lunes, 10 de abril de 2017

Calamocha Pregón Semana Santa 2017. Un canto a la vida.


PRIMERO ( I )

 

PREGON

Calamochinos todos

Del Barrio la Uña, a la Cañadilla

Del Puente la Vía, a San Roque

De entre todos: Yo

El hijo pequeño de José María el Auge

Y María la Torrijana

 

Llegado de Castellón

Lleno de orgullo, feliz y agradecido

En nombre de la Junta

Hoy vengo a pregonar

El inicio de la Semana Santa calamochina

Pasión, Muerte y Resurrección

Judías en ayuno, bacalao, carne y cañao

 


La salud tras la enfermedad

La cordura tras la locura

La esperanza tras el horror

La recompensa tras el trabajo

 

De principio a fin Semana Santa

Rabal

Ramos y alegría,

Calle Real

Dolor, Calvario y Cruz

Peirón

Pascua de Resurrección

El pan en la vega

La Fe en Calamocha una tarde de abril

 

La razón tras la sinrazón

La verdad tras la crítica y la mentira

El amanecer tras la noche

 

La vida tras la muerte

El triunfo del amor

El recuerdo hecho oración

 

Tambores, carracas, matracas y silencio

Silencio, silencio, silencio

La vida en Calamocha una tarde de abril

 

Hoy vengo a pregonar

Que comience nuestra Semana Santa

 

Calamochino, ya no hace frio

Sal a la calle, conoce, participa y pregona

Pregona, lo que ocurre en tu pueblo

 

SEGUNDO ( II )
HERENCIA

Decía Inocencio padre, quien subió al cielo, por estas mismas fechas, vestido con el hábito del Nazareno: “Podíamos haber heredado un par de yuvadas de zafrán en la Retuerta, o un par de cubanos ya llenos de zafrán en el granero. Pero no, tuvimos esa suerte, si no que fuimos a heredar al Nazareno” …

Y añadía con resignación, entre sonrisas, viendo toda la chiquillería que iba llegando a la cofradía: “El que venga detrás, que arree”.

Hoy estamos aquí, por nuestros padres, como ellos años atrás llegaron por los suyos, uno tras otro, generación tras generación, tantas, que ya la memoria no alcanza a recodar de quien nos llega la herencia más bonita que uno pueda tener:

La de recibir al Hijo de Dios, para cuidarlo como a un hijo para quererlo como a un padre.

Ellos, quienes la herencia nos dejaron, escribieron una de las páginas más bonitas que de nuestro pueblo hoy se puedan recordar, caminando cada Semana Santa, el camino nada fácil, que va de la obligación a la devoción.

Devoción que han sabido transmitirnos, en un claro acto de amor, por si mismos, por su pueblo, por su Semana Santa. El camino por ellos continuado y caminado no fue nada fácil, el nuestro, tampoco lo será, de aquellos años oscuros a estos plenos de luz, donde valga la triste ironía, resulta más barato viajar unos días a Londres, que comprar cualquiera de los hábitos de nuestros pasos. Saber transmitir la herencia, animar a quien no la tenga, debe ser nuestro camino.


TERCERO ( III )
PADRE

Mi padre heredo el palo delantero izquierdo, llegado a él por su abuelo el Tío Perico el Royo, a través del hijo de este, su Tío Antonio. Más de sesenta años después, el hijo de aquel, Antonio, se vistió el hábito de nazareno por primera vez… ¿Algo tendrá el santo, los pasos, la semana santa calamochina… la fe que nos une? Antonio, un buen día se cansó de ver las procesiones desde la acera. Su santo lo esperaba, su pueblo lo necesitaba.

Recuerda mi padre cada vez que llegan estos días: Fue en el año 54 la primera vez que me vestí, justo cuando mi Tío Antonio dejo de trabajar aquí en Benito Del Val, para marchar al Banco Central a Zaragoza, menuda herencia me dejo…aún no me había ido a la mili,  siempre me acordare que delante de la procesión iba el Tío Vitos, Valero Rando padre, marcando las estaciones el Domingo de Ramos, por la Plaza, el Coso, la Calle Mayor, las Monjas y otra vez a la Plaza, si alguno de nosotros hacia tarde, se enganchaba a la peana, …hasta hubo un año, que el Domingo de Ramos, salimos solos, porque los de La Dolorosa no aparecían y el cura no quería esperar, y al llegar a las Monjas, los encontramos en el rio, con un frio que pelaba, limpiado la peana, cuidando de que la Virgen no se mojase, no se resfriase…


Inocencio padre, heredaría de su familia, el palo delantero derecho, y atrás, en el palo derecho Juan Martin el Hachero, se lo dejo a su yerno Paco y este a sus hijas, Conchi y Ana, a quien las monjas, nunca dejaban pasar al convento cuando después de la procesión del Viernes Santo, lo llevábamos a guardar, tapados todos los jóvenes, con el tercerol, la monja vigilante desde el arco de la puerta, nos escudriñaba, y decía, tu eres chica, tú no puedes pasar, Ana, su marido José, su familia entera.

