lunes, 29 de octubre de 2012

Todos los Santos en agosto.

La cortina.
 
Retiro la cortina de tela de rayas blancas y verdes clareadas por el sol que resguardaba la entrada del patio de casa, la puerta estaba siempre abierta, volvía de hacerse el moño, prácticamente la única vez que salía de casa cada verano, era para ir a la peluquería, entro, se sentó y me pidió un vaso de agua, mejor el botijo dijo, traía el pan, pastas y unas flores, no podía más.
 
Sería, el verano de 1980.
 
Al sentirla, mi abuela se acerco para decirle “Jodo maña, no te creas que no vale, que te has ido al punto la mañana y ya íbamos a comer sin tu, estábamos pasando pena, y pensando en llamar a Santos para que te pregonasen por los altavoces, ¿habrás traído el pan?, y ¿ande coño vas con esas flores, qué es eso, qué escondes?”.
 
Ella.
 
Entonces la Felisa, apenas recuperado el aliento empezó hablar: No, si de la peluquería he salido pronto, y bien guapa, hay que ver lo bien que trabaja esa chiquilla, pero ya que estaba por allá abajo me he dicho, Felisa, porque no te vas a ver a la consuegra y me he ido a ver a la Rosario, que si no siempre está con la cantinela de que no voy a verla, y me he ido al Peirón, y después de ir y subir a tocarle a la puerta, la topo esta no estaba, no se le caerá la casa encima no, la mare que va, así que de vuelta otra vez para el rabal he entrado a saludar a León Muñoz.
 
Y allí se me ha pasado el rato, recordando y charrando me ha hecho pasar a casa, y ya cuando me marchaba, he visto las flores y las he cogido, no me las ha querido cobrar, les he dado propina a los chiquillos… pero yo ya no estoy para estas caminatas ni este calor, esto ya no es como antes, al año que viene no salgo de Valencia, me quedo en el Reino, aquí hace ya más calor que allí…
 
Y luego he entrado al Churro y he comprado el pan y unas palmeras para luego con el café, y aquí estoy que de pocas me muero por el camino, por no saber pedir un vaso de agua, que la Felisa no es de esas. Yo si puedo no pido favores, yo los hago.
 
Redios y aquí una pasando pena y tu de ruja, si le habrá pasao algo, si le habrán provocao, y ¿esas flores, tan feas, que no me extraña que no haya querido cobrártelas, para qué?. Pregunto mi abuela intrigada.
 
Las flores.
 
Interrumpió la Felisa, evitando en principio contestar a la pregunta. Ya no hay santo varón en este mundo capaz de provocarme, y si lo hay, de la primera leche que le meto, lo pongo mirando para Albacete, por no decir para otro sitio, yo con mi marido, con mi pobre Pedro, a quien dios tenga a su lado, ya tuve bastante, a mi no me toca nadie, ale vamos a comer, que ya me puedo mover.
Ah, las flores son para llevárselas a mi padre. Concluyo.
 
El patio enmudeció, en la casa entera se hizo el silencio más absoluto, el silencio perfecto, tía y sobrina se miraban sin decir nada,… mi abuela, asombrada a más no poder, incapaz de dar crédito a lo que acababa de oír, acertó a hablar y preguntó: ¿Para tu padre, para tu padre, para tu padre?
 
La conversación cambio de tono y empezó a discurrir precipitadamente: la Felisa, con resignación trato de excusare sin necesidad, al fin y al cabo eran para su padre, si para mi padre ya sabe, mi abuela no le dejo terminar, si, ya sé quien era tu padre, mi hermano, por eso mismo no entiendo a santo de qué después de tantísimos años, me sales con estas de ir a llevar flores a semejante botarate entriparrao, desustanciao como era mi hermano, por mucho que fuera tu padre, además cacho tonta, ¿ tú sabes donde esta enterrao, donde le dio tierra su familia?.
 
Torrijo no es Valencia.
 
En Torrijo, dijo tajante y mi abuela contesto, coño como todos, como toda la familia, como tu pobre madre cuando murió tan joven y con toda recua tan pequeños que erais, pero no me digas donde están enterraos ni mis hermanos ni mis padres ni nadie, porque entonces no era como ahora, había más faenas, y nunca se iba al cementerio, y menos a llevar flores que cuesten perras.
 
