenido. Pero no podemos hacerlo, no podemos volver atrás.


Camino hasta la plaza esperando todo acabe cuanto antes, por fin, la procesión, termina, si pudiéramos echar el tiempo atrás, tan solo a la tarde mismo del día 14, del 13, del 12… y volver a empezar. No me quedan ganas de nada, no he dormido, he pasado frio,.. Resuelvo irme a casa, saludo tras saludo.
Por fin me encuentro con la familia de Valencia encabezada por mi tía Pilar Bonet, tratamos de ponernos al día pero no es fácil, “he conocido a Emilita” es lo primero que me dice, he visto a Juan Miguel, a… y a … Me falta Jesús Blasco, ¿Dónde está?... no para de saludarle la gente, desde hace unos meses se ha convertido en la Primera Dama Calamochina a golpe de Facebook, rebosa carisma, volverá en unos días para reunirse con los de su quinta y ya está pensando en juntar a todos los primos, ahora que las bodas se han terminado, no es cuestión de esperar a los entierros para reunirse, en ellos, siempre faltara uno u otro en la foto.
Sin embargo, la estrella en las gradas, es Cuky, Antonio Sanchez Gamas, el alcalde virtual de la Calamocha 2.0 quien reparte más besos que el alcalde real, lo cual, ya es decir. Así da gusto. En cuanto al Dichero Olvidado, se fue sin conocerlo.
Llego por fin a casa, sumamente cansado, más de lo habitual, lo cual ya es decir, las piernas no me llevan, me duele todo, no sé si tengo frío o calor, pero si tengo una sensación agridulce, extraña, para el día que es, supongo, como el resto del pueblo.
No me apetece ni aun hacerme un remolachero, siendo como es, que el sifón, es lo único que me traje de Castellón para las fiestas. El caso es que si el dia de San Roque no te haces un remolachero, No eres de Calamocha si no... Bueno, traje también petardos, y este año, que no he visto el bando prohibiéndolos, no hemos tirado ni uno. Hay que ver cómo somos.
Y ahí, en el patio de casa, estaba mi padre, a quien apenas había visto en la procesión, esperando, para darme ánimos. Entiéndase, para recordarme quien soy y donde estoy, para ponerme de vuelta y media, en mi sitio, para echarme la bronca del día. Razón, a mi ver, no le faltaba.
Y una cosa te voy a decir, que sea la última vez que te vas a la procesión, vestido así, como si fueras al médico, con zapatos, pantalones marrones, camisa rosa y una americana verde, vamos, que no tienes vergüenza ni la conoces, a la procesión, hay que ir de blanco, la tele lo dijo el otro día, todos de blanco, o cuando menos ropa clara, para hacer de la procesión algo grande, a la procesión se va de peñista, y no como te has ido tu esta mañana, copón bendito, has madrugado y no te he visto salir, pero si te guipo, no te dejo salir a si de casa. Parece que cuanto más os dicen las cosas, menos caso hacéis, a la procesión, se va de blanco, así que mañana ya sabes lo que toca, o no saldrás de casa.
Doy la batalla por perdida, no sin antes apelar a la heroica, a lo sentimental, a la desesperada, consciente de que a la procesión de San Roquico acudiré vestido de blanco.
Papá, si voy así a la procesión, trato de explicarme, es porque la abuela, tu madre, la Xaltacion, siempre dijo, que si no se bailaba, a la procesión, había que ir bien vestido, que al fin y al cabo era como ir a misa, y así he ido desde entonces. Ahora que dicen, que hay que ir de blanco, pues se va, pero que sepas, que tu madre no opinaba igual. Así que tú me dirás, a quien he de hacer caso, si a la tele o a la familia.
Luego mi padre, habla de lo inevitable, de lo ocurrido en el Peiron, se criaron juntos, como pasa en todos los pueblos, aun éramos familia, recuerda aquellos años.