Y en el palo trasero izquierdo, heredado por Paco el Patre, y Otilio, quien ha sido la viva imagen del Nazareno a lo largo de estos últimos años, herederos ambos, del único nazareno a quien el Santo le concedió un milagro hace ya muchísimos años.

Siendo también el pobre Vicente Saz “Agapito”, con el que según recuerdan, por su cojera y estatura, eran las comedias, a la hora de sacar el paso a hombros, uno de los pocos calamochinos, que podría hoy presumir de ser protagonista de un libro, Barrendero, Enterrador, Ferroviario, la ficción que sobre la Calamocha de sus años, escribió Jon Lauko, hoy a la espera del milagro de la reedición.

Luego, de ir cuatro en la procesión a tantos como hoy somos, pasaron unos cuantos años, padres, hijos y nietos, y también amigos fueron llegando a una cofradía con un pasado inmenso y un futuro como familia, igualmente prometedor, Pedro que desde Soria no falta ningún año, y lleva ya casi tantas o más procesiones que yo, y también, la familia de Jose Maria Loma, su mujer y sus hijos. Y algún que otro amigo, que se vistió y lo dejo, no siendo nunca tarde, ni en esta ni en ninguna cofradía, ni para volver, ni, para empezar.

 
CUARTO ( IV )
CALAMOCHINO LA SEMANA SANTA TE NECESITA. PARTICIPA

Llevará mi padre por tanto más procesiones que algunos de los pasos que en ella salen, y posiblemente sea el cofrade más antiguo que aún se vista, si bien falto dos años.

Uno hace bien poco, rebajado de servicio por enfermedad, ocupe yo su lugar en la peana, y otra vez que falto fue hace tanto tiempo, que echar la vista atrás y ver cuando ha cambiado todo, no deja de ser sorprenderte.

Fue en los cincuenta, el año en el que cumplía el servicio militar en Huesca, época de una Semana Santa que hoy se recuerda como un tiempo prácticamente tenebroso, de silencio obligado, de luces apagadas, sin baile. De misa, confesión y comunión obligada, esa es la palabra, una semana santa de obligado silencio y cumplimiento, como lo era la de guardar fiesta los domingos, dejando la cosecha a la intemperie.

Pero, en su ausencia la familia, cumplió con la herencia.

Y para asombro de todos, de mi abuela Xaltación la primera, mi abuelo José el Tío Auge, nada amigo de curas, ni de santos ni de misas, se vistió de Nazareno y lo saco.

A eso se le llamó siempre, saber estar, mi abuelo convertido en Cirineo, supo estar, obro cristianamente, como lo hicieron la gran mayoría de los calamochinos de su época en un momento u otro.

Mis abuelos, formaron parte de aquella clase de hombres que en sus vidas no tuvieron más religión que el trabajo, ni mas dios, que al vecino, siempre dispuesto ayudar.

Su dios en la tierra, como el de tantos otros fue el ya recordado Tío Vitos, el sacristán, cuando se acercaba por casa y le decía: José maño, dile a la Xaltacion que saque el porrón, magra y pan y ni sufras, ni padezcas, porque cuando estos que se creen que tienen el cielo ganado lean la Lista, verán que tú te has confesado, has ido a misa y has comulgado, como dios manda.

Como supo estar, y de qué manera, la “Periodista de Dios”, Paloma Gomez Borrero, quien vino desde Roma para estar con todos nosotros y pregonar esta nuestra Semana Santa en el año 2002 Haciendo uno de los pregones más bonitos:

“Calamocha, pueblo forjado en la sobriedad, austero y noble,  convertida en Jerusalen, tierra que tiene la belleza de la sencillez, donde los campos parecen pentagramas esperando la sinfonía de las nuevas cosechas. Calamocha, relicario de gentes de bien”. Descanse en paz.

 QUINTO ( V )
FAMILIA

Formamos una familia que va más allá de estos días, nos saludamos, sea San Roque o Navidad y siempre terminamos hablando, de aquello que más nos une, … la Semana Santa calamochina. Bien podría decirse que vivimos todo el año, pendientes de la llegada de estos días.

Somos nazarenos, y tratamos de serlo, todos los días del año, y eso es toda la vida, y no es fácil, no es fácil, caminar con la cruz a cuestas, lo sencillo es dejar la cruz al salir de casa, caminar ligero, y mirar para otro lado, pensar, aquello de yo con lo mío ya tengo bastante. En suma, marcharse a Londres cada mañana.