Déjelo estar tía, a mi padre, lo enterraron al fondo a la derecha, lo sé, así nos lo dijeron, que nosotros no pintábamos ya nada después de tantos años, que ya enterramos a nuestra madre y a nuestro padre le dieron tierra su familia y au …, para nosotros casi como si no existiera, lo mismo que nosotros para él, ni yo, ni la del perro de mi hermana, ni el farute de mi hermano, ni la desustanciada de mi hermana la otra, la pequeña. Además Torrijo no es Valencia ya lo encontraremos. Y no deja de ser mi padre, por mucho que luego se volviese a casar, era lo que tocaba entonces. Hizo bien.
 
Había que ir a comer, asi que mi abuela decidió dar por terminada la conversación, no te apures, tonta el higo, el domingo nos subimos a Torrijo vemos a la familia y ellos nos darán traslao, pero ya te digo yo, nadie sabrá decirnos donde esta ninguno de la familia, y menos donde metieran a tu padre.
 
Ale, mone a comer y olvídame, querer llevarle flores a tu santo padre, habrase visto, después de tantos años, coño de antes de la guerra seria eso de que se murió o al poco de acabar. Si ya no estará allí, ya se habrá jopao. No te amuela la tía esta, y seguro que a tu madre nunca le llevaste, tan desustanciada tú y tus hermanos como mi hermano.
 
Mientras mi abuela desaparecía a echar la comida, la Felisa seguía hablando con la seguridad de que ella oía todo.
 
De eso nada, grito, mañana agarraremos los chiquillos y yo y le diremos a José Maria que nos suba a Torrijo, al Cementerio, a mí en ese pueblo no se me ha perdido nada, yo no vuelvo, ya sé que me quieren mucho y me mandan muchos recuerdos, se agradece.
 
Ya les tengo dicho, que un verano de estos, cuando tenga tiempo subiré a verlos a todos, pero este año no.
 
La muerte de un pobre desgraciao.
 
Como fuera que la cosa aunque no urgía si convenía terminarla cuanto antes, y como la Felisa en su enorme humanidad, nunca pedía nada, y en cambio te daba todo, al día siguiente, ella, mi padre y yo subimos al Citroën 8 y enderezamos el camino de Torrijo.
 
En el corto trayecto que separa Calamocha del pueblo donde viniera a nacer a principios de los años veinte, mi padre se permitió advertirle de lo evidente: Felisa, si esta cerrao habremos de ir a pedir la llave, ya que subimos no nos vamos a bajar de vacío, ¿no te parece?.
 
 El de tu prima la tendrá, y si no sabrá quién la tiene, y ya que pasamos por su casa habrá que cumplir y dar vuelta de tu otra prima, que ya estará por aquí y de tu primo, de todos tus primos hermanos, niña, que para eso los tienes.
 
Ella con una tranquilidad pasmosa, se apresuro a decir: Olvídate Jose Maria, yo a Torrijo no entro, me fui para no volver, si no podemos pasar al cementerio mala suerte, nos volvemos a casa, y aquí paz y después gloria, descansen todos en paz, los vivos y los muertos.
 
Si por una de esas, termino sentenciando, hoy en Torrijo se hubiera muerto, si quiera por darme el gusto de tenerlo abierto, algún pobre desgraciao que lo hayan enterrao esta misma tarde y podamos entrar, sería lo mejor.
 
Dios es Torrijano.
 
La Felisa era Tremenda, lo decía Blas uno de sus tíos, hermano de su padre, y razón no le faltaba, hasta Dios parecía deberle favores, Dios es torrijano por más señas, y así, al llegar al cementerio, la puerta estaba abierta, y los últimos asistentes al entierro de aquel pobre desgracio que se había muerto por darle gusto, se marchaban.
 
El cementerio.
 
Con los tres ya en la puerta, ella con las flores en la mano, yo diría que había dormido con ellas, que no se había separado de ellas ni un momento por temor a que mi abuela les pegase fuego y acabase con aquella tonta idea, de llevarle flores a su padre… el panorama era desolador.
 
Y aun decís que esto lo cierran con llave, será para que no salgan, que se van a llevar de aquí, quien va a querer entrar. Pregunto la Felisa.
 
Tienes razón, … nos quejamos del cementerio de Calamocha, que no lo cuidan ni tanto ni mucho, pero esto está de puta pena, hace un mes con todo verde un rebaño ovejas habría matao aquí el hambre de todo el invierno,… pues anda que el cornejal de la derecha donde dices que está tu padre, parece la selva Corea.
 
Che collons, anda cariño, ten cuidao no te caigas a ningún hoyo y vete a ver si encuentras al Mateo este, yo de aquí no me muevo, me estoy empezando a cansar de la idea que tuve, de las flores y de todo.
 
