domingo, 2 de septiembre de 2012

Mensaje en una botella.

A veces encuentras una foto que ya no recordabas, y lo celebras con la misma alegría que tal vez Colon sintiera al descubrir América y otras veces recuerdas una foto, tratas de buscarla, remueves Roma con Santiago y no la encuentras, te desesperas, no te lo explicas, te rindes… la das por perdida, cajas llenas de fotos y total para qué. Te sientes fatal y piensas, más se perdió en Cuba.

Mi Tío Antonio me hablaba constantemente de la carpintería de su inseparable amigo Enrique allí junto al rio: “Un día nos acercaremos a verla, verás cómo te gustara, te traes la cámara y nos haces un retrato, lo ves todo, charramos y pasamos la tarde, una tarde que no tengamos nada que hacer, cualquiera ya a nuestros años, una tarde al salir del Casino y estemos todos por Calamocha un verano de estos, a ver cuando llega el día”.

Ese día, esa tarde en la que les retrate llego por fin a principios de los noventa.


(La fotografía ha aparecido, hoy cuatro de abril del 2016) 


“Venga niño, levanta la tarjadera, suelta el agua, déjala correr y veras tu maño, que poco es menester para producir electricidad y lo cara que va, ahora en cuanto tu Tío suelte el agua, la turbina esa se pondrá en marcha, generara electricidad y la bombilla se encenderá”. El agua empezó a correr y el Sr Enrique a chillar, “Antonio, estas tonto o que… has levantao la tarjadera de la sierra, no la del motor… cuida no capuces, venga cierra y abre”. El agua empezó a correr o nadar lo que quiera que haga el agua y mi Tío se acerco a la bombilla y a Enrique con cariño le dijo, “no me toques los cojones, no me chilles, la próxima vez te agachas tu, que tuya es la turbina, dale al interruptor, que se encienda la bombilla”.

El Sr Enrique no decía nada, miraba caer el agua, el motor, la bombilla… “que le des a la llave, Enrique esto no chana” le insistía mi Tío, “. La cosa pintaba mal esa era la verdad, “cállate que te trabo y te meto debajo la sierra, y te enjareto a escape, cállate que los de la capital sois todos muchismo listos… cállate que esto es la primera vez que pasa,  jamás en la vida, …igual se ha fundido y no tengo otra, para una vez que enseñamos lo poco que tenemos. Mecaguen la puta maño, no va a poder ser”. La cosa no parecía ir con mi Tio, que no perdía la calma y si acaso trataba de esconderse con la sonrisa en la boca “de todas formas, lo que hablamos comunicamos, desde el 36 que no habrás cambiao la bombilla, ya toca”. Sentenció el de la capital.



De pronto fue al Sr. Enrique al que se le encendió la bombilla “Mecaguen la madre que te pario, navarretino desustanciao, que siempre me hagas lo mismo, preta la bombilla cabron, pretala, a ver si te quedas enganchao y te subimos al cementerio y yo mismo te tapio el nicho, será tontolaba el tio, que siempre me haga lo mismo. Y cuando las flojao, pues si no te he guipao”. A lo que mi Tio muerto pero de risa contesto:  “coño pardal, el verano pasao seria, la última vez que estuve aquí venga haznos un retrato”.

Y allí los fotografié, en justicia retrate, me tome mi tiempo, había poca luz a pesar de la bombilla, no levaba el flash, así que luz, iso, velocidad  y un par de fotos, para luego poder elegir,  con la bombilla por fin encendida de fondo, y el agua a sus pies, con el Sr. Enrique con el semblante serio, después del mal trago que le había hecho pasar su amigo del alma y con mi Tío Antonio, medándose de la risa y literalmente… 

Y esa es la foto que no encuentro, siguiendo el protocolo habitual, haría dos copias, una para cada uno y yo me guardaría el original. “Ale niño, que para una foto no es menester tanto, acaba ya que me voy a mear, y tu Enrique, corta el agua no se te gaste lo mismo que la bombilla, guárdala para la próxima guerra, para otro 36 y pon en marcha la sierra, no estés tan serio hombre”.

El Sr. Enrique pareció hacerle caso, cerró la tarjadera y abrió el paso del ingenio que antaño movía la sierra y comenzó a explicarme el funcionamiento de la serrería al tiempo que paralelamente le llegaban los recuerdos:

 “Deja la guerra ya, ¡qué paciencia hay que tener con tu Tío maño!, y vete a cáscala desustanciao, no sé cómo te aguantan en casa… tira a mear, abuelo, la guerra, la guerra, la guerra, nosotros éramos unos críos, ocho, diez años, … la guerra para el que le toco, para los pobres que murieron, …fíjate en la sierra, ya se mueve, con esa poca agua, y ya podemos cortar, hacer lo que queramos, trabajar, nada hay como el agua, para beber y para todo …

Bajaban a casa la madera de la parte de Albarracín, madera y más madera y luego avisaban en casa, dos, tres, cuatro, … los que fuesen, los que hiciesen falta, que nunca hubo bastantes, para todos. Y venga a fabricar cajones, ataúdes, para los pobres soldados, que llegaban muertos del frente camino del hospital, de las Escuelas Viejas…

El peor trabajo del mundo, teníamos ahí mismo, como si lo viera, un arcón lleno de botellas vacías de cristal, que ibamos replegando, llegaba el muerto, o íbamos a buscarlo, con el cajón y la botella, lo entraban al pobre en el cajón, y dentro de la botella metíamos sus papeles, lo poco que había, si había algo para que cuando llegase al cielo, supieran dar traslao de quien era, sino como el Tio Sino, tuviese un nombre, tapábamos la botella la echábamos al cajón, lo cerrábamos y al cementerio, un responso que echaría el cura para todos, si le venía en gana, una cruz sin nombre y fin…

Todas esas tumbas, que hasta hace cuatro día el Chato el Esquilador tenia sin una hierba, alli en la esplanada central de cementerio, limpias como una patena, son de esa pobre gente…Y no te creas tu, que no tenia cojones la cosa, los del otro bando iban a la fosa común con una mano delante y otra detrás, una pena todo, total para juntarse luego todos arriba".

"Venga dejate de historias y vamonos a merendar que ya pasan de las siete" A mi Tio se le hacia ya largo el rato y era como un reloj en todo... "Ya me callo, para que puedas ir a joderle la merienda a tu hermana" Respondio el Sr Enrique cerrando todo. "Enrique maño, que lleva dos años en el cementerio, mecagüen el copon, que parece que chocheas" le dijo mi Tio al timpo que salia a la plaza, "joder maño, que me memoria tengo". Concluyo el Sr. Enrique. 

De los Años de la Cazalla. Los Amigos.

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