sábado, 14 de febrero de 2015

La realidad de las cosas.

Aquel año el Tutor por fin confirmo los rumores que se venían oyendo por el patio, las mañanas de los sábados íbamos a participar en un concurso frente a otros colegios de la provincia. No un concurso cualquiera, si no académico, de conocimiento, serio cien por cien, como los de la tele de entonces, pero sin tele, con radio, eso si, ya que se podría escuchar a través de las ondas, si bien, en Calamocha en aquellos años de la EGB, tan solo se sintonizaba, y no siempre, Radio Nacional de España (Zaragoza), eso sí, llegada la noche, las radios francesas y lo que entendíamos eran árabes se oían con toda nitidez y ayudaban a conciliar el sueño, pero escuchar cualquier cosa emitida desde Teruel, era del todo imposible. Aquello era un remanso de paz. Nunca ocurría nada, casi es una pena que todo haya cambiado tanto.



El Tutor, también nos confirmó lo evidente, la joven y hippy,  Maestra de Sociales, ya todos lo sabíamos, había votado en contra de la participación del Ricardo Mallen en el concurso. Patrocinado por una editorial y un banco,  ella nos quería demasiado, velaba por nosotros lo mismo que nosotros soñábamos con ella y  no lo veía claro, tampoco se fiaba del resto de colegios participantes, pecado de juventud por su parte, aseguraban el resto de los maestros, por tanto no se haría cargo de los “entrenamientos” relativos a su materia. Opinaba sencilla y llanamente que el concurso estaba amañado, y si no al tiempo, estaría dirigido,… y argumentaba sus razones, con sencillez “no merece la pena llevarnos un disgusto más adelante, jamás dejaran que lo gane un colegio de pueblo”.

En cualquier caso, el Ricardo Mallén se lanzó a la aventura. No hay mal que por bien no venga, y así por una parte, gracias aquel concurso, viajamos por toda la provincia, incluida la capital donde fuimos a parar variar veces, y así mismo otros muchos vieron el mar por primera vez, cuando todo acabo, en forma de premio final.

Mientras por lo que toca a la otra parte, supimos de la realidad de las cosas. El clero, los bancos, las multinacionales, tenían ya entonces en sus manos nuestro aciago destino. Como quiera que por aquellos días apenas rondáramos los doce años, el golpe que la realidad nos dio, resulto tremendo y muy educativo también, de lo que nos esperaba después en la vida real.

Así pasamos, como bien digo,  aquellas  mañanas de los sábados, corría el año 1980,  de un lugar a otro durante el tiempo que duro, aquella competición académica, Alcañiz, Calanda, Andorra, y Teruel capital en varias ocasiones, los de pueblo, los de provincias éramos todos colegios públicos, los de la capital, por el contrario, eran todos privados… sábado tras sábado el Ricardo Mallen, se batía en duelo frente a uno u otro colegio, y caminaba con paso firme hacia la final.



Los equipos, uno por curso de quinto al octavo, entrenaban a diario, y salían a competir en chándal, uno de esos azules horribles con el logotipo de la editorial, con los cuales se podía pasar una noche al raso en Calamocha, en medio del invierno, sin miedo a pasar frio, también el banco les había regalado una bolsa para los apuntes. Más tarde caerían en desgracia y nadie oso jamás usarlos. La afición animaba sin parar, canticos ya desde que subíamos a los autobuses de Zuriaga, pancartas,…

El chándal azul de Área 5 Foto de Eva L.

Y la final, acabada la fase clasificatoria, a nuestro alcance. Los cuatro mejores colegios competirían en Teruel por el campeonato, habría fiesta y hasta baile con el grupo Botones si no recuerdo mal.

Y de nuevo, con la gloria de los campeones en unos días, los rumores, antesala del desastre, rondaban el recreo. El Ricardo Mallén clasificado para la final con solvencia, buen hacer, máximo entusiasmo  y oficio se vio relegado a una plaza de esas en las que ni fu ni fa, quedándose fuera de la misma. Adiós a todos nuestros sueños de ganar, de gloria, y de asistir a la fiesta final.

Aquellos días vinieron a dar la razón a la Maestra de Sociales, solidaria, cabreada y desconsolada como todos, era evidente, aquel concurso estaba ideado para vender enciclopedias y no iban a dejar que un colegio público y de pueblo, sin prestigio ni nombre, lo ganase, debía ganarlo un colegio privado y de capital, y siendo los cuatro finalistas de tal clase, no había riesgo alguno.



Curas y monjas de la capital, bajo el amparo del banco patrocinador y la enciclopedia que se jugaba los cuartos, y que con buen criterio debió pensar estos calamochinos lo saben todo, lo que menos necesitan es una enciclopedia. Curas y monjas por detrás de nosotros, libraron una encarnizada batalla académica, y así impugnaron varias preguntas en principio bien respondidas por los equipos del Ricardo Mallen a lo largo del concurso, del primer al último enfrentamiento, apelando, no a Dios, si no a la gran enciclopedia británica, para finalmente hacer recuento de puntos y caer los de Calamocha en desgracia,  caer estrepitosamente en la clasificación, quedar fuera de la final.

Aquel día el Tutor por fin confirmo los rumores que se venían oyendo por el patio, no habría final, fuimos unos ingenuos, unos tontos, reconció, la Maestra de Sociales, quien ya os explico su posición, tenía razón, pero nosotros teníamos ilusión en nuestro trabajo, ha sido una pena, a veces el esfuerzo no tiene recompensa, ya la cosa no estaba clara desde un principio, pecamos de ingenuo, pero somos los ganadores morales ,nos tienen miedo, hemos enviado un telegrama al concurso anunciando que nos retiramos.


No iremos a la final de Teruel, pero hemos acordado que ese mismo sábado os llevaremos a todos como premio a ver el mar.

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