Llévate el gayato ese para alpartar las zarzas y a ver qué encuentras. Advirtió mi padre mientras él se iba a la otra parte y la Felisa se quedaba junto a la puerta, leyendo las lapidas de las tumbas cercanas. Mirase a donde mirase, su prodigiosa memoria, heredada de su tia Fidela, quien también estaría en aquella sagrada tierra enterrada, le daba recuerdos para todos. Y el silencio del camposanto quedaba roto:
 
Los muertos.
 
Mal no se debe hablar de quien falta, pero yo la verdad os digo, que de aquí no puedo hablar bien de nadie, mira esta mismo, cuatro años más joven que yo y diez años ya que se murió, ahí está bien, su padre, peor que la Guardia Civil… un día si no nos separan le hubiera arrancao los ojos a ella y a la puta de su hermana que me sacaba dos palmos.
 
Y mira el tío este, una noche vino a casa con la escopeta en la mano que le habíamos robao los nabos… que bien están aquí todos… joderos como podáis, no me esperéis.
 
Mira el adefesio este, la de las patas bambas, que no sabía ni andar, esta iba loca detrás del Blas seria, que fea era la pobre…Che collons, lleva cuarenta años muerta, pobreta, que pena, me callo, no digo nada, a pues se caso y todo, que pone tu marido e hija, y tiene flores…. No he dicho nada. Dios la tenga en gloria.
 
¿Qué sale o no sale el Mateo?.
 
Un Mateo, dos Mateos, tres Mateos…
 
Mi padre por un lado contesto: Nada maña, no sale, acércate si quieres y saludas a su tio, al Manuel, , claro que como aquel dice, se murió ayer, pero del otro Mateo, nada, habrá que ponerle un lazo como a los conejos para que cuando salga a rondar caiga, … aquí no está Felisa, tu encuentras algo zagal. Me chillo mi padre ya cansado.
 
Y yo por el otro lado, por el fondo a la derecha, tampoco: Nada Tía, ya es la segunda vuelta que doy, aquí todo es salir Mateos, Brunas, Pulmed, Julves, Melendez… de debajo las piedras, pero ninguno lleva los apellidos en el orden de la familia, me queda por repasar aquel montón de cruces del rincón… pero no espere nada.
 
La Felisa se acerco a ver al Manuel y de paso mi padre encontró a la otra hermana de su padre, a la Eulalia, ella se quedo sin ganas de seguir, con respecto a su padre los hermanos llevaban cuatro días, allí, así que desistió de encontrarlo, entonces pensó en sus abuelos, el Blas y la Jeroma… y pidió que los buscásemos, pero tanto mi padre como yo, le dijimos que no estaban, al recitarle los apellidos cayó en la cuenta y dijo:
 
Así que la Rosa, a quien tan mal le parecía que trajese flores a mi padre os ha mandado aquí con la idea de que busquéis a los suyos, …Vámonos a cáscala a Luco, todos de aquí, que a mi no me la pegais, que yo no naci ayer. Ale, mone pa casa.
 
La Batalla Alfambra.
 
De regreso hacia la puerta pregunte a mi tía: Qué hacemos con las flores, no se las va a llevar a casa, se las dejo al primer Mateo que encuentre. No fue esa una pregunta acertada ni mucho menos, La Felisa se apresuro a decir, no, ni se te ocurra semejante barbaridad, no llevamos flores para tanto Mateo, solo falta que me vean salir y luego me pidan explicaciones de por qué a este sí y aquel no….
Estámpaselas a cualquiera, busca algún pobre desgraciao, algún soldado de apellidos lejanos y déjaselas, quien sabe, igual fuimos nosotros, el Pedro y su columna quien le dio matarile en la Batalla de Alfambra, así nos perdonara por haberlo matao para perder, o ponlas en el montón de cruces, qué más da.
 
Vámonos.
 
Mi padre cerró la puerta del cementerio, esos enormes portalones de hierro que no había forma humana de manejarlos, y aún dices que a esto le meten una llave, para qué… La Felisa se quedo mirando las tumbas, con la vista puesta en el rincón donde debería estar … A este lo expropiarían a escape, le dijo mi padre, por mal que de la Felisa volviese en sí, no pagaría la tierra y a escape le meterían otro cajón encima, siempre fue así, adivina.
 
A fer la ma.
 
Resignada comento, y a mí que se me habrá perdido aquí, para qué coño pensé en traer flores al tio este, que ni tenia vergoña ni res, que cosas son los recuerdos después de tantísimos años que vienen y se van…otros tiempos eran, entonces nacíamos como conejos, y luego poco se preocupaban de ti, date vida como puedas, de todas formas, nos dieron la vida, lo hicieron lo mejor que pudieron, en fin…
 
De mi padre en vida nunca se podía esperar gran cosa, así que no sé que me esperaba yo de muerto, veo que sigue igual, la cosa no cambia. Padre, buenas noches, no me espere, no volveré a Torrijo, me marcho a Valencia.
 