Nos olvidamos de todo en los toros, ver llegar el primero al Capitán de la Serrana a su localidad de sol donde siempre hay sombra, a Joaquín Malaco padre con su eterno peto blanco de matatocinos, ahora que llevan un tiempo de moda los petos, verlo cual mozo imberbe, es una delicia, o mirar para atrás y ver a Emilita actualizando el facebook para ser la primera en contar lo que todavía no esta pasando, hasta yo lo he hecho, para ver como Mari Carmen la vecina ha compartido el Bolero y Eva, me pide los recuerdos en papel, sentir a los Artistas del Gremio, hacernos una foto con Alejandro, el Mosén por excelencia, quien llega junto a un buen puñado de monaguillos, saludar a la María, la del pobre Vicente, y esperar la llegada de Luisa a toriles, por ver con que nos sorprende hoy.
Camino de las ferias, me encuentro con el de Soria, acaba de llegar, una boda a última hora le impidió estar antes, el caso es que me enseña las fotos, y pienso, que no debió de estar nada mal. Este año echo de menos a Vicente, apolillado en le sofá de casa, no ha venido a las fiestas.
15 De agosto de 2015
Cuco
La Virgen siempre será el día de antes de San Roque, el día más largo del año, se hace eterno, infinito, cuando la noche del chupinazo te acuestas, parece que jamás llegara el día grande, el  16, antes va la Virgen.
Siento un frío horroroso al despertarme, no sé qué ponerme, soy yo, no es el clima, aunque también ayude, me desespero, ni el cuco se oye cantar tras la ventana y las palomas parecen agostadas al poco sol que se adivina. Nos vamos a la ofrenda, este año la alargan, y quizás por eso mismo, llevan el paso ligero, imposible darles alcance, y casi lo mismo hacerles fotos, en este pueblo, como en el mío, todo parece hacerse con prisa, aun teniendo por delante el día más largo de las fiestas y aun del año. Con el firme propósito de asistir a la procesión, perdonando la misa por un vermú, salimos de casa.

Camino ya del Mirador, se oye la ambulancia, va a la plaza, algo habrá pasado, es lo que piensa todo el mundo.  Luego en los toros, se confirma lo peor. Por cierto, otro año será, una vez más me olvido de acudir a la procesión, y cuando oigo las campanas, ya es tarde.
Saludo a otro ilustre calamochino, Eduardo Cero, miembro del cuarto poder, bueno, en realidad es poyero consorte, si fuera de Calamocha, el azarollo lo tendría bien cuidado, sin faltarle el agua, listo para la cosecha. Ganas me dan, de quedar con él a la hora del Jarve y echarlo zaica de la orillada abajo, camino de Luco, después de todo un año, las azarollas sin coger, si total es un rato.
Mi madre, después, en la cena nos explica quién era, había coincidido con ella hace unos días en la peluquería, arreglándose el pelo de cara a las fiestas… le puede la emoción, nos puede.
Nos queda el concierto, los conciertos, esos por los que la chiquillería lleva esperando todo el verano, mientras nosotros no dejamos de preguntarnos, quienes son esos, que les ven…

Allí me encuentro una vez más con Pascual, en los toros, imposible hablar, no paramos en elogios hacia los Artistas del Gremio, que lo mismo valen, para un roto que para un descosido, quedarían bien hasta en un funeral, digo yo, sabrían estar, aunque maldito el momento en que lo digo, resultan magníficos, yo creo que son ellos los que acompañan a Steve Mcqueen en la escena inicial de El Rey del Juego (The Cincinnati Kid 1965). No nos extraña que lleven falda, y les quede tan bien, pues deben tener el culo pelao de años y años de esfuerzo, estudio y solfeo . La noche se alarga, levantarlos para ir a San Roque se antoja del todo imposible tras horas de dar botes y más botes junto al escenario.

Nos cruzamos con Pili, y me comenta que esta encantada con aquello de Cuando las Vacas daban Leche...

14 De Agosto de 2015
Conchi, Maria José, Emilita y otras chicas del facebook.
Era el momento de conocerlas, las fiestas, y también del primer vermú junto a Miguel, quien en un rato, carretera y manta, se marchaba a los Alpes, y allí sentados en el Mirador, me doy cuenta que en la mesa de al lado esta Conchi. Pienso que lo voy a conseguir, que las fiestas son muy largas y total solo tengo “seis amigos” en las redes sociales, todo un tesoro. La veo enfrascada, charrando junto a otras amigas, y dejo pasar la ocasión, no es el momento, de interrumpirlas, además, no logro reconocer a nadie, y lo dejo estar, dejo pasar la ocasión, para mas adelante. Nos levantamos y nos vamos, a comprar el Comarcal y el Heraldo, si bien, con Lechago para estas fiestas, tengo bastante. Se acerca el chupinazo y no queremos que pase lo de siempre, que llegamos tarde.