Ves la televisión, oyes la radio, lees la prensa, entras en internet. Y aunque hay noticias buenas, las malas no te dejan verlas, guerras, refugiados, hambre, muerte, odio…   Es inevitable, o cuando menos para mí lo es, preguntarme qué puedo hacer, como si yo, una sola persona, pudiese derribar los cuatro jinetes del apocalipsis.

Sera cuanto ocurre en el mundo culpa mía…como puedo sentir lastima por un desconocido a miles de kilómetros de aquí, y no sentirla al pasar junto a la casa del vecino, o por el pobre que está pidiendo en la puerta del mercado, ¿me estaré engañado?... qué puedo hacer.

No lo sé… la pesada cruz te obliga a seguir hacia adelante, pero también a tratar de ayudar a unos y a otros en un esfuerzo quijotesco y por momentos desolador.

Y tú, en medio de todo, te haces preguntas para las que no encuentras respuestas, y tratas de obrar, cristianamente, sin saber nunca, si estarás haciendo lo correcto, si estarás obrando, cristianamente, palabra esta, que tanta vergüenza nos da pronunciar.

Si yo soy cristiano, y sí, yo creo en dios.

 
El Pregonero, junto a su Ángel de la Guarda
SEXTO  ( VI )
HIJO

Llovía, lo recuerdo, estábamos en casa, esperando, era un Domingo de Ramos de hace muchísimos años, al medio día, sin dejar de mirar a la calle a través de la ventana, caía alguna gota, y viendo el reloj, mi padre dijo, venga, vamos hacer tarde.

El Nazareno junto con otros santos, pasaba todos los días del año, menos estos, en el Santo Cristo, la ermita, cerrada, sin misa los domingos era su casa, descansado la peana entre dos bancos junto al altar.

Mi abuelo Casimiro, nos acompañó, tiraba de mí y de mi hermano, para él era una buena excusa para salir de casa y fumar lejos de mi abuela Rosa. Al llegar a la Balsa, a unos metros de aquí, rompió a llover, la gente salía de misa con el ramo de olivo y la Cofradía del Nazareno llegaba a la hora prevista, para dejar el Santo a las puertas de la iglesia, listo para el Vía Crucis de la tarde, esa procesión, pequeña joya, casi única entre los domingos de Ramos de aquí a Roma


SEPTIMO ( VII )
CALVARIO

Casi todos los pueblos de alrededor tienen su Calvario, una calle, un monte. Los calamochinos, afortunados, no lo tenemos, o tal vez sí.

Quizás nuestro Calvario sean estas mismas gradas, cuando las subimos por última vez tras los seres queridos, el día que los despedimos.

Decía a menudo mi Tía Nati, quien como tantos otros creía en Dios a su manera, quedándose con la fiesta que traen los santos, olvidando lo demás, que le hubiera bastado para creer en él, conque tan solo hubiese establecido una ley, igual para todos, ricos y pobres.

 “Ninguna madre, ningún padre, decía, debía ver morir a ningún hijo”. Y ella que vio morir en la enfermedad a sus dos hijos, bien sabía lo que decía.

OCTAVO ( VIII )
VIA CRUCIS

Hace algo más de diez años, este año cumpliré si dios quiere, los 49, un médico, más joven y sabio que yo, me dijo: Lo que te ocurre tiene un nombre, y se llama Muerte Súbita, tarde o temprano, caerás, el día que eso suceda, vienes y te curaremos, antes, no podemos hacer nada.

No te preocupes, no preguntes, no busques información, no hagas caso a lo que leas y oigas, tu solo debes mirar hacia delante y seguir, el ochenta por ciento de las personas, que caen, se levantan. El día que caigas, sea mañana o dentro de unos años, te levantas, y vienes.

NOVENO ( IX )
MUERTE

Jamás me había caído, y tampoco pensé que fuera hacerlo, entre tantos, que Dios se fije en ti para bien o “para mal”, o que lo haga San Roque, y te eche una mano, resulta complicado, pero reconforta poder contar con su ayuda, además…. Siempre nos quedara el Nazareno, que obro el milagro en el padre del recordado Agapito.

Un mes después, aquellas sabias palabras, a las que no di más importancia, que la que tenían: cosas que pasan, esas cosas que siempre les pasan a los demás, y que un día le tocan a uno. Un mes después, caería hasta tres veces y por tres me levantaría

 
DÉCIMO ( X )
 
RESURECCION
 
Si estoy aquí, tal vez sea porque Dios así lo quiso, o simplemente por suerte, pero quiero pensar en lo primero…

Caí y me levante, caí y me levante, caí y me levante, y por fin, los médicos decidieron echarle una mano a Dios, lo cual nunca está de más, y finalmente hacer su “trabajo” y curarme. “Pan para hoy y hambre para mañana”, dijo aquel médico, responsable último de lo que hacer conmigo, un señor ya próximo a la jubilación, que me miraba con ojos de pena, mientras yo pensaba, que querrá decir este buen hombre.