De los años de la cazalla. Los padres de los abuelos. El siglo XIX.

martes, 16 de octubre de 2012

El final

 
En un lugar de Teruel junto a Calamocha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace ni tres días, terminó el verano ….
 
Asombrado aquel hombre, ante la mata de guindillas, que allí en la puerta casa habían sembrado por capricho y dar que hablar, de aquel que no tiene otra cosa que hacer, ya sabe, con el culo mata moscas, le dijo al vecino y cómplice:
 
Coño, pues si que les has metido tu buen tute a las guindillas estos dias, que no has esperao a nadie, me te habrás comido media docena, y eso que aun no se barrunta el frio. Que morro más fino tienes cara cabron, ya te puede picar bien el culo, ya. Y para rematar de joderla del huerto también se me han llevao un puñao, ósea, ya no sé si las cato este año.
 
Y el vecino, amigo y compañero de plantero, tranquilo pero nervioso, le dijo las que se había comido ni más ni menos: Coñe, pues me habré comido las mismas que tu. Lo cual a todas luces era, cuando menos, sorprendente.
 
Joder, pues yo me parece que me comí una el jueves, el día que me apetecieron las judías blancas con morro y salí y la enganche. La cuenta estaba echada.
 
Pues aun te has comido más que yo, porque yo ni las he catao….la verdad te digo y no miento, que si miento, me quede ciego ahora mismo. Evidentemente pasaba algo, la cosa se ponía interesante. Y llegó la explicación, tras un largo silencio, aquel que no habia comido ni quedó ciego, dijo:
 
Tú también pareces tonto, ya te lo dije, cosas así no se pueden tener ni en la puerta casa ni en los caminos, … ¿ande te paice que están las que faltan, quien te paice a tu que las ha podido coger?
 
 
Se hizó de nuevo el silencio, y el otrora acusador asombrado de nuevo, cayó en la cuenta, el único que las había probado lo entendió todo, miro al cielo al tiempo que echó un juramento, tras otro, de esos que ni aun a escribir uno se atreve, repaso todo el santoral y solo paró cuando se ahogaba de rabia… y el vecino y medianero de la mata de guindillas prosiguió en su explicación aunque ya parecía todo dicho, resuelto el misterio.
 
Pues fue el viernes de madrugada, no había hecho más que sentir que cogía una, que me tire de la cama, abrí la persiana, y le dije de todo, lo puse bueno al entriparrao ese, que no te da ni los buenos días, si me tuviste que oír,… y aun se me volvía, y se me encaraba, que esa tierra es del pueblo, que no es mía, que el también es de aquí, que lo que hay en España es de los españoles, me dijo, y que en el campo de la Estación tenía más, que fuera yo allí a cogerlas, que mías eran y tiempo tenia… así que ya sabemos quién nos las roba aquí y allí, y se habrá llevao lo que le haya hecho falta y más… y aun quería tener razón,… para luego irá por ahí regalándolas y presumiendo….
 
Y aun le dije, cuando ya la cosa se ponia tirante, y un saco de hostias había de bajarte y darte, para que te lo llevases también, y lo repartieses entre tus amigos, que enseguida acabarías, que serian todas para ti, espera que te lo baje, espera… tira pa tu tierra cabrón. Vete a tu tierra a robar.

Conque a escape se fue ,en cuanto se penso que me tiraba rellano de escaleras abajo para escacharle la cabeza.
 
Fin de la historia, entonces.
 
Mecaguen la puta, y no haberos oído, haberme llamao hombre, que el año pasao ya hizo lo mismo, el seria el que las cogió, quien si no, y yo también le habria bajao un saco de hostias bien lleno y aun una talega que aún queda por el granero, también, y todas para él.
 
 
De los Años de la Cazalla. Los otros veraneantes.

martes, 9 de octubre de 2012

Merendar Sopeta

 
El domingo merendamos Sopeta, la nocilla aqui, tiene los dias contados. Las cosas como son.
 
"En esta casa no se tira nada, tirando no se va a ningun lado. La cosa no esta para tirar". Decian y no se cansaban de repetirlo las abuelas, luego a ratos los padres y ahora nosotros, a todas horas.
 
Asi que, con el pan duro, para desayunar Torrijas, y para merendar Sopeta. Aqui va la Receta del Sopeta, la del desayuno otro día.
 
