viernes, 26 de marzo de 2010

Los pies descalzos del Nazareno.


Cuando años atrás el Santo descansaba sobre la peana, bastaba con acercarte a él, encaramarte a ella y tirarle de la barba, para pedirle aquello que necesitases. Ahora que descansa sobre el carro, cuando quieres pedirle algo, recostado sobre las faldas, le tiras de las sayas, le tocas los pies...


Ya no recuerdo lo que le pedí el año pasado, clara señal de que nos lo concedió.



Los pies descalzos del Nazareno.





La familia Nazarena a su Hermano Mayor.


Inoncencio.


Nazareno, agricultor, charrador, contador de historias, tratable, (no hay palabra más bonita), soldador, electricista, carpintero, lo que hiciera falta, presto y dispuesto, sonriente, emprendedor, incansable, pensador…



“Buena la hicimos, nos podían haber tocado un par de yuvadas de tierra a cada uno en la vega, o alguna finca buena, o un cuebano lleno de zafrán, … pero no, nos fue a tocar en herencia el Nazareno, tocáte los pies, así que, maños, eso os dejaremos, ...no es culpa nuestra, ni de él tampoco,... el que venga detrás que arree”.

"Arreando"


La Esquina de Inocencio.


Hay lugares que no tienen nombre pero todo el mundo sabe cómo se llaman y donde están: La Esquina de Inocencio en el Rabal es uno de ellos. Cada vez que miras, esperas encontrar, buscas con la mirada el John Dhere verde aparcado listo para arrancar camino de los campos olvidados, de la vega y el yermo secano, verlo como años atrás, cuando éramos niños.

Pero no está, hace tiempo que no está, hace tiempo que dejamos de ser lo que eramos… quieres verlo pero no puedes, como si el tiempo no hubiese pasado para ninguno, como si todo siguiese igual, hoy ya solo es un recuerdo.


Había jaleo en Roma, siempre asocié una cosa con la otra, un Papa, otro Papa, y nosotros, huérfanos de responsabilidad, consumíamos las tardes finales de aquel verano jugando al monopoly en la Esquina, si había o no fumata, si lo habían o no matado, si reia, ahora miro y me doy cuenta, era el año 1978.


Es uno de los primeros recuerdos que tengo, … luego, vendrían otros muchos.

Las tarde finales de verano, novena en el Santo Cristo y nosotros detrás del tractor de Inocencio recogiendo patatas, hoy en la Gorrumba, mañana en el Ojo, Entredorrios, el Rincón, el Riachuelo… “Que si Perico, lo que sea menester y lo que tu digas, pero deja los machos en casa, que en los cornejales, tambien entra la máquina”.




El Santo Cristo, las Monjas, la peana que pintara Valero “Vitos” Rando, que pesaba como un muerto, el habito viejo, las barbas del Santo, Agapito y su quinta, nazarenos antes que nosotros, el pelo también, la batería del tractor, la carbonera de la sacristía, las ruedas de la máquina de sacar patatas, las primeras que llevo el carro del Santo, de ahí las buenas cosechas que año tras año había, aunque no las pagaran, pero eso, ya no tiene importancia, ni culpa era del Santo, las otras eran de un viejo carretillo que andaba por el pajar de casa, las luces, el taladro, la soldadora, la bici, el perro, o es perra, los postreros paseos con mi padre, el uno hablando del tempero y el otro de ovejas … y la trápala del Domingo de Ramos que daba comienzo a la Semana Santa, las flores, las luces en la cara del Nazareno, vestirlo, peinarlo y los tediosos jueves santos del forastero, preludio del día grande, de la Procesión del Viernes Santo.




A mediados de los ochenta la tranquila y familiar Semana Santa calamochina a juzgar de muchos, agonizaba, no había relevo, al parecer no tenia encanto alguno… lo cierto es que al Nazareno nunca le ha falto de nada, ni entonces ni ahora.

Jamás se quejó.



Que si esto, que si lo otro, que si lo demás allá, algo se movía… y en una de aquellas se cambio el trayecto de la procesión, a ver que sale, debido de pensarse, el clásico recorrido del Viernes Santo se olvido y el Nazareno aquel día vio medio pueblo, calles por las que jamás habría pasado… para rematar, al llegar a la iglesia, … El Sermón de las Siete Palabras, a razón de media hora por palabra, … allí sentados en el órgano cogía toda la Cofradía, padres e hijos, cansados, cavilando.




Aquel día solo falto subir peana al hombro la cuesta de Zuriaga, “hubiera sido el colmo, y lo más sensato haberlo tirado a la Cerrada Sancho y puesto fin a todo” ya por la Calle Jose Antonio nuestros padres no podían más, Nosotros todavía no nos vestíamos, pero salíamos junto al Santo llevando los palos para los descansos, … “si la Semana Santa va a ser esto, tambores y penitencia, música y paseos, no sé que pintamos aquí, que se vayan todos a tomar,..Me callo porque está el Santo nuestro delante, nada hemos hecho para tanta penitencia, nosotros no…”





Aparcado por fin el Nazareno en el Coro de la iglesia, Inocencio, el palo delantero derecho, hablo por todos, le tiro de la barba y le dijo:


Mira maño, que sordo no estás que lo sabemos, escucha, dos cosas, la una, que así no vamos a ninguna parte, o haces que vuelva la procesión por donde toca o esto se acaba y luego, la otra, que nosotros ya nos hacemos mayores, no te lo tomes a mal, pero al año que viene te llevaremos en carro, no sé cómo lo haremos, ni como quedara, ni que dirán, pero me da igual, tu iras en carro, el mejor que podamos, y el que venga detrás que arree, serás el primero, nosotros empujando te llevaremos a donde sea menester, pero lo del hombro, se ha acabado, y si nos concedes las dos cosas, mejor aún, ale, ya mandaras razón, que ya sabes donde estamos.