Por fin, se hacen las siete de la tarde y comienza la fiesta. Me doy cuenta, que da igual llegar antes que después, la emoción del momento quedo en los años de la juventud, yo no he venido al pueblo para oír el chupinazo, si no para ver salir a San Roque. A pesar de la multitud, de estar alli Todo Calamocha nos encontramos tan solos como el nuevo alcalde, el cual, junto con el apuntador es el único que queda en el balcón, con Calamocha a sus pies, pienso lo evidente, a él, como a los demás, nos gustaría que todos los días del año fuesen San Roque.



Pasada la emoción, que no es tal, siento un frío tremendo, a pesar de la camiseta interior, la faja, el pañuelo y las cervezas con limón que parecen se han puesto de moda, atravesar el Callejón de los Muertos me cuesta una eternidad, voy perdido cuando alguien me llama.
Es Emilita, frente a mi tiene sus dudas, asegura no haberme visto en la vida, no saber quién soy…por un momento me hace sentir como un extraterrestre, es la suerte que tengo, suelo pasar desapercibido. Me pide más historias, que escribo poco me dice, con el esfuerzo que empieza a costarme. Tendré que dejarlo bromeo, ya está todo escrito… Me pide algo de mi abuelo Casimiro, más adelante lo tendrá. Y para no haberme visto nunca, estas fiestas se cansa de verme una y otra vez, coincidimos en todos los sitios.
El frío nos puede, y la Peña Paraíso, con Ana a la cabeza, epicentro castellonero del momento, cual Calamochinos Por El Mundo nos ofrece cobijo a la espera de reunirnos todos para subir a matar el hambre y el frío por partes iguales. El camino de vuelta hacia el Rabal, el día 14 se hace eterno, siempre encuentras a alguien, generalmente a quien menos te apetece. Pasadas las Cuatro Esquinas, el camión de la limpieza se encarga de dejar el Rabal más limpio que una patena, no queda ni un alma, ni nadie en un portal, reina ya el silencio habitual, tan extraño a quienes vivimos allí tan solo hace unos años, en realidad no hace tanto, no hay trajín de ninguna clase, realmente, las fiestas están acabando ya.





13 De Agosto de 2013
Camino
Sentado en la puerta de casa, a la fresca, no paro de mirar a uno  y otro lado de la calle, esperando poder retroceder en el tiempo, quisiera decirles tantas cosas, a quienes ya no están, … en realidad, les diría, que no fue para tanto, que no se preocupen por nosotros, que logramos salir adelante, que vamos tirando. Ellos son los que nos preocupan, ¿dónde estarán?
No lo consigo, no hallo respuesta ni nadie acude a mi llamada, salvo una pareja que pasa y evita saludarme, van con prisa, como huyendo, pasan ante mi como si no los viera, como si no quisieran ser vistos, me parece ver que llevan algo bajo el brazo, y creo adivinar lo que es, van camino de la Xurria, tal vez o la peña de enfrente, a lo de Enric, donde los amigos de lo ajeno entraran una noche. Debe ser un amor furtivo, eso es lo que imagino. Me rindo, lo dejo estar, nadie vendrá, ni lograre responder. Abro el libro de Luis Alegre, Cerca de Casa, más no puedo estarlo, comienzo a leer. Libro que como la falsa moneda, de mano en mano va, todos lo quieren leer.


Antes de encerrar el coche, de cenar y salir a la fresca, recién llegado a las fiestas, llevo a mis padres al tanatorio, “así me aprendo el camino”, les digo bromeando, la verdad es que no he estado nunca.
Tampoco llego a imaginar que ese trayecto vaya a ser el habitual de estos días de fiesta. ¿Sabes maño quién se ha muerto? Me dicen, te acuerdas tú de la Tía Vitoriana, que era de Torrijo, como la abuela…
Como no voy a recordar a la Tia Vitoriana, su caminar dulce, tranquila, su voz,… A veces, pienso, que dado que no podemos volver a empezar, lo mejor, seria no tener memoria.


PD Por cierto, el Dichero Olvidado no quería tomar café para hablar de las fiestas, si no para hablar de Semana Santa, pues anda, andamos, tras otra utopía.

Castellón, domingo 23 de agosto de 2015 Día de la Vaca


Por Don Antonio Sanchez Gamas 2015

miércoles, 12 de agosto de 2015

El cordero de San Roque.