Recuerdo a las dos abuelas cortar el pan a rebanadas y en la pila de fregar  rociarlas con vino del porron, en todas casas habia siempre uno con un culo de vino, al menos mientras hubo abuelos, es el caso del de la foto, mi abuelo José pasaba horas amorrado al mismo, con el puño en alto, mas que nada por que tapaba la boca con un corcho de manera que apenas caia algo.
 
"Toma, echa un trago". Y te lo echabas, y te quedabas como dios,... y ni siquiera habias comulgado aún, cuando ya sabias beber en porron y hasta hacer "cantar la rana".
 
La merienda del domingo, lo dicho, resulto espectacular,  ¿cmo no estara esto en la catra de los mejores restaurantes?. No lo sé. Una pena.
 
Receta
 
Pan duro a rebanadas, untar es decir, rociar con vino tinto, echarle un poco de azucar, y listo para comer.

 
De postre, uvas de Calamocha, recien llegadas a la costa, que olor mas buena al lavarlas, ... La variedad de las mismas, esta clara, como dira Gargallo, "de cojon de gato", las mejores.
 
Muchas gracias.

martes, 25 de septiembre de 2012

Torrijo del Campo en Versos 1918


 

Por pasarme tan deprisa

para atrás me retrocedo

saludo a la Militara
 
y a Benigno el “Centimero”.
 

Ahora paso a la esquina

porque me viene a la mano,

me encuentro con María

y con Vicente Ninano.
 

Y me paso a la otra casa

sin correr, pero deprisa,

y me encuentro con el Lesmes,

y su mujer que es la Rita.
 

Los que habitan esta casa

no lo puedo yo decir,

me parece que la habitan

la Militara y Perrin.
 

Por aquí las demás casas

que forman nidos y hogares

yo ya no las conozco,

que entonces eran solares.
 

Aquí tenemos las casa

que hoy habita Gabrielico

la construyeron sus padres

Manuela y Pascual Majito.
 

Esta es la Paca la Antera

la que tenemos aquí,

están formando su hogar

con su marido Agustín.
 

Y me estoy dando cuenta

que la Rambla va en remate

al amigo Antonio Julve

lo tenemos por delante.
 

Este es viudo y se prepara

de nuevas para casarse,

Francisca la Pucherera

la ha convidad a su enlace.
 

Aquí tenemos la casa

con su puerta cara el cierzo

que la habita la Rincona,

y su marido el Eusebio.
 

A continuación hay otra

que también sana se cria

habitada por Andrés

y su mujer la María.
 

Ahora suelo encontrarme

por la mitad del Calvario

y en esta casa me encuentro

con la Teresa y el “Cacho”.
 

Desde casa de Vicente,

cerca tengo el paradero

me encuentro con la Isabel

y Manuel “EL Mosquitero”.
 

Por aquí encuentro una casa

que os lo voy a explicar,

la mujer, es la Vicenta

el hombre, el tío “Militar”.
 

Aquí veo un matrimonio

que tuvo poco que hacer.

se trata de una Melusa

casada con un Garcés.
 

Y siguiendo mi camino

en esta casa me meto,

solo puedo saludar

a la Antonia de Morito.
 

En esta casa que estoy,

de golpe nos encontramos

a saludar a Perpetua

y a su marido el Mariano.
 

Me vuelvo otra vez “pa” tras,

que la cosa ya está clara,

en esta me encuentro

con el Cosme y la Nicolasa.
 

Y ahora vamos a ver

en esta casa vecina

encontramos al gallo

y su esposa Marcelina.
 

Y marchando muy deprisa

en esta casa me paro

para poder saludar

a la Mónica y al Manco.
 

En esta casa que entramos

es la que nos interesa,

vive Isidro “El Pájarico”

y su mujer la Teresa.
 

A Gregorio Carrascuevas,

en esta casa le encuentro,

además de estar muy solo

parece que está contento.
 

Iba y venía constantemente en aquel dos caballos furgoneta de color claro, color crema, en cuyas puertas se podía leer en letras de varios colores, entre otra cosas: Herminio Mateo, Fontanería, Torrijo del Campo. Mi abuela conocía el coche, auto decían los mayores, por el ruido que hacia al llegar y aparcar, por la chapa de la puerta al cerrarse, y ella, se asomaba a la ventana para comprobar que no se equivocaba y emocionada comentaba con cierto orgullo, “ya está aquí el sobrino Herminio, a ver que se cuenta”.

