miércoles, 1 de junio de 2016

Calamocha fue... (Un día de mayo).

Calamocha y yo

Calamocha fue...

Calamocha fue un mes de mayo, sus mañanas y sus caminos, el mío fue la calle Real, recién barrida, también, lo fue, la Balsa y su umbría, camino del instituto bajo el tibio sol de las ocho y media de la mañana, con la rosada en los tejados y el frío que pasa, olvidándose de nosotros, también de la tierra, fueron los corros de los mayores al sol final de la tarde, hablando del sonar de las campanas al medio día, Calamocha fue aquellos fines de semana, de las ultimas cosechas, el dolor de abandonarlas, el sembrar la vega, el ver crecer el cereal en el secano, fue el caminar y echar la vista atrás, el polvo de los caminos, porque nunca llovió lo que tocaba, Calamocha fue la calle y su trajín los miércoles de mercado, adolece la calle, fueron los domingos de los ochenta, días, con la ilusión de la llegada del verano, y sus verbenas, las fiestas de San Roque, la cosecha, Calamocha fue la noche de mayo, viendo a los mayores, mirarse los unos a los otros antes de cerrar la puerta, con la vista puesta en el cielo de Santa Bárbara, a la espera de la última helada, helada que ha de venir, y dejarlo todo pardina, única certeza de aquellos días, abandonados por el Santo Cristo, Calamocha fue el despertar del último día de clase, preguntándonos si habría un mañana, y cual sería…. Calamocha fue mayo, como el resurgir de la vida, lejos del frío, a la espera de la lluvia, de la lluvia sin granizo, del sol abrasador, de las moscas, de la escasa cosecha… En una palabra: Ilusión. En tres, Calamocha es mayo. (Fue)

A todo eso que recuerdo Chabier hace unos días, le puso imágenes y también letra, y dio en llamarlo LAS HIGHLANDS DEL JILOCA:

Verdes cruzados de labores frescas,

Abiertas en los barbechos

Para preparar la sementera de octubre...

Azules, verdes, royos...

Son los colores de mayo

En estas tierras altas”

http://naturaxilocae.blogspot.com.es/2016/05/las-highlands-del-jiloca.html )

Abonando en Los Molinares. Mediados de los ochenta. Calamocha fue un día de mayo.

Y nos despertó, a los calamochinos de la diáspora, en palabras de Jesús Blasco, de ese largo invierno, que no es otra cosa, si no la ausencia de Calamocha. La vida. Si algún día, aquellos campos, se abandonan Dejaremos de ser Calamocha. Dejaremos de ser nosotros mismos.

Por qué nos fue siempre tan fácil conocer la tierra lejana, oída, leída, vista y por qué nos cuesta tanto querer, la Retuerta. Calamocha siempre fue, un lamentar continuo, cuando allí vivimos. Luego fue un recuerdo. Hoy es un recuerdo, tan solo eso. Lamento, ilusión, recuerdo.

Definir Calamocha.

Unas pocas palabras del diccionario más próximo, del María Moliner, deberían, bastar para definir Calamocha. Debería poderse definir de alguna manera, pero ¿Cómo? 

La verdad es que no lo sé, o soy incapaz, al menos por el momento. Además, en mi caso, entiendo, ha de ser una definición en pasado, un imposible.

Quien haya vivido allí siempre, tal vez pueda pueda dar con una definición, y quien sabe si no lo haría mejor, un recién llegado.

Ahí está el diccionario, en la estantería, con las tapas a punto de romperse, con las hojas, arrugadas, y yo sentado bajo él, sin encontrar esas palabras. 

Espada de Damocles sobre mi cabeza. Hielo a finales de mayo. 

Calamocha, unos y otros, fue una suerte llegar hasta allí.

Si lograse definir Calamocha, no como algo pasado, si no como algo presente, tal vez, dejase de escribir. Pero no doy con el orden de las palabras, no puedo, y eso, por momentos, me desespera. Seguiré recordando, seguiré escribiendo. Lo que Calamocha fue.

Nada nuevo es el querer definir Calamocha, antes que yo, el gran Jesús Blasco, dio en intentarlo. El sí lo consiguió. Su definición fue algo más que un reclamo turístico, o un eslogan comercial. Fue un lamento desesperado en busca de ilusión.

Calamocha, conocerte para quererte. Cuando se le ocurrió, tan enorme desatino, tan enorme como fue y aun es su éxito, dice que lo tuvo claro, a Calamocha, hay que conocerla para quererla, y cuando más se le conoce más se le quiere.

De golpe y porrazo, nos llamó a todos “mal nacidos”, y aquí paz y después gloria, nada pasó, solo él podía hacerlo, uno no deja de preguntarse, debes conocer a tu madre para quererla. Al menos en el caso, calamochino, a decir del genial Blasco, sí. 

Últimamente, permeable a todo lo que le rodea, su definición es “Yo por mi pueblo yo por Calamocha: Mato” Faltan, las pegatinas para el coche, como aquellas otras, que tanto éxito tuvieron, todo llegara, alguien las hará.

Definir algo que para mí dejo de existir, empieza a carecer de sentido, todo lo que puedo hacer es, recordar, una parte del pasado, que lleva el mismo camino que todo, pardina de aquí a un tiempo. Todo se acaba.


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