Lo que paso después, ya es conocido…






Canta José Antonio Labordeta, a modo de despedida:


Ya ves, que vamos avanzando,
cumpliendo este camino.
No lo sé, ya ves.


Ya ves, que vamos recordando,
creciendo hacia el ocaso.
No lo sé, ya ves.

Ya ves, qué pálidas palabras
se pierden en la noche
sin hallar solución.

Ya ves, que hemos ido surgiendo
de inciertas y duras voces
de desesperación.

Recuérdame,
como un árbol batido,
como un pájaro herido,
como un hombre sin más.

Recuérdame,
como un verano ido,
como un lobo cansino,
como un hombre sin más.

Ya ves, que fuimos agrietando los muros mantenidos.
No lo sé, ya ves.

Ya ves, que estamos añorando unos niños perdidos.
No lo sé, ya ves.

Ya ves, qué voces diferentes se cruzan en el alba, buscando la verdad.
Ya ves, que fuimos puente herido, de abrazos detenidos, por ver la libertad.

Recuérdame, …



Entre Nazarenos…





San Pedro: Adelante Inocencio, adelante estás en tu casa.


Inocencio: Un poco pronto, no crees, donde está el Nazareno.


San Pedro: Te está esperando. Que zapatos más bonitos llevas.


Inocencio: Y esas sandalias tuyas, aún son las primeras, malo.


San Pedro: Me cambias los zapatos por las sandalias.


Inocencio: No


San Pedro: Venga, hombre.


Inocencio: Ni aunque me des las llaves del cielo, además de las sandalias, no hay cambio, donde está el Nazareno. He de hablar con él.


San Pedro: Allí, arriba, el que está sentado a la derecha, todos los caminos llevan a él.


Inocencio: Bien, gracias, avísame cuando llegue alguno conocido, sin prisas maño.




Inocencio: Buenos días, eres Jesus de Nazaret


Jesús: Si


Inocencio: Me entiendes lo que te quiero decir, eres de Nazaret, no eres ningún mandao, ni criado, ni forastero… eres Nazareno.


Jesús: Si


El resto es fácil de imaginar, Inocencio se subiría a la tarima, aupado sobre sus zapatos para no pisarse el habito, y le tiraría de la barba, al tiempo que le recriminaría tan enorme crueldad, como ha sido el haberlo llamado a dos semanas de la procesión del Domingo de Ramos la tarde, la más bonita de todas, …


Inocencio: ¿Qué no daba igual un día que otro, una semana que otra?, ¿sesenta años tirando del palo delantero derecho del Nazareno, no han sido bastantes para haber habido uno más?... después del invierno de frio que ha habido, ahora que llegaba el buen tiempo… pero hombre, … con lo que te he cuidado allá abajo… quedar mal por quince días, chico que barbaridad, que cabreo he cogido, total maño, ya me dirás que urgencia tenias, que falta te hago yo aquí en estas fechas....


El Nazareno : Como iras viendo, Inocencio, en el cielo como todos los sitios, te daras cuenta, está lleno de catedráticos, ingenieros, doctores, señores, … que saben mucho de todo, estudian, inventan, organizan la casa ajena, … pero nunca les puedes pedir nada. Lleno también de curas, beatos, cofrades, … de los que mucho rezar, y poco, tu ya me entiendes, que si te descuidas, se te vienen descalzos y al pobre de San Pedro, le toca dejarles las sandalias… y luego están las personas normales, los trabajadores, los agricultores, …la gente sencilla, entre ellos tu, siempre a todo dispuestos. Bienvenido. En cualquier caso, Inocencio, como tú, no tengo a nadie. Créeme, a nadie. Siéntate aquí conmigo, en esta tu esquina y descansa. Luego, ya le echaras una mirada a esas luces por ver si las puedes arreglar, no veas, la de gente que ha venido y no ha sabido, … pero tranquilo, tenemos tiempo.


Inocencio : Una eternidad, majo, pues nada venga, hazme sitio, donde se está bien, buen rato. Mientras no me mandes a sacar patatas.


El Nazareno : Seria una pena con esos zapatos tan bonitos que llevas, yo voy descalzo...


Inocencio: Calla, son míos, no se los doy ni a Dios, por cierto donde está, no lo veo.


El Nazareno : Tardaras en verlo, con la que está cayendo no está para nadie.


Inocencio: Santo Cristo L´Arrabal, a buen sitio he venido a parar, esto parece la casa de tócame Roque.


El Nazareno : Tranquilo. Mi padre vendrá a verte, el te ha llamado y seguro le apetecen tus …


Inocencio: Cállate, te tirare de la barba majo.



“El que venga detrás, que arree”




FOTOGRAFIAS AÑO 2009


ADIOS.


28 de marzo de 2010. Domingo de Ramos.

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