Y charraban, y charraban y charraban, se les hacían las tantas, nunca había prisa, por estas mismas fechas, llegado octubre solía bajar al Barrio azafrán para esbrinar o mandarnos algún conocido de Torrijo o de Caminreal, “llévale a mi tía Rosa, yo este año no tengo, ella ya lo sabe, dale recuerdos”… hablaban de la salud, de la familia de Torrijo, de las pocas novedades que el tiempo traía y de las cosas de Francia, de los recuerdos en suma, de las jotas, de aquella noche de baile ya de antes de la guerra, de la bajada luego de mis abuelos a Calamocha en busca de faena, de la Quinta del Biberón, y la toma de Barcelona, y del Secretario, de quien aun no siendo familia directa, el fontanero sentía verdadera admiración, admiración reciproca…

Hablaba pausado, con voz fuerte y rota por el tabaco, en aquellos años roncos en los que el fumar era como el comer, algo necesario por su normalidad, tonto el que fumaba pero nada más, tono perfecto y claro, voz tal vez jotera en su juventud, de festejador en Calamocha, todas fiestas allí en casa, era alto, muy alto, era Mateo, buen mozo, y mi abuela en él creía ver a su hermano, el cachondo de Blas, a pesar de que este viviese en Francia.

Herminio, inquieto, escribía a la familia, llamaba por teléfono, contaba historias, traía recuerdos, de todos, parecía fascinado por los años vividos y por lo que estuviese por venir, … preguntaba, escuchaba y contaba, trataba de dar respuesta a todo, conocerlo todo y contarlo, y todos escuchábamos en silencio, como si un día nosotros tuviésemos que contar sus historias.

Así que fue Herminio quien un día se presento por casa con un papel que decía Torrijo del Campo en versos, 1918, y del cual no hay autor pues no está firmado, quien lo fotocopio lo corto, no le dio importancia, no trae autor pero si protagonistas y muchos. Herminio que más o menos vería la luz en Torrijo unos años después de lo escrito lo leía al tiempo que mi abuela asentía, y a cada nombre un alto, un recuerdo,…

Herminio jugaba con ventaja, que ya lo conocía, y mi abuela que por aquel entonces de 1918 tenía unos diez años, recordaba para que su sobrino se volviese a casa con un puñado más de cosas que contar a propósito del pequeño tesoro escrito.

Nuestros abuelos no sabían leer, poco o nada, que es lo mismo, así que durante un tiempo el papel estuvo a mano y cada tanto mi abuela nos pedía que se lo leyésemos, asentía, nos interrumpía y nos hablaba de los personajes Para alguien que tan solo sabia escribir su nombre, escuchar a sus nietos leer, debía resultar maravilloso, un pequeño triunfo suyo, señal de que en la vida que les había tocado vivir, lo habían hecho bien, “ahí que pone” solía decirnos…. Una tarde entre al cuarto y era Doña Pilar la maestra, la vecina, de quien a veces no se sabía muy bien donde vivía si en su casa o en la nuestra, la que lo estaba leyendo en voz alta, y mi abuela concluyo con seriedad: “Guarda la hoja por ahí, no la pierdas, Herminio sabe dar traslao de todos, pero ya ahora mismo, si la verdad quiere que le diga, no recuerdo a nadie, de Torrijo serán, pero de eso hace muchismos años”

Otros días Herminio llegaba con alguna carta, con alguna foto, había hablado con alguien, tenía algo que contar… Nos dejo hace unos años, no muchos, pero ya empiezan a parecer una eternidad, por estas mismas fechas en las que los campos se vestían de morado, del color oro del azafrán.

De los Años de la Cazalla. La Tía y el Sobrino.
 

 

 

viernes, 14 de septiembre de 2012

El Jotero que no podia cantar.

Érase una vez, un Jotero, que vivia allá en la Rabal de Calamocha, a los pies del Santo Cristo, que cada vez que queria cantar una Jota, perdia la voz....
 
 
Era la tarde del 14 de agosto, ya de vuelta al Barrio, llegaba entonces también Paquito de frente a nosotros, apurando él la costera hacia arriba, aunque no vestido de sanroquero, venia de dar un garbeo, de oxigenarse por el Ajutar tratando de echar el mal pelo fuera a marchas forzadas de cara a las fiestas, en la puerta de su casa, pidió agua:
 
“No puedo más, parezco a mi abuelo Paco cuando llegaba a estas mismas horas de dar la vuelta, con las cabras, la gayata y la pata galana del cuete, no podía más el hombre, yo hoy ni aun hablar, llevo un trancazo del copón, y mañana son las Jotas, todo el año esperando ese día, y no tengo ni voz ni ganas de rondar,…  a mi ver, se que hacen la vuelta al revés, a terminar en el Santo Cristo, no sé como saldrá la cosa, con lo bonito que era bajar Rabal abajo,… pero casi mejor para nosotros, porque en pasar las Cuatro Esquinas quedaran tres y el de la guitarra...
 