Fue Dios, en su hijo el Nazareno, fue esa suerte loca de la que a veces habla mi padre, y por supuesto, mi familia, mi mujer y mis hijas, junto con los médicos, quienes me salvaron, porque si en una cualquiera de esas veces que caí, hubiera estado solo, hoy no estaría aquí, y habría subido el calvario calamochino con mis padres detrás.

 UNDÉCIMO ( XI )
LA VIDA ES BELLA

Llevo entonces, diez años maravillosos, de propina, de regalo, de vida, de alegrías, de penas, de cansancio eterno, de sentir pinchadas en el corazón cada mañana al levantarme, que me duelen y me recuerdan que vivo, de acostarme tras ver el cielo confiando en despertar, de asomarme a la mañana siguiente a la ventana para ver el sol y vivir un día, que para cualquiera puede ser el último, y quizás para mí un poco más.

 Pero cuento con la familia, que no me deja solo, y desde hoy con todos vosotros, con Calamocha, con la suerte y con el Nazareno hecho Dios, esperando la llegada de cada Semana Santa para volver al pueblo, y poder tocarlo y agradecerle tantas y tantas cosas como le debo. Soy afortunado.

 DUODÉCIMO ( XII )
ORACIÓN

Son esos mismos diez años los que llevo recordando, escribiendo, creyendo, en vano, que cualquier día pueda ser el último, que un día me caiga y no me levante, o lo que es lo mismo, tengo un miedo atroz a que no me dé tiempo a contar, tanto como pueda recordar, aunque sea incapaz, por más vueltas que le dé, de recordar el pasado Viernes Santo, cuando hace tan solo un año, no hubo procesión, por qué llovió. No lo recuerdo.

Hoy son todo prisas, encontrar un momento como este, para reunirnos toda la familia calamochina, sentados y charrar, es un lujo, hay trabajo, hay clases, faenas aquí y allí, horarios infernales, distracciones en el bolsillo, pantallas en todas las habitaciones de la casa… me obsesiono, me resisto a olvidar quien soy, lo que soy, gracias a quienes me rodearon y siento que la familia, la mía y la de todos, en sus recuerdos se desvanece….quiero creer, que lo escrito no se olvida… algún día pensaran, y por qué mi padre tenía tanta fe en su pueblo, en su Semana Santa y en el Nazareno, una cara, unas manos unos pies y una sotana… en lo escrito tendrán la respuesta a prácticamente todo.

 DECIMOTERCERO ( XIII )
ALEGRIA

Los primeros años le contaba al médico como me encontraba, acostumbrándome a vivir con ochenta pulsaciones mañana tarde y noche, trabaje o descanse, al frio del invierno castellonero, ya no podría vivir en Calamocha por más que ya no haga el frio de antes, tiemblo, y yo tampoco soy aquel crio que miraba a la calle tras la ventana y un día se marchó a estudiar Geografía e Historia a Zaragoza, sigo acostumbrándome al calor sofocante, al cansancio repentino, al ahogo instantáneo, al despertar asustado en medio de la noche, a que todo te duela, … escuchando por parte del médico:

Te quejas por que vives, tuviste la suerte que a otros les falto… no te quejes, sigue adelante.

Así cada vez que volvemos a vernos, lo mismo que hago con el Nazareno, simplemente saludo, y digo, otro año más.

 DECIMOCUARTO ( XIV )
FINAL

Gritas y nadie te oye, tratas de pedir ayuda, pero no puedes, tampoco puedes moverte, en cambio si oyes y ves… sientes el cosquilleo que recorre todo tu cuerpo, y te das cuenta, que tienes alma, y que esta quiere abandonar tu cuerpo. Por fin oyes:

“Jesús vuelve, se te está parando el corazón” … Entonces lo comprendes todo, quizás te estés muriendo.

Calamocha, despierta, se te está parando el corazón.

La tentación de dejarse llevar es inmensa. Debemos continuar caminando las tardes de abril en Calamocha, Rabal, Calle Real, Peirón

Estaré eternamente agradecido al pueblo de Calamocha, a la Semana Santa y a su Junta. Quedo en deuda con todos y cada uno de vosotros. Y desde hoy ya solo espero que el próximo año, todos cuantos estamos hoy aquí, volvamos a vernos.

El cielo tendrá que esperar mientras aquí, entre nosotros, nos necesitemos los unos a los otros y nos quede tanto por hacer. Que dios os bendiga.

DECIMOQUINTO ( XV )
BULLA

 

Tambores, carracas, matracas y silencio

Silencio, silencio, silencio

La vida en Calamocha una tarde de abril

Hoy vengo a pregonar

Que comience nuestra Semana Santa

 

Gracias

FIN

 

Castellón, un día de marzo del año 2017 recordando a mi Tío Víctor “El Secretario”

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