miércoles, 12 de agosto de 2015

El cordero de San Roque.


NO siempre ha sido así, como ahora, hay quien como yo, ha visto en la procesión de San Roque la misma gente que en la del Viernes Santo, casi ninguna. A principios de los cincuenta, antes de irme a la mili, al Baile de San Roque acudían cuatro y el del bombo, si me apuras, menos gente aun que  a las procesiones de Semana Santa,  con los campos de siega, con la  era llena de parva hasta los topes, no era plan, tirar a misa a rondar a los curas y que te cayese un tronadon y se te llevara todo el grano la rambla Bañon. No había tiempo para fiestas.

Una docena escasa de parejas de bailadores y para de contar, siempre hubo gente para todo, y entre nosotros también, el Tio Antonio mismo no faltaba a la hora de bailar, pero eran los menos, las misas y las procesiones quedaban para los beatos, era lo que todo el mundo pensaba, hasta mirábamos mal a los que siendo pobres iban a misa con los que no tenían más faena que comulgar, andaba tan de capa caída el Baile, nunca mejor dicho de capa caída, que cualquier año  daba el mango y se acababan las fiestas.
 No había plantero, ningún joven se acercaba, nada queríamos saber de curas ni de santos. Nunca nos gustó ir a misa, y en aquellos años que te obligaban, menos aun. Así que todo el mundo, el que más y el que menos, pensaba, que bailen los beatos, y los cuatro que le tengan devoción por lo que sea, también los curas, y los que no tienen otra cosa mejor que hacer un día de agosto. Nosotros la bota de vino, y a trillar para poder comer, los otros, el agua bendita,  rezar y comulgar.

Pero siendo uno de Calamocha, al que más y al que menos, algo le tira San Roque, si nos tira la Semana Santa, pues esto con más razón aún y así un año de aquellos se presento en casa el pariente Lacruz, Manuel Lacruz Pamplona se llamaba,  allá en el Peiron, casi al acabar las mismas fiestas de San Roque de aquel año, algo había que hacer decía, para sacar adelante el Baile. Eso decía, a quien quisiera escucharle.

Razón tenía como digo, poca gente a la procesión y menos a bailar, a nosotros de críos, sin ir más lejos,  nos bajaba la Tia Marceliana a los del barrio a bailar, y a lo que se daba cuenta, ya nos habíamos jopao, a la fuente el piojo ya no llegábamos ninguno, aun empezando en lo de Fuertes, lo mismo que nuestros padres, lo que veíamos en casa, no queríamos saber nada de misas, ni curas, ni madamases, ni menos bailar, para que luego los quintos de la cuadrilla que no bailaban nos dijesen de todo.
Algo había que hacer decía el pariente, para que entrase la gente joven, para que se viese como una fiesta y no como una procesión más, … y en ello estaba el hombre cavilando, meses llevaría en ello, cuando llego a casa recién acabados unos sanroques y pensando ya en los próximos,  preguntó por el abuelo.

Oye José, he pensado una cosa, más adelante, cuando tu veas, me haras el favor de apartar un cordero para San Roque del año que viene, el mejor que tengas, te cuento, llevamos un tiempo dándole vueltas a la cosa, que si patatin, que si patatan, todos pensamos mucho pero no hacemos nada, así que voy hacer lo que he pensado, una rifa, porque si no la hago yo, nadie la hará, y que sea lo que dios o San Roque quiera, a esos, que hablan mucho pero no mueven el culo, les venderé los boletos para que paguen el animal y al acabar la procesión lo rifaremos, y con el dinero que saquemos, comprare cuatro cosas, vino que no falte y por la tarde nos llevaremos a merendar a todos los bailadores, que ya sabes cómo está la cosa, no baila ni dios, la gente joven no quiere saber nada, y hace bien, y un día u otro, nos quedamos sin procesión. Lo mejor sería pagar a quien bailara, me llegan a decir, a donde vamos a ir a parar, no faltaba más que eso, pagar por sacar al santo, como se ve que hacen otros lados. El caso es que  si les damos algo a cambio a los que bailen, si los medio engañamos con algo, los zagales igual se animan, así que el año que entre, les prometeremos una buena merienda, con las perras que saquemos del cordero a todos los que bailen, y que no falte la bota. Veremos si así, se decide alguno y tiramos para adelante. Más contento quedara al que lo toque el cordero, pero que le vamos hacer, con las perras que sobren de la merienda guardaremos algo para el santo, que falta le hace, que cualquier día lo sacamos con la manta de pastor a falta de capa. Tú, como te digo,  me guardas el mejor cordero que para la mejor oveja que tengas, y yo te lo pagare, mal ha de ser que nos lo tengamos que comer nosotros, los unos por no comprar boletos y los otros por no bailar, ya me encargare de correr la voz, y de que se sepa, por tiempo no sera, que se enteren hasta en el rabal, y ya veremos.