Querría cantar una jota y dedicársela a Doña Pili, la maestra, la Mantenedora, la vecina de todos nosotros aquí en el Barrio cuando éramos críos… Ya no se qué pensar ni que decirte, si es un trancazo o es el miedo escénico, como cuando los equipos de provincias van al Bernabeu… no voy a poder cantar nunca una Jota, me voy a tener que conformar con escribir”.
 
La mañana del 16 nos vimos en San Roque, yo sentado bajo la sombra del Hospital, y el que rompía filas tras bailar la bajada, me vio y se acerco, pasadas las Jotas de la noche del día la Virgen, milagrosamente había recuperado la voz:
 
“Nada, yo no fui a las Jotas, ni las oí, imagino que pasaría la ronda por la esquina del Barrio, pero Paquito estaba en la cama, la voz ha vuelto, va a ser miedo lo mio, el trancazo sigue aunque he podido defenderme para bailar,… te voy a dar la Jota que tengo escrita para que la pongas en internet, que se quede aquí en el bolsillo es una pena, ya le dije a Doña Pili que la iba a cantar, y no quiero quedar mal… Escucha, escucha, que te la voy a cantar, ahora que nadie nos oye”.
 
Y entonces, pudo cantar...
 
 
 
Y la canto, y se marcho a tomar un refrigerio, y aún más le hubiera gustado ir a mear, pero no lo hizo, se aguanto como cada año, “no quiero joder ningún panizo, que a poco te cargas dos matas y un kilo menos, ni joder el huerto de nadie, no estaría de más unos váteres o una zona yerma,….”.
 
"Estoy cavilando, escribiendo ya para el año que viene, otras muchas Jotas, que nunca cantare...Un año de estos, nos arrancaremos todos en el Barrio, que tiemble el Santo Cristo, el Barrio sale de Ronda. Tenemos que ir terminando la botella de anis, porque para aprender a tocar la guitarra ya es tarde"
 
 



Fin
 
14 de septiembre de 2012
Exaltación de la Santa Cruz
Fiestas del Santo Cristo de La Rabal



domingo, 2 de septiembre de 2012

Mensaje en una botella.

A veces encuentras una foto que ya no recordabas, y lo celebras con la misma alegría que tal vez Colon sintiera al descubrir América y otras veces recuerdas una foto, tratas de buscarla, remueves Roma con Santiago y no la encuentras, te desesperas, no te lo explicas, te rindes… la das por perdida, cajas llenas de fotos y total para qué. Te sientes fatal y piensas, más se perdió en Cuba.

Mi Tío Antonio me hablaba constantemente de la carpintería de su inseparable amigo Enrique allí junto al rio: “Un día nos acercaremos a verla, verás cómo te gustara, te traes la cámara y nos haces un retrato, lo ves todo, charramos y pasamos la tarde, una tarde que no tengamos nada que hacer, cualquiera ya a nuestros años, una tarde al salir del Casino y estemos todos por Calamocha un verano de estos, a ver cuando llega el día”.

Ese día, esa tarde en la que les retrate llego por fin a principios de los noventa.


(La fotografía ha aparecido, hoy cuatro de abril del 2016) 


“Venga niño, levanta la tarjadera, suelta el agua, déjala correr y veras tu maño, que poco es menester para producir electricidad y lo cara que va, ahora en cuanto tu Tío suelte el agua, la turbina esa se pondrá en marcha, generara electricidad y la bombilla se encenderá”. El agua empezó a correr y el Sr Enrique a chillar, “Antonio, estas tonto o que… has levantao la tarjadera de la sierra, no la del motor… cuida no capuces, venga cierra y abre”. El agua empezó a correr o nadar lo que quiera que haga el agua y mi Tío se acerco a la bombilla y a Enrique con cariño le dijo, “no me toques los cojones, no me chilles, la próxima vez te agachas tu, que tuya es la turbina, dale al interruptor, que se encienda la bombilla”.