NO siempre ha sido así, como ahora, hay quien como yo, ha visto en la procesión de San Roque la misma gente que en la del Viernes Santo, casi ninguna. A principios de los cincuenta, antes de irme a la mili, al Baile de San Roque acudían cuatro y el del bombo, si me apuras, menos gente aun que  a las procesiones de Semana Santa,  con los campos de siega, con la  era llena de parva hasta los topes, no era plan, tirar a misa a rondar a los curas y que te cayese un tronadon y se te llevara todo el grano la rambla Bañon. No había tiempo para fiestas.

Una docena escasa de parejas de bailadores y para de contar, siempre hubo gente para todo, y entre nosotros también, el Tio Antonio mismo no faltaba a la hora de bailar, pero eran los menos, las misas y las procesiones quedaban para los beatos, era lo que todo el mundo pensaba, hasta mirábamos mal a los que siendo pobres iban a misa con los que no tenían más faena que comulgar, andaba tan de capa caída el Baile, nunca mejor dicho de capa caída, que cualquier año  daba el mango y se acababan las fiestas.
 No había plantero, ningún joven se acercaba, nada queríamos saber de curas ni de santos. Nunca nos gustó ir a misa, y en aquellos años que te obligaban, menos aun. Así que todo el mundo, el que más y el que menos, pensaba, que bailen los beatos, y los cuatro que le tengan devoción por lo que sea, también los curas, y los que no tienen otra cosa mejor que hacer un día de agosto. Nosotros la bota de vino, y a trillar para poder comer, los otros, el agua bendita,  rezar y comulgar.

Pero siendo uno de Calamocha, al que más y al que menos, algo le tira San Roque, si nos tira la Semana Santa, pues esto con más razón aún y así un año de aquellos se presento en casa el pariente Lacruz, Manuel Lacruz Pamplona se llamaba,  allá en el Peiron, casi al acabar las mismas fiestas de San Roque de aquel año, algo había que hacer decía, para sacar adelante el Baile. Eso decía, a quien quisiera escucharle.

Razón tenía como digo, poca gente a la procesión y menos a bailar, a nosotros de críos, sin ir más lejos,  nos bajaba la Tia Marceliana a los del barrio a bailar, y a lo que se daba cuenta, ya nos habíamos jopao, a la fuente el piojo ya no llegábamos ninguno, aun empezando en lo de Fuertes, lo mismo que nuestros padres, lo que veíamos en casa, no queríamos saber nada de misas, ni curas, ni madamases, ni menos bailar, para que luego los quintos de la cuadrilla que no bailaban nos dijesen de todo.
Algo había que hacer decía el pariente, para que entrase la gente joven, para que se viese como una fiesta y no como una procesión más, … y en ello estaba el hombre cavilando, meses llevaría en ello, cuando llego a casa recién acabados unos sanroques y pensando ya en los próximos,  preguntó por el abuelo.

Oye José, he pensado una cosa, más adelante, cuando tu veas, me haras el favor de apartar un cordero para San Roque del año que viene, el mejor que tengas, te cuento, llevamos un tiempo dándole vueltas a la cosa, que si patatin, que si patatan, todos pensamos mucho pero no hacemos nada, así que voy hacer lo que he pensado, una rifa, porque si no la hago yo, nadie la hará, y que sea lo que dios o San Roque quiera, a esos, que hablan mucho pero no mueven el culo, les venderé los boletos para que paguen el animal y al acabar la procesión lo rifaremos, y con el dinero que saquemos, comprare cuatro cosas, vino que no falte y por la tarde nos llevaremos a merendar a todos los bailadores, que ya sabes cómo está la cosa, no baila ni dios, la gente joven no quiere saber nada, y hace bien, y un día u otro, nos quedamos sin procesión. Lo mejor sería pagar a quien bailara, me llegan a decir, a donde vamos a ir a parar, no faltaba más que eso, pagar por sacar al santo, como se ve que hacen otros lados. El caso es que  si les damos algo a cambio a los que bailen, si los medio engañamos con algo, los zagales igual se animan, así que el año que entre, les prometeremos una buena merienda, con las perras que saquemos del cordero a todos los que bailen, y que no falte la bota. Veremos si así, se decide alguno y tiramos para adelante. Más contento quedara al que lo toque el cordero, pero que le vamos hacer, con las perras que sobren de la merienda guardaremos algo para el santo, que falta le hace, que cualquier día lo sacamos con la manta de pastor a falta de capa. Tú, como te digo,  me guardas el mejor cordero que para la mejor oveja que tengas, y yo te lo pagare, mal ha de ser que nos lo tengamos que comer nosotros, los unos por no comprar boletos y los otros por no bailar, ya me encargare de correr la voz, y de que se sepa, por tiempo no sera, que se enteren hasta en el rabal, y ya veremos.