Y así empezó la cosa, en cuanto llego el momento y parieron las ovejas, mi padre aparto uno y me dijo “este será el cordero de San Roque, cuídalo, tu que serás su pastor”. Enseguida llame al perro, y le dije, “Perdigón, este es el cordero de San Roque, a este no se le muerde”, y jamás le mordió, le daba con el morro, pero no lo mordía. El pariente Lacruz tenía tanta prisa por poner en marcha la rifa, que a todas horas preguntaba por el cordero, “oye, que si lo dejamos ya, se nos hará mardano”, le decía mi padre, da lo mismo, decía él, cuanto más grande mejor, la gente lo tiene que ver.

Y ya lo creo que lo vio la gente, menudo cordero se hizo, hubo hasta que esquilarlo, y me acuerdo que lo esquilo en casa, el padre de Manolo, el Chato el Esquilador, y le dije, Señor Manolo, no me lo trabe mucho, este es el cordero de San Roque, y ni lo trabo, menuda criatura más dócil, si lo podíamos haber sacado en procesión en lugar del perro, ya lo creo, y cogió el hombre y lo esquilo de arriba abajo, todo, menos las patas de atrás y en una dejo una S de lana y en la otra una R. El cordero de San Roque. Ahí lo tienes Auge. Y se puso andar y dar brincos con la S y la R.

Y entre tanto, como todos los años, pasaron los dias y llego San Roque y según había dicho el pariente Lacruz  al abuelo, con más pena que otra cosa, llegado el día lo mato, había que matarlo a toda costa, no quería darlo vivo el pariente, al que le toque que se lo coma nos decía, matarlo para jorear la carne y tenerla a punto de comer el día de la procesión tras la rifa, y dejamos la canal en casa a la espera de que viniesen a por ella el que ganara.

La Tía Felisa y San Roque. Calle Zaragoza. Aquellos años...


No recuerdo si bailo más gente o no, casi es lo de menos, alguno se animaría, aunque en aquellos años, por no dar gusto a los que mandaban, uno dejaba hasta de comer, pero al pariente Lacruz, lo apreciaban mucho, aquel hombre se hacía querer, era un buen hombre, y a seguro algo se notaría. Y así, al acabar la procesión del 16 de aquel año, a las puertas de la iglesia se sorteó el cordero y se pregono en la plaza, ha salido el número tal, el que fuera, … El Tío Lacruz espero a que se acercara el dueño del número para darle el cordero, diciéndole donde podía ir a recogerlo. Y aguarte, que va para largo, que aún lo esperamos.

“Mecagúen el pariente maña”, le decía mi padre a la abuela, ahora qué haremos con el cordero. A la hora de comer mi padre ya estaba nervioso porque el ganador no aparecía y nos íbamos a juntar en casa con la canal de dos corderos. Esa era la pena en casa nosotros siempre matábamos un cordero para las fiestas, y ahora teníamos dos, y con el calor, iba a ser para tirar. Así que terminando de comer se presentó el pariente en casa.

El abuelo ya sabéis lo impaciente que era, aun no había entrado el pariente que ya lo estaba poniendo a parir. Calla, José, calla, le decía Lacruz, que esto ha sido una suerte muchísimo gorda. Y empezó hablar, aquel buen hombre.

Mira Jose Maria, me dijo a mí, ahora a media tarde agarras el montante con la burra y te vas para la arboleda de la Masada y te llevas la canal, o media, lo que queráis, porque total han bailado poco más que el año pasado, y si alguno se queda con hambre, que espabile. Como no ha aparecido el dueño del boleto, y como no se puede guardar la carne, nos comeremos el cordero y otro año más. Si, a la Masada, cuanto más lejos, mejor, menos gente acudirá y a más tocaremos. Y las perras para el Santo y san se acabó.

