miércoles, 29 de septiembre de 2010

Aquellas primeras clases de valenciano...

 
 
Recuerdo que cuando era niño, la primera lección de valenciano de la que tengo constancia, corrió a cargo de mi abuela Xaltación, y su consabido, “ale, mañico mone a sopar que digüen els valencians”.

 Abuela cuyo nombre levanta profunda admiración y respeto  en concreto se llamaba Exaltación de la Santa Cruz,  había pasado parte de su niñez y juventud a caballo entre Calamocha y la capital del Reino que era como se conocía a Valencia.
Decía otras muchas cosas en valenciano, pero al haber comida de por medio, es esta de la que uno mejor se acuerda.

A buen seguro, aun habrá a la vera del Turia, alguna  abuela nostálgica de tiempos mejores y pasados, que  recostada y somnolienta en un maltrecho banco se acordara de ella:  “de cuan era xiqueta  solo m´enrecordo de una cosa, me vais cuidar una dona  molt bonica ella, de allá de la part Teruel que le decian, Exaltación, como cuinaba tu…clar, que te hablo de abans de la guerra, a on estará ya la Xaltación” 


( De las mayores de la fila de atras, la más pequeña )

Un nombre así, ni se olvida ni lo lleva cualquiera… Hoy harían falta un par de castañas bien grandes para llevarlo, que digo, un par, media docena.

Las lecciones se fueron sucediendo, años después, fue Manolo el encargado de hacer de nosotros unos poliglotas a propósito del valenciano, el padre del Tete Manolin, quien hace unos días volvió al pueblo a recoger a su madre. 

Una vez más se  termino el verano, cumpliendo así la tradición de los últimos 50 años, corto me quedo seguro, …  La Maria regresaba a Valencia.

Fue ella la primera mujer que me tuvo en brazos, aunque eso ya es otra historia, .. y dijo aquello de “Collons Tia Rosa, esto es un chico, ¿qué hacemos?”Dirigiéndose  a mi otra abuela. 

“Redios que sanantonada, no me jodas maña, ahora si que la has hecho buena”, debió de contestarle “yo tia, es lo que veo, y es tan bonico” … “otro chico, … ale, ale, recógelo que le vamos hacer, ni  nombre tiene,…Santo Cristo l´Arrabal, que jodienda copón bendito”.

Siendo estrictos, esa fue realmente mi primera lección de valenciano… “practico y real”.

Debía de ser noviembre, para Todos los Santos,  “invierno” de los de antes, pero no tanto, y habrían venido a dar vuelta del Cementerio, Manolo padre, como era costumbre en él, al punto la mañana estaría limpiando el coche (el Renault 9 verde, el de los altavoces Philips que tapaba con un manta por que tenían frio, hasta en Valencia, …bueno, allí debía ser por  si las  moscas, también escondía el casete tras una funda de madera que imitaba el color del salpicadero, maestro carpintero que era, un artista, … entonces si que se apreciaban las cosas, y se ponía cuidado, ahora, que te roben el casete te da lo mismo, y hasta te enfadas si de paso no te roban el coche, … que pague el seguro, esos sinvergüenzas). 

Así que a Manolo, sin importarle ni que se helase el agua, ni que le diese “un pelo” como a las vacas al día siguiente, tal vez creyendo estar aun en Valencia, seguía a lo suyo  sin darse cuenta de que muy probablemente estuviésemos bajo cero, mientras las mujeres de la casa a través de la ventana, en buena lógica, le decían de todo menos bonito, razón no les faltaba. Era la dijenda de l´Arrabal. Era menester ser tonto para … con lo limpio que estaba el coche.

Agobiado, a buen seguro jodido de frio, con la faena terminada, un hombre que se precie, y el lo era,  debe acabar lo que empieza,  sin discutir con nadie que no era menester, busco refugio en casa de la Visi, un poco de tranquilidad y compresión entre hombres.

 Allí donde al resguardo de la estufa, nosotros,  estábamos jugando a la Escoba a la espera de que la tele, en una de sus dos cadenas de aquellos años, “echase” algo que se pudiese ver, ya entonces, como ahora con cien canales, nada que ver había .

“Che, que bien estáis aquí, collons quina temperatura, la mare que va…, ¿a que jugáis, que yo también quiero?, ale, hacerme un hueco ahí al lado de la estufa, pare ver si entro en calor, una cosa chiquillos… ¿Dónde guarda vuestro padre las bebidas?, sacarme una copa, no mejor un vaso, que ya no son horas de copas, … no se lo digáis a nadie, pero ahora que no me ven, me voy hacer un “barrechat” que no se lo salta un…”.

Debió de ser tal nuestra cara de extrañeza que se apresuro a explicarnos lo que era. 

“Un Barrechat es esto, ya veréis, que cosa más buena, pero silencio eh,… aquí el Tete Manolo, no ha bebido nada que no salga del grifo,… se coge el vaso, se ponen dos dedicos de anis, y otros dos de coñac, se revuelve un poco, … y listo, esto te deja como nuevo. Venga, mone a sentarnos con tranquilidad, cerrar bien la puerta, tanca, tanca, que se oiga si la abren, y vamos a jugar y a charrar, … ¿queréis que hablemos, de mujeres?... Os cuento, lo complicadas que son….”

PD Capitulo a parte merecerían las clases de mi Tia Felisa, nacida en Torrijo del Campo, valenciana hasta la figa,  viva estampa de mi sobrino, con la que seguro comparte genes de patria chica, que cada verano llegaba al pueblo, bajo la bandera de la Chufa, la Paella, el Vademecun y el Agua de Valencia…

Era la revolución, los de Torrijo eran asi, tremendista, incansable, quien cuando hablando se acaloraba, cosa que pasaba día, si día también,  se dejaba llevar por la emoción y comenzaba a parlar valencia “y no res,  asi que  voy agafar al tio dels collons, allí d´avant de tots y le vas dir cuatre coses a la cara, y se la vas trecanr, que no tin vergoña ni res, la mare que lo va parir al fill de puta ese, cuatro hostias y a fer la ma, home, que ya esta be”  … Un misterio de la historia, como la República pudo perder la guerra, estando la Felisa entre sus filas. Yo la verdad, no me lo explico.

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