Y así empezó la cosa, en cuanto llego el momento y parieron las ovejas, mi padre aparto uno y me dijo “este será el cordero de San Roque, cuídalo, tu que serás su pastor”. Enseguida llame al perro, y le dije, “Perdigón, este es el cordero de San Roque, a este no se le muerde”, y jamás le mordió, le daba con el morro, pero no lo mordía. El pariente Lacruz tenía tanta prisa por poner en marcha la rifa, que a todas horas preguntaba por el cordero, “oye, que si lo dejamos ya, se nos hará mardano”, le decía mi padre, da lo mismo, decía él, cuanto más grande mejor, la gente lo tiene que ver.

Y ya lo creo que lo vio la gente, menudo cordero se hizo, hubo hasta que esquilarlo, y me acuerdo que lo esquilo en casa, el padre de Manolo, el Chato el Esquilador, y le dije, Señor Manolo, no me lo trabe mucho, este es el cordero de San Roque, y ni lo trabo, menuda criatura más dócil, si lo podíamos haber sacado en procesión en lugar del perro, ya lo creo, y cogió el hombre y lo esquilo de arriba abajo, todo, menos las patas de atrás y en una dejo una S de lana y en la otra una R. El cordero de San Roque. Ahí lo tienes Auge. Y se puso andar y dar brincos con la S y la R.

Y entre tanto, como todos los años, pasaron los dias y llego San Roque y según había dicho el pariente Lacruz  al abuelo, con más pena que otra cosa, llegado el día lo mato, había que matarlo a toda costa, no quería darlo vivo el pariente, al que le toque que se lo coma nos decía, matarlo para jorear la carne y tenerla a punto de comer el día de la procesión tras la rifa, y dejamos la canal en casa a la espera de que viniesen a por ella el que ganara.

La Tía Felisa y San Roque. Calle Zaragoza. Aquellos años...


No recuerdo si bailo más gente o no, casi es lo de menos, alguno se animaría, aunque en aquellos años, por no dar gusto a los que mandaban, uno dejaba hasta de comer, pero al pariente Lacruz, lo apreciaban mucho, aquel hombre se hacía querer, era un buen hombre, y a seguro algo se notaría. Y así, al acabar la procesión del 16 de aquel año, a las puertas de la iglesia se sorteó el cordero y se pregono en la plaza, ha salido el número tal, el que fuera, … El Tío Lacruz espero a que se acercara el dueño del número para darle el cordero, diciéndole donde podía ir a recogerlo. Y aguarte, que va para largo, que aún lo esperamos.

“Mecagúen el pariente maña”, le decía mi padre a la abuela, ahora qué haremos con el cordero. A la hora de comer mi padre ya estaba nervioso porque el ganador no aparecía y nos íbamos a juntar en casa con la canal de dos corderos. Esa era la pena en casa nosotros siempre matábamos un cordero para las fiestas, y ahora teníamos dos, y con el calor, iba a ser para tirar. Así que terminando de comer se presentó el pariente en casa.

El abuelo ya sabéis lo impaciente que era, aun no había entrado el pariente que ya lo estaba poniendo a parir. Calla, José, calla, le decía Lacruz, que esto ha sido una suerte muchísimo gorda. Y empezó hablar, aquel buen hombre.

Mira Jose Maria, me dijo a mí, ahora a media tarde agarras el montante con la burra y te vas para la arboleda de la Masada y te llevas la canal, o media, lo que queráis, porque total han bailado poco más que el año pasado, y si alguno se queda con hambre, que espabile. Como no ha aparecido el dueño del boleto, y como no se puede guardar la carne, nos comeremos el cordero y otro año más. Si, a la Masada, cuanto más lejos, mejor, menos gente acudirá y a más tocaremos. Y las perras para el Santo y san se acabó.