A mi madre aquello no le gustó nada, no era decente decía, pero hombre, el cordero de aquí no sale, ni aunque tú lo digas, todo el mundo sabe que está aquí, nada mas falta que os lo comáis y vengan a reclamarlo, y que hago, le doy el mío. Piensa otra cosa primo. Menuda dijenda va a ser esto.

Xaltacion, maña, le dijo a mi madre, con todo el cariño del mundo, lo recuerdo como si fuera ahora, no sufras, nadie vendrá a reclamar el cordero, ya te he dicho que ha sido una suerte loca, la mano inocente ha ido a sacar un numero que no habíamos vendido, no me digas como ha sido, que no lo sé,  ya te digo yo que el cordero es de San Roque, a él le ha tocado, a mi ver él lo ha querido asi. Si la cosa se pone fea, y nos llaman de todo menos bonitos, si nos dicen tramposos, ya diremos que le toco a uno del Poyo, y que le pongan un lazo, que echen a buscarlo, que el Poyo es muy grande. Pero eso no pasara, nadie dirá nada, por la cuenta que nos trae a todos.

Habría estado bueno, continuaba el pariente, que le hubiera tocado a uno de estos del pueblo que todo lo critican, que todo les parece mal, que quieren que la gente baile, que San Roque este bonito, pero a mí no pidas nada. El bueno de San Roque no podía consentir eso.

Xaltacion, maña, que paguen, y si podemos, al año que viene haremos lo mismo, y si no es un cordero, un tocino cojo, algo se me ocurrirá, y el que quiera peces que se moje el culo, el cordero le ha tocado a San Roque y se lo van a comer los que se lo merecen, los que bailan, los jóvenes los que trabajan y con las perras que hemos sacado apañaremos lo que podamos por la ermita, ahora decirme lo que os debo del cordero y de la cría, y esta tarde todos a merendar, que paga San Roque.

Y como todo, acabada una batalla, comenzaba otra, aún por terminar:

Primo, déjalo estar, ya está pagado. Considera lo va a estar, las cuentas claras. Decía el pariente. Tú a mí no me debes nada, decía el abuelo, a quien las cosas de la misa, ya sabéis, no le iban ni poco ni mucho, que no le iban gota, pero esto era otra cosa... Aun andarán intentado ponerse de acuerdo, por allá por el cielo, o ande estén todos y ojo, que no se sepa, decían, que no se entere nadie, ni aun el Santo Cristo. En eso, al menos, estaban todos de acuerdo. Que lo pago, que ya está pagado, tira a cascala.

Claro que si algo quieres que no se sepa, no lo cuentes. Pues eso, para qué me cuentas nada.

De los Años de la Cazalla. La Camachina, la merienda de San Roque.

 

En cuanto a la fotografía:

Pues no lo sé, ahora mismo estoy perdido, también es mala suerte, encontrar media docena de fotos de aquel día, de aquel San Roque y que en ninguna de ellas ponga la fecha. Una pena. Ahora que lo prohíben todo, prohibir una foto sin fecha, debería ser una prioridad.
Es la familia, por supuesto, quien aparece en ella retratada, la familia de la Tía Felisa, aquella misma que presumió durante toda su vida, a un tiempo, de no faltar nunca a ninguna fiesta de San  Roque, lo mismo que de no haber ido jamás a ninguna de sus procesiones. Era tremenda. Por cierto, en la fotografía, como era de esperar, no esta. Jamás mintió.

Tal vez esté hecha a finales de los años cincuenta, con un poco de suerte algún zagal se reconocerá, y sabrá decirnos, supongo que era deseo del fotógrafo sacar el baile, a la familia, al santo, todo a la vez, pero no pudo, ni en esta ocasión, ni en otra similar, bendito desorden. Los jóvenes bailaban, no como ahora, que no ven al santo jamás, si no bien cerca de San Roque, quien aparece justo en el centro de la foto, en lo alto, de vuelta de la ermita. Vestidos con camisa blanca, moquero al cuello, pantalones negros, albarcas y peducos. Castañuelas en mano, todos querían salir en la foto, todo un acontecimiento.

El lugar es fácilmente reconocible, allí mismo se crió el cordero de San Roque, es la calle Zaragoza, con la era de trilla, a un lado, justo donde hoy está el edificio con el mural del Bailador, y del otro lado, de los balcones de las casas, colgaban las colchas de punto, y la cerámica de San Roque en la fachada, también es visible.

FELICES FIESTAS

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