El Sr Enrique no decía nada, miraba caer el agua, el motor, la bombilla… “que le des a la llave, Enrique esto no chana” le insistía mi Tío, “. La cosa pintaba mal esa era la verdad, “cállate que te trabo y te meto debajo la sierra, y te enjareto a escape, cállate que los de la capital sois todos muchismo listos… cállate que esto es la primera vez que pasa,  jamás en la vida, …igual se ha fundido y no tengo otra, para una vez que enseñamos lo poco que tenemos. Mecaguen la puta maño, no va a poder ser”. La cosa no parecía ir con mi Tio, que no perdía la calma y si acaso trataba de esconderse con la sonrisa en la boca “de todas formas, lo que hablamos comunicamos, desde el 36 que no habrás cambiao la bombilla, ya toca”. Sentenció el de la capital.



De pronto fue al Sr. Enrique al que se le encendió la bombilla “Mecaguen la madre que te pario, navarretino desustanciao, que siempre me hagas lo mismo, preta la bombilla cabron, pretala, a ver si te quedas enganchao y te subimos al cementerio y yo mismo te tapio el nicho, será tontolaba el tio, que siempre me haga lo mismo. Y cuando las flojao, pues si no te he guipao”. A lo que mi Tio muerto pero de risa contesto:  “coño pardal, el verano pasao seria, la última vez que estuve aquí venga haznos un retrato”.

Y allí los fotografié, en justicia retrate, me tome mi tiempo, había poca luz a pesar de la bombilla, no levaba el flash, así que luz, iso, velocidad  y un par de fotos, para luego poder elegir,  con la bombilla por fin encendida de fondo, y el agua a sus pies, con el Sr. Enrique con el semblante serio, después del mal trago que le había hecho pasar su amigo del alma y con mi Tío Antonio, medándose de la risa y literalmente… 

Y esa es la foto que no encuentro, siguiendo el protocolo habitual, haría dos copias, una para cada uno y yo me guardaría el original. “Ale niño, que para una foto no es menester tanto, acaba ya que me voy a mear, y tu Enrique, corta el agua no se te gaste lo mismo que la bombilla, guárdala para la próxima guerra, para otro 36 y pon en marcha la sierra, no estés tan serio hombre”.

El Sr. Enrique pareció hacerle caso, cerró la tarjadera y abrió el paso del ingenio que antaño movía la sierra y comenzó a explicarme el funcionamiento de la serrería al tiempo que paralelamente le llegaban los recuerdos:

 “Deja la guerra ya, ¡qué paciencia hay que tener con tu Tío maño!, y vete a cáscala desustanciao, no sé cómo te aguantan en casa… tira a mear, abuelo, la guerra, la guerra, la guerra, nosotros éramos unos críos, ocho, diez años, … la guerra para el que le toco, para los pobres que murieron, …fíjate en la sierra, ya se mueve, con esa poca agua, y ya podemos cortar, hacer lo que queramos, trabajar, nada hay como el agua, para beber y para todo …

Bajaban a casa la madera de la parte de Albarracín, madera y más madera y luego avisaban en casa, dos, tres, cuatro, … los que fuesen, los que hiciesen falta, que nunca hubo bastantes, para todos. Y venga a fabricar cajones, ataúdes, para los pobres soldados, que llegaban muertos del frente camino del hospital, de las Escuelas Viejas…

El peor trabajo del mundo, teníamos ahí mismo, como si lo viera, un arcón lleno de botellas vacías de cristal, que ibamos replegando, llegaba el muerto, o íbamos a buscarlo, con el cajón y la botella, lo entraban al pobre en el cajón, y dentro de la botella metíamos sus papeles, lo poco que había, si había algo para que cuando llegase al cielo, supieran dar traslao de quien era, sino como el Tio Sino, tuviese un nombre, tapábamos la botella la echábamos al cajón, lo cerrábamos y al cementerio, un responso que echaría el cura para todos, si le venía en gana, una cruz sin nombre y fin…

Todas esas tumbas, que hasta hace cuatro día el Chato el Esquilador tenia sin una hierba, alli en la esplanada central de cementerio, limpias como una patena, son de esa pobre gente…Y no te creas tu, que no tenia cojones la cosa, los del otro bando iban a la fosa común con una mano delante y otra detrás, una pena todo, total para juntarse luego todos arriba".

"Venga dejate de historias y vamonos a merendar que ya pasan de las siete" A mi Tio se le hacia ya largo el rato y era como un reloj en todo... "Ya me callo, para que puedas ir a joderle la merienda a tu hermana" Respondio el Sr Enrique cerrando todo. "Enrique maño, que lleva dos años en el cementerio, mecagüen el copon, que parece que chocheas" le dijo mi Tio al timpo que salia a la plaza, "joder maño, que me memoria tengo". Concluyo el Sr. Enrique. 

De los Años de la Cazalla. Los Amigos.