A mi madre aquello no le gustó nada, no era decente decía, pero hombre, el cordero de aquí no sale, ni aunque tú lo digas, todo el mundo sabe que está aquí, nada mas falta que os lo comáis y vengan a reclamarlo, y que hago, le doy el mío. Piensa otra cosa primo. Menuda dijenda va a ser esto.

Xaltacion, maña, le dijo a mi madre, con todo el cariño del mundo, lo recuerdo como si fuera ahora, no sufras, nadie vendrá a reclamar el cordero, ya te he dicho que ha sido una suerte loca, la mano inocente ha ido a sacar un numero que no habíamos vendido, no me digas como ha sido, que no lo sé,  ya te digo yo que el cordero es de San Roque, a él le ha tocado, a mi ver él lo ha querido asi. Si la cosa se pone fea, y nos llaman de todo menos bonitos, si nos dicen tramposos, ya diremos que le toco a uno del Poyo, y que le pongan un lazo, que echen a buscarlo, que el Poyo es muy grande. Pero eso no pasara, nadie dirá nada, por la cuenta que nos trae a todos.

Habría estado bueno, continuaba el pariente, que le hubiera tocado a uno de estos del pueblo que todo lo critican, que todo les parece mal, que quieren que la gente baile, que San Roque este bonito, pero a mí no pidas nada. El bueno de San Roque no podía consentir eso.

Xaltacion, maña, que paguen, y si podemos, al año que viene haremos lo mismo, y si no es un cordero, un tocino cojo, algo se me ocurrirá, y el que quiera peces que se moje el culo, el cordero le ha tocado a San Roque y se lo van a comer los que se lo merecen, los que bailan, los jóvenes los que trabajan y con las perras que hemos sacado apañaremos lo que podamos por la ermita, ahora decirme lo que os debo del cordero y de la cría, y esta tarde todos a merendar, que paga San Roque.

Y como todo, acabada una batalla, comenzaba otra, aún por terminar:

Primo, déjalo estar, ya está pagado. Considera lo va a estar, las cuentas claras. Decía el pariente. Tú a mí no me debes nada, decía el abuelo, a quien las cosas de la misa, ya sabéis, no le iban ni poco ni mucho, que no le iban gota, pero esto era otra cosa... Aun andarán intentado ponerse de acuerdo, por allá por el cielo, o ande estén todos y ojo, que no se sepa, decían, que no se entere nadie, ni aun el Santo Cristo. En eso, al menos, estaban todos de acuerdo. Que lo pago, que ya está pagado, tira a cascala.

Claro que si algo quieres que no se sepa, no lo cuentes. Pues eso, para qué me cuentas nada.

De los Años de la Cazalla. La Camachina, la merienda de San Roque.

 

En cuanto a la fotografía:

Pues no lo sé, ahora mismo estoy perdido, también es mala suerte, encontrar media docena de fotos de aquel día, de aquel San Roque y que en ninguna de ellas ponga la fecha. Una pena. Ahora que lo prohíben todo, prohibir una foto sin fecha, debería ser una prioridad.
Es la familia, por supuesto, quien aparece en ella retratada, la familia de la Tía Felisa, aquella misma que presumió durante toda su vida, a un tiempo, de no faltar nunca a ninguna fiesta de San  Roque, lo mismo que de no haber ido jamás a ninguna de sus procesiones. Era tremenda. Por cierto, en la fotografía, como era de esperar, no esta. Jamás mintió.

Tal vez esté hecha a finales de los años cincuenta, con un poco de suerte algún zagal se reconocerá, y sabrá decirnos, supongo que era deseo del fotógrafo sacar el baile, a la familia, al santo, todo a la vez, pero no pudo, ni en esta ocasión, ni en otra similar, bendito desorden. Los jóvenes bailaban, no como ahora, que no ven al santo jamás, si no bien cerca de San Roque, quien aparece justo en el centro de la foto, en lo alto, de vuelta de la ermita. Vestidos con camisa blanca, moquero al cuello, pantalones negros, albarcas y peducos. Castañuelas en mano, todos querían salir en la foto, todo un acontecimiento.

El lugar es fácilmente reconocible, allí mismo se crió el cordero de San Roque, es la calle Zaragoza, con la era de trilla, a un lado, justo donde hoy está el edificio con el mural del Bailador, y del otro lado, de los balcones de las casas, colgaban las colchas de punto, y la cerámica de San Roque en la fachada, también es visible.

FELICES FIESTAS