sábado, 8 de agosto de 2020

Cuando los ILEGALES actuaron en Navarrete aquella tarde de los ochenta

      (Fragmento de: Aquel maravilloso San Roque del año Ochenta y Pico )


CAPITULO III

Cuando ILEGALES actuaron en Navarrete tan solo unos días atrás de aquel día de agosto del año ochenta y pico

Canción

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?
Qué clase de aventura has venido a buscar
Los años te delatan, nena, estas fuera de sitio
Vas de caza, ¿a quién vas a cazar?
No utilices tus juegos conmigo

Mujer fatal, siempre con problemas

(¿Que hace una chica como tu en un sitio como este? Burning)


-       Sigo pensando que los tíos que vimos el domingo en Navarrete eran los Ilegales. No me lo puedo quitar de la cabeza eran ellos fijo. Están a todas horas en la tele son de sobra conocidos no sé cómo la gente no se dio cuenta de que los teníamos ahí mismo subidos al escenario al pie de la iglesia a tiro piedra que si les caía una teja o un cacho yeso con la escandalera que prepararon les partía la crisma. Era yo quien contaba por enésima vez lo que había visto. Debimos salir corriendo tras ellos por muy feos que sean y tenerlos tocando hasta el amanecer

(Aun hoy después de más de tres décadas de aquella tarde noche de domingo allá por los ochenta y pico pienso igual. Yo vi a Ilegales en Navarrete)

-       Estoy seguro, seguía firme en mi razonamiento y hasta tenia ya una teoría para explicar lo acontecido. Estos tíos venían perdidos de tocar en las fiestas de algún pueblo de la parte de las minas y  al pasar por Navarrete camino de la general vieron la luz, aunque no la había, sintieron el olor de la carne y cerveza fresca y se amorraron a abrevar en la barra. Alguno habría supongo de la orquesta que yendo sereno los reconoció y les pidió que se tocasen algo a cambio de unas birras más y un bocata de panceta y ahí está el resultado, se pusieron hasta las orejas, se enrollaron tocaron y nos dejaron algo que contar a nuestros hijos aunque en realidad nunca sabremos si paso o no paso. Yo como lo vi todo no tengo duda alguna.

-       La tajada que llevábamos era buena, si ya bajamos mamaos, si aún no se nos había pasado la kurda de la noche, entre que arreglaron y no el corte de luz nos pusimos otra vez finos, total para diez minutos de verbena. Fue la hostia, lo que sea que paso. Parri el más alto de todos, lo había visto como yo.

-       Joder, hay que ver lo mal que os sienta el beber cualquier cosa fría, una orquesta de pueblo y punto, unos mataos de tres al cuarto que aquello es Navarrete machos,  solo recuerdo que tocaban pasodobles y que me tenían hasta los cojones, todo estaba lleno de viejos y críos, un domingo por la tarde nunca es lo mismo que un sábado por la noche y cuando tocaron Paquito el Chocolatero ya fue el colmo se me acabo la paciencia, si se ponen a tocar el Manisero subo al escenario y los echo a patadas, total que  salí huyendo a Calamocha con Carlos y los de Cosa que estaban en las mismas. A buen seguro la razón estaba con Miguel Ángel

-       Yo vi a los Ilegales en Navarrete y punto, nadie podrá jamás convencerme de lo contrario, ni siquiera su cantante.

-       No me seas gilipollas


Habíamos estado de fiesta el sábado por la noche en Navarrete el único lugar donde se podía ir el primer fin de semana agostero, con permiso de Luco con cuyas fiestas coincidían, pero irnos a cáscala sin que nos mandasen siempre nos pareció una pedantería por nuestra parte, ir demasiado lejos. Eso si no quedaba otra que irte fuera dado que en Calamocha no quedaba nadie, no había nada desde que dejo de hacerse la verbena del comercio o de la presentación de las reinas para que pudieran hacer caja el resto, y doy fe de que la hacían talego a talego.

Aquellos sábados navarretinos in the night previos al chupinazo siempre fueron casi lo mejor del verano. El domingo posterior obviamente lo dedicábamos a velar armas entre jarbes de cerveza con el chupinazo a la vista y recordando no sin dificultad lo sucedido la noche anterior, pero aquel día, como invariablemente siempre pasaba, llego un momento en el cual nos decidimos a ir de nuevo a Navarrete y echar la última cerveza.

Al llegar aquella tarde noche era evidente algo pasaba a la altura de la plaza y su escenario. No era normal el silencio musical y la oscuridad que se apoderaba del lugar montones de coches a todas caras, gente y más gente y solo se oía el bullicio del pueblo. Así que a falta de nada mejor la barra estaba hasta los topes, y aunque no teníamos sed, cortesía obligaba hacer algo de gasto, “vosotros pillar cacho por allí, nosotros probamos aquí y nos hacemos unos litros, el primero que pida que avise”. Momentos después todos habíamos culminado con éxito la misión y teníamos antes nosotros una vez más, más litros que manos. “Venga que se enfría, que no pare la bota que le decía el pastor al perro”.

Y alargando la espera, otra ronda hasta que se encendieron las luces, chirrió algún altavoz y entonces tal vez sucedió. Dos tíos y medio sobre el escenario porque ya me era imposible alcanzar a ver más hicieron sonar unos primeros acordes guitarreros, todo ocurrió tan repentinamente que cuanto más lo pienso más me doy la razón a mí mismo.

Ilegales, unos cachondos con clase, tras el bocata de panceta y las litronas subieron al escenario y atacaron los primeros e irónicos acordes de “Agotados de esperar al fin” para seguidamente sin darnos tregua ni dejarnos pensar si lo que veíamos y oíamos era real o no tocar dos veces seguidas “Soy un macarra” afortunado corte de luz incluido entre ambas. Nos volvimos locos, parecía que se había hecho de día, una más y nos vamos, dijo roncamente su líder y ya eran sobre las diez cuando tocaron el himno verbenero de la canción protesta ochentera por excelencia “Odio los pasodobles” Fue la apoteosis de una noche de verano, que levante la mano quien con veinte años no odiaba los pasodobles en las fiestas de pueblo. A todo el que quería escucharme le decía lo evidente “Oye que son Ilegales de verdad, fíjate en el peinado del cantante, que esto no es la orquesta, es el grupo” 

Y se acabó lo que se daba, desaparecieron sin más del escenario lo mismo que subieron a el y comenzó a sonar “No te vayas de Navarra” y ya no eran tres o cuatro tíos, ni siquiera los mismos los que estaban tocando, eran otros y era una tía a años luz del sexapell ilegal quien cantaba. Muy probablemente el líder de Ilegales o cuando menos el batería llego hasta allí en busca de su amor, esta pudo haberse fugado con el pero le dio calabazas una vez más.


 

CAPITULO IV

Hasta que la muerte nos separe

Continuará el 14 de